En efecto, la escritura brillante, irónica, cómplice y sabiamente documentada de Javier Salvago se complementa con el extraordinario trabajo en óleos y acrílicos de Daniel Rosell, dibujante, ilustrador, humorista gráfico, con envidiable versatilidad artística, contribuyendo ambos autores en haber creado una verdadera obra de arte.
Nuestro país, muy dado al olvido y a la cultura de pompas fúnebres, quizá debería fijar su mirada en estos bellísimos libros, celebrando el presente por aquello de la certidumbre. Javier Salvago, no necesita presentación, pues su trabajo como guionista de radio y televisión durante tantos años, lo convierten en una referencia indiscutible. Los programas de Jesús Quintero destacaron, por el carisma del presentador, pero especialmente por el tono lírico, reflexivo y genuino de los guiones del polifacético escritor, Javier Salvago. Tampoco nos equivoquemos, su trabajo como guionista no se ha ceñido únicamente al conocido programa. Encarna Sánchez, Carlos Herrera, Iñaki Gabilondo han tenido la fortuna de contar con Javier Salvago. Su faceta como poeta está fuera de toda duda, no sólo por lograr prestigiosos galardones como el Premio Poesía Juan Carlos I, el Luis Cernuda o el Nacional de la Crítica, sino por una trayectoria que ha logrado tener una voz reconocible, aunque en los últimos tiempos, la prosa ha ganado terreno sobre la necesidad de escribir poesía. A tal objeto, destacamos la publicación de sus poesías completas, Variaciones y reincidencias (Poesía 1978-2018).
En cuanto a este volumen, diez historias lo conforman; “Cine de las sábanas blancas”, “Lagunas”, “Secuestrada”, “Ya están aquí”, “Maldito despertador”, “Doña Elvira”, “El soñador de números”, “La novia de Brian”, “No sin mi hijo”, “Diálogos en el nido”, y un epílogo “Farsa en un acto de la creación del hombre...y la mujer”.
Se van tejiendo referencias a espacios imaginarios, donde los sueños, fantasmas, seres extraños, presencias insospechables, dominan gran parte del relato, pero también, la nostalgia por la ausencia de seres queridos, una reflexión profunda sobre nuestra sociedad, la crítica a los fanatismos, dogmas de fe, y, una galería de personajes que definen bien el estilo sensual, a veces aparentemente coloquial y certeramente cercano del escritor sevillano. En ese permanente viaje de idas, venidas y transbordos entre la realidad y la fantasía, la inquietud por ser leal a su compromiso con el texto es manifiesta. Si en poesía, se fijaba en las consideraciones de Juan Ramón Jiménez en virtud de las cuales «no se trata de decir cosas chocantes, sino de decir la verdad sencillamente, la mayor verdad y del modo más claro posible y más directo», a lo que nuestro autor añade un proceso de alquimia, con el deseo por descubrir la esencia de su propia identidad, del mundo, de la vida, en su desarrollo narrativo verificamos ese hondo y constante depurar de la lengua. La magia del cine, los paraísos artificiales y sus efectos tan benefactores como sorprendentes en “El soñador de números” que oscila de la diversión al mundo de los espías y casi deriva a una conflagración internacional, los sueños o malos sueños, las alucinaciones, los trastornos mentales siempre a través de una frase respetuosa y simbólicamente expresiva, el paso del tiempo y un cierto escepticismo, diría que lógico, ante la condición humana. La fábula final, acaso farsa, que cierra el libro es un fascinante resumen de la historia de la humanidad con sus más de 4000 religiones y 30000 dioses, aunque en este caso, el diálogo se centra entre el omnipotente creador y un fiel arcángel. Sin olvidar, el anhelo más sincero por entregar una obra entretenida que posee tintes de ironía de gran valor. Ciertamente, la ironía, como actitud de un pensamiento que asume la psicología individual y también social conforma finalmente un íntimo brotar que escapa a ese objeto social, para ejercer sobre cualquier ámbito, como así ocurre en sus descripciones de las relaciones amorosas, los credos religiosos, las supersticiones, los crímenes, en cierto modo, una realidad universal que sus personajes muestran en la sociedad, incesante, inevitable y necesario lugar para conformar este serie de relatos. Matices y diferencias que nos hace únicos como seres, variaciones e reincidencias que van del escepticismo social al espectáculo trágico, de la disposición en aplicar la vida como juego o como sesión de psicología, siendo complejo a veces, determinar los límites. Intuición y concreción que se dan la mano para vestir con mecanismos detectivescos una narrativa que desvela la esperanza no tanto como tabla de salvación sino como propio vehículo de transformación. Libro no sólo recomendable sino de obligada lectura, ahora que se nos viene encima la decisión de los regalos navideños. Respetando a los lectores, he procurado desvelar poco y sugerir más, porque los libros incontestables, como es el caso de El cine de las sábanas blancas y otros cuentos, precisan de lectores y lectoras.
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