Hacemos un viaje de la mano de Jesús Cracio, con Amparo Climent, que también firma la dramaturgia y Gloria Vega que hace lo propio con la música original que, a su vez, interpreta al piano Maru Mararía.
En este delicado montaje entre recital de poesía, teatralización, interpretación de canciones y situaciones, se resalta la calidad humana y del poeta para reivindicar que su vida y su obra siguen vivas en la época actual y es una forma excelente y única de darla a conocer a las generaciones nuevas.
El montaje recorre los sucesos que le acontecieron, sus poemas, sus cartas, sus encuentros, los testimonios de quienes compartieron con él, tiempo, amor, amistad, angustias, prisiones, desvelos.
Música y canciones, expresividad corporal, la voz como principal elemento de la palabra de Miguel Hernández, sus anhelos, sus sueños, sus frustraciones, sus añoranzas, las barreras con las que se encontró a lo largo de su corta vida.
Hay hechos históricos de la sociedad española que no pueden pasarse por alto, a los que tenemos que añadir la sensibilidad de las actrices buscando el sentido profundo de dar a conocer la esencia del poeta pastor, que quiso hacerse a sí mismo pero le truncaron el futuro.
Con una dramaturgia cargada de ritmo, no solo no se pierde la atención en ningún momento, sino que se nos pone el corazón en un puño al oír y ver estas voces que enamoran en una atmósfera de emoción que hace que la palabra te atrape y se convierta en tu abrigo. Por supuesto, los versos de Miguel Hernández también tienen la culpa, ¡bendita culpa!, de ello.
No se olvidan de ningún detalle: su infancia marcada por un progenitor demasiado estricto, su amistad con Ramón Sijé, con quien tanto quería, sus aventuradas incursiones a Madrid y sus amoríos más serios o más fugaces con artistas y escritoras de la talla de Maruja Mallo o María Cegarra. La relación de amistad con otros poetas de gran calado, como Pablo Neruda, Manuel Altolaguirre, Vicente Aleixandre… La precaria situación económica que nunca lo abandonó del todo, su compromiso con el partido comunista, su viaje a Rusia, su participación como alentador animoso en el frente de batalla durante la guerra, las detenciones, el tifus y la tuberculosis, su primer hijo fallecido, su segundo hijo alimentado con cebollas, y Josefina Manresa, siempre discreta, callada, mujer de arena.
Este es Miguel Hernández, al que se le pegó la sangre en la camisa, el compañero del alma, el que se fue pero se quedó entre nosotros, el de las tristes guerras, el del carnívoro cuchillo, el que quiere forjar la paz para su hijo, el que sangra, lucha, pervive para la libertad, el del viento del pueblo y las ausencias, el perito en lunas, el rayo que no cesa, el que va entre pena y pena sonriendo, el que necesita más vidas, la ventana abierta que escucha, el que se llama Barro aunque Miguel se llame.
El sueño de un poeta, Miguel Hernández
FICHA ARTÍSTICA
MIGUEL HERNÁNDEZ, el sueño de un poeta
Dirección: Jesús Cracio
Dramaturgia: Amparo Climent.
Reparto: Amparo Climent, Gloria Vega, Maru Mararía (pianista)
Compositora: Gloria Vega
Coreógrafa: Marta Gómez
Espacio: Sala Mirador