¿Puede señalarnos las diferencias temáticas y estilísticas producidas entre uno y otro de sus poemarios publicados hasta la fecha?
Mis primeros dos poemarios, Roto todo silencio (1975) y Contra el aire (1977) me plantan como hacedora ferviente del poema breve, haciéndole incluso guiños al poema hermético. Cuerdas de serpiente (1985) es el único libro publicado en esa década, el cual saca a mi poesía del molde anterior. El poema en éste responde a la experimentación espacial y de expansión en la multiplicidad de lecturas que ofrece, siendo un homenaje a la musicalidad sonora de las palabras articuladas en las líneas de un pentagrama, resumiendo cambios de pieles, en procesos de reestructuración interior y en las posibilidades lúdicas del amor.
En los noventa asoma la concepción de una nueva fase para mi poética. Mis poemarios Rojo Circular (1992), Sable (1994) y La mujer que nos mira (2000) traslucen más determinadamente el carácter emotivo de mi personalidad, y otra voz, acaso más carnal, asoma en el poema, conectando con la memoria, la infancia, los padres, el diálogo con otros, y la mujer se asoma e interroga en espacios cotidianos.
En bicicleta, del que se escribe una primera versión en los noventa, se publica al ganar el Premio de Poesía de la XIV Bienal Ramos Sucre en 2002 con un jurado internacional integrado por Oscar Hahn (Chile), José Luis Rivas (México) y Armando Rojas Guardia (Venezuela), abriendo la forma expandida de una metafórica bicicleta, reanimando otra manera de percibir el mundo y la cotidianidad que se mueve y nos mueve, cruzado de referencias y personajes literarios con los que se dialoga, “entrelazando el ver sensorial con el ver de la memoria” según Rojas Guardia, escrito en vertiginosa prosa poética.
Armadura de piedra (2005), es un libro cuyo poema inicial “Al descampado” comencé a escribirlo bajo el impacto del atentado del 11-S, y se arma con otros 4 poemas seriados, fórmula compositiva que vengo trabajando desde Cuerdas de serpiente. El foco acá está puesto en la estrategia de armar lo disperso y desarmar lo unido, la correlación del aquí y el ahora del lector, el mundo en su inexactitud que es lo humano: la conciencia de fragilidad e intemperie, una lucha.
Toma lo simple por el tallo (2009) es una búsqueda musical del verso para rescatar la sencillez a la luz de la fragilidad. Según Eduardo Moga, es “un libro minimalista, en el que la poesía se ofrece con la delicadeza de un motete, pero se despliega con la potencia de una sinfonía”, en el que se atienden asuntos de lo minúsculo, la cotidianidad y los momentos huidizos que constituyen la realidad. Moga afirma que “sin embargo, bajo estas levedades de gouache se esconden afirmaciones sustanciales y angustias pánicas”. Invita a oírnos en todo paisaje, al amar, al comer olivas, al recorrer una ciudad, al ser la escucha, al hilar los vacíos, al zurcir e incluso a los márgenes cromáticos en la torcedura de la luz.
Corona mar (2011) es un registro muy personal en los que el mar es el telón de fondo, resaca y otra orilla, rindiéndole tributo a la inmensidad y al oleaje que nos retorna al origen, es decir al vientre materno. El mar como símbolo de la vida, con su oleaje que acerca y separa, el que podemos oír siempre en la concha de un caracol pegado al oído. Lo que permite explorar la inmensidad (dentro y fuera), la incertidumbre en lo corpóreo, pero también el extravío, la insatisfacción, la ausencia misma en el corazón del otro, el nado fallido que conlleva también a la muerte.
Sin negativo ni estaciones (2012) es un libro dedicado a los amantes del detenerse y mirar, explorando la narrativa del poema desde las posiciones del fotógrafo y el espectador, atendiendo al dictamen de “la fotografía es, antes que nada, una manera de mirar” como lo sugiere Susan Sontag. Los poemas son entonces instantes congelados, negativos también de aquello que el alma cuestiona, admite, revolotea con insistencia. Hay una alusión a la luz estacional que sobreviene por encima de olvidos, en la certeza de que no es igual irse a permanecer, en la exigente tarea de reconstruir las horas, al tal vez ningún momento sea repetible. Una invitación a mirar la línea que nos separa del cielo y nos hace tangibles.
Fruta hendida (2019) es para mí un libro de plenitudes de mi expresión poética, en la que dialogo con mi obra anterior. Siento que en él retomo la voz que narra poéticamente, sacando provecho de la fibra textual de las palabras y el uso arisco y muy personal de los signos de puntuación. Lo que vas sintiendo al morder la carne y la semilla cuando evocar se hace fruta o se hace país. Ya que toda fruta es una palabra (como bien lo expresa la poeta peruana Sylvia Miranda en un epígrafe iluminador de este libro). La fruta (lo vívido, lo perdido, lo inolvidable) que se revela como memoria viva en estos poemas, repasando momentos presentes con dolor, duelos y retazos de memorias de la infancia, de un país extraviado y los laberintos del desarraigo, respondiendo al invisible ritual de invertir el infortunio.
He repasado hasta aquí una buena parte de mis poemarios publicados entre 1975 y 2019, [no estoy nombrando los más recientes: Talismanes para la fuga (Vaso Roto, Madrid, 2022) y En el oído medio (Hojas de Hierba Editorial, Sevilla, 2024)] pensando que la antología Costura interior se ha construido con poemas que originalmente pertenecen a Cuerdas de serpiente, Sable, Rojo circular, En bicicleta, Toma lo simple por el tallo, Sin negativo ni estaciones, un poema (Centrum Nocturnum) de Fruta hendida, y un inédito “Estación con pájaros” escrito en pandemia, que habla de la levedad, de la ciudad encerrada, de la vida detenida, y la trama del imposible volar…Espero que te sirva de respuesta a tan compleja solicitud, y te sea útil para el reportaje que deseas hacer. Siento que soy mejor escribiendo poesía que explicándola. Ya me dirás…
¿Cuáles fueron los poetas que más influyeron en su obra y de qué modo lo hicieron?
Siempre me ha resultado un tanto incómoda esta pregunta o, mejor dicho, desconcertante. Siento que en mi vida de escritora me han acompañado las voces de muchos poetas y han ido rotando, manteniéndome fiel a algunos, incorporándose otros. Contándote qué si bien me inicié a temprana edad como lectora de novelas y cuentos (Quiroga, Dickens, Cortazar, Conrad, Borges) fue mi padre escritor quien me abrió las puertas al jardín poético al poner en mis manos una antología de Vicente Huidobro y otra de José Antonio Ramos Sucre. Al pensar en mis influencias siempre los incluyo, pero también a otros que asimismo me iluminaron tempranamente. Hablo de Ungaretti, Quasimodo, Pierre Jean Jouve, Herman Hesse y Blaise Cendrars, leídos en las ediciones Librerías Fausto impresas en Buenos Aires; a Mallarmé y su golpe de dados; a Baudelaire, y a la legión de poetas surrealistas absorbidos de la emblemática Antología de la Poesía Surrealista, compilada y traducida del francés por Aldo Pellegrini. También incluyo como influencias tempranas a Virginia Woolf y Margarita Youcenar, Clarice Lispector e Isaac Dinesen, y a algunos cineastas (poetas de la imagen) como Fellini, Visconti, Resnais, Truffaut, Godard, Buñuel, Winders y Akira Kurosawa. Encontrar el néctar del enjambre poético entre las páginas de las afiebradas lecturas me hizo entender que, lo que realmente me estremecía, era la experiencia de vivir poéticamente: contemplar y percibir el mundo a través de esa óptica, exprimir y asimilar la naturaleza poética subyacente, desentrañar esencias, en fin, pedalear viviendo y escribiendo en clave poética. Y, a mi edad, doy fe de haber experimentado el crisol de sus texturas e intensidades, invariable y cotidianamente, a lo largo de mi vida. Aquí solo nombro a los creadores que me influyeron en los inicios de mi trayectoria. Hay otros autores a los que recurro con frecuencia y me acompañan significativamente: José Ángel Valente, Clara Janés, Chantal Maillard, René Char, Paul Valéry, Antonio Gamoneda, Matsuo Basho, Edmond Jabés, Wislava Symborska. Octavio Paz, Paul Auster, Francis Ponge, Juan Gelman y J. W. Goethe…
¿Cómo se sitúa usted dentro del panorama poético latinoamericano actual?
Creo, pienso y siento que esta respuesta le pertenece a la crítica literaria, a los académicos que hacen balances. Es substancialmente difícil, para uno mismo, darse lugar. Participo activamente en la movida actual desde hace varias décadas, sintiéndome una voz poética valorada y tomada en cuenta. Puedo alegar que mi poesía viene siendo incluida en importantes antologías recientes de importancia, como Metapoéticas. Antología de poetas hispanoamericanas contemporáneas, publicada este 2024 por Pre-Textos en España, la cual responde a una investigación de un grupo de académicas lideradas por Milena Rodríguez Gutiérrez (Universidad de Granada), María Lucía Puppo (Universidad Católica Argentina) y Alicia Salomone (Universidad de Chile), en la que se nos reúne a escritoras de todo el continente; anteriormente en Poesía Latinoamericana de Hoy (Rafaelli Editores, Italia, 2016); Poetas en blanco y negro contemporáneos, edición de Amalia Iglesias y prólogo de Fernando Rodríguez Lafuente (Abada editores, Madrid, 2006), cuyo propósito era ofrecer al lector poemas inéditos de los poetas actuales más representativos, incluyendo españoles, latinoamericanos y portugueses; y en El barco de la luna. Clave femenina de la poesía hispanomericana (2005), del crítico y ensayista canario Jorge Rodríguez Padrón. También he sido invitada a colaborar en las revistas digitales más importantes en la actualidad: Altazor, Círculo de Poesía, Vallejo &Co., Revista POESIA, Zenda, NYU, Zenda, Nayagua (Fundación José Hierro), Sibila (Sevilla) y Surco. Cuadernos de poesía (2023), entre muchas más. También he sido invitada a representar a mi país en importantes encuentros/ festivales de poesía internacionales, entre los cuales vale la pena mencionar: FIPLIMA- Festival internacional de Poesía en Lima, 2013; International Literature Festival Houston 2014; Las líneas de sus manos, en Bogotá 2015; Tradición y ruptura en la poesía contemporánea (foro internacional de poesía, 2015) en Santo Domingo, República Dominicana; Poesía en Paralelo, Ecuador, 2016, entre otros más. Mi obra viene siendo reseñada por críticos internacionales como Eduardo Moga, Rodolfo Häsler, María Ángeles Pérez López, Amalia Iglesias Serna, José Ramón Ripoll, Basilio Belliard, Néstor Mendoza, Adalber Hernández Salas, entre otros.
¿Cómo define las características temáticas y formales de Costura interior/Inner Seam, su último título publicado por el sello Pro Latina Press, de Nueva York?
La invitación de María Amelia Martin, directora de Pro Latina Prees, me dio la oportunidad creativa de hacer un balance de mi obra y mis temáticas, y estructurar mi primera antología personal bilingüe en la que resignificaba poemas de varios libros anteriores, de los cuales tenía su traducción al inglés (por distintas razones), dándole sentido desde una acción altamente significativa en mi poética, como viene a serlo el acto consciente de exploración de la Costura interior. Los poemas que reunía en este nuevo libro cobraban otra dimensión más amplia en significados mostrando, digamos, un “cosmos personal” al que vengo llamando hace rato espaciomenor (op. cit., ver poema p. 94). Es en esa respiración, en este arder y coser, donde se define mi modo de ser y mi hacer poético, mi andar ese camino y las huellas de mi escritura. Hurgar lo minúsculo, las rutinas de la feminidad, volver a los espacios de los recuerdos de infancia, señalar la costilla de lo que más nos duele, ir siempre tras los fondos blancos -la indagación de la luz- pues el dato oscuro es fugitivo, preguntarse por las podas en la vida y también la de los árboles, atender preguntas que indagan las insatisfacciones humanas, auscultar los miedos, el dolor propio y el del otro, zurcir con nuevo hilo las heridas de la casa, las despedidas, las mudanzas y el desarraigo, tejer en zig-zag lo que evocas, mirar de reojo cualquier relación, buscar lo que nos reúne y resume, tratar de entender lo que nos separa de otros en una situación insalvable, velar por la familia y los amados, por los jardines (la casa de las palabras) que hemos sido capaces de construir, al sembrar oyendo los latidos (más bajos de casi todo) con el corazón.
¿Cuáles son sus próximos proyectos poéticos?
Terminar la escritura de un libro que es una pasión a la que he dedicado mucho tiempo, que tiene que ver con la relación del alma con la naturaleza. Lo que se mueve en el color de la tierra, entre hojas y flores, en las alas de los caballitos del diablo, interpretando y dialogando la paleta de un creador impresionista cuya pintura me quita el sueño y he estudiado con ahínco, al que le quiero rendir homenaje, agradeciéndole su obra reveladora de lo sensible, en su relación indisoluble con la naturaleza, que nos resume abajo y las nubes que nos andan encima, devolviéndonos una paz que el alma requiere, como expiación de la maldad de la que el ser humano ha sido capaz, en este mundo de violencias, de tantas guerras en curso, homenajeando asimismo la mirada hacia la belleza, el renacer, la luz y su esplendor manifiesto y los aportes insustituibles del impresionismo.
¿Cuál es su visión de la poesía latinoamericana contemporánea?
La valoro viva, audaz, indagatoria, plural y diversa. Múltiples voces que tejen una alfombra indispensable que está siendo atendida y leída a nivel mundial, tendiendo hilos de alta tensión que hacen huella. Nombrar es siempre excluyente e injusto, pero algunas de estas voces esenciales, puntas del iceberg de varias y equidistantes generaciones que puedo nombrarte aquí y ahora, de modo personalísimo, son: Ida Vitale, Olga Orozco, Roberto Juarroz, Carlos Germán Belli, Circe Maia, Rafael Cadenas, Hanni Ossott, Oscar Hahn, Jaime Sabines, José Emilio Pacheco, Hugo Mujica, Piedad Bonnett, Fabio Morábito, Lêdo Ivo, Eduardo Milán, Marosa de Giorgio, Reinaldo Arenas, Reina María Rodríguez, José Watanabe, Blanca Varela, Diana Bellesi, Antonio Deltoro, Claribel Alegría, María Negroni, Carlos Juárez Aldazábal, Minerva Margarita Villareal, Mariana Bernárdez, Rodolfo Häsler, Luis Enrique Belmonte, Yolanda Pantin, Paura Rodríguez Leyton, Rolando Kattan, Andrea Cote, Javier Alvarado, Rosella Di Paolo, Juan Felipe Robledo, Eleonora Requena y Adalber Salas Hernández…
¿Desea agregar algo más, para comunicarle a los lectores?
De tanta realidad lo que nos salva es la poesía. Pertenezco a la raza de los que escuchan el paso, el objeto, la palabra. El que está atento a las claves termina encontrando el espacio de la poesía. Mis ritos son más bien secretos, íntimos. Miro siempre atenta a mi alrededor. Persigo la luz, la mirada, el rastro y los signos. Me gusta enterrar los pies en la arena para conectar el alma con el ardor del universo. Finalmente, creo que los poemas arman una teoría poética que unifica la ficción aparente entre la vida y la obra.
NOTAS
(1) Pro Latina Press, ISBN 979-8-218-47099-9, 180 pp., Nueva York, EE.UU., 2024.
(2) La poeta, editora y gerente cultural Edda Armas nació en Caracas, Venezuela, en junio de 1955. Es psicóloga social egresada de la Universidad Central de Venezuela, especialista en creatividad. Facilita talleres de creación poética desde 1980. Directora literaria de Dcir Ediciones, Colección de Poesía Venezolana, desde 2015. Autora con 18 libros publicados entre 1975 y 2024, los más recientes: Costura interior /Inner Seam Antología bilingüe (Pro Latina Press, NY, 2024, con prólogo de Alejandro Varderi), En el oído medio (Hojas de Hierna Editorial, Sevilla, 2024), Talismanes para la fuga (Vaso Roto, Madrid, 2022) con prólogo de Amalia Iglesias Serna), Manos (Taller Blanco, Bogotá, 2019 /de libre descarga), Fruta hendida (Kalathos, Madrid, 2019) con prólogo de María Ángeles Pérez López; A la hora del grillo (ElÁngelEditor, Quito, 2016), Alas de navío (Monterrey, 2016), Roto todo silencio ilustrado por Daniel Medvedov (Edición aniversaria 40 años de la 1era. Ed., O.T. Poesía, Caracas, 2016). Poemas suyos han sido antologados en Metapoéticas. Antología de poetas hispanoamericanas contemporáneas (Pre-Textos, 2024), Rasgos comunes. Poesía venezolana del siglo XX (Pre-Textos, 2019), Poesía Latinoamericana de Hoy (Rafaelli Editore, Italia, 2016), entre otras. En junio 2019, Editorial Pre-Textos publicó en España su investigación antológica temática Nubes. Poesía hispanomericana (selección y prologo suyo) que reúne las voces de 291 poetas de 17 países, homenaje a la diversidad en la lengua del Quijote; y en 2006 Otero Ediciones en Caracas publicó la antología Fe de errantes /17 poetas del mundo, co-autoría en en su concepción y selección con la artista visual israelí Lihie Talmor. Ha recibido la «Orden Alejo Zuloaga» de la Universidad de Carabobo en 2013 por su obra póetica y su aporte social en Venezuela; Premio de Honor Naji Naaman’s Literary Prizes 2014 de la Naji Naaman’s Foundation del Líbano por su trayectoria completa; Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, «Alcaldía de Caracas, 1995» por su poemario Sable; Premio Internacional de Poesía «XIV Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre 2002» por su libro en prosa poética En bicicleta. Ha participado en festivales internacionales y en antologías en América y Europa. Presidió el P.E.N. Venezuela (2005-2009). Es asesora la Feria Internacional del Libro Universidad de Carabobo (FILUC). Reside en Caracas. @EddaArmas / IG: Edda Armas