- Me duele el alma, me duelen las tripas, me duele el dolor, me duele el corazón. Me duele la muerte y me duele la vida, Vani.
- Dicen que la muerte es parte de la vida, Puri. Es verdad, pero no las muertes tempranas y absurdas por decisiones mal tomadas por otros que incumben a muchos. Y matan. La España de la gente de bien (casi toda) está de luto, y miles de ciudadanos inician su duelo, un proceso natural ante una pérdida importante. Y no solamente de seres queridos, sino de la vida que tenías organizada y que se rompe de repente. Negocio, hogar, propiedades. Una vida. Ruptura del estar y el ser. Porque no es suficiente con seguir vivo cuando lo has perdido todo. Esa vida que habías construido con mucho esfuerzo e ilusión.
- Han pasado diez días desde que ocurrió la tragedia y las imágenes que nos dejan las televisiones se diferencian apenas de las del jueves o el viernes, a pesar de los miles de voluntarios que limpian sin cesar el lodo que inunda pueblos y carreteras. Pasará mucho tiempo hasta que los lugares arrasados recuperen la cara amable que siempre tuvieron. Pasarán años hasta que la gente vuelva a sonreír en Paiporta, Alaquàs, Albal, Aldaia, Alfafar, Algemesí, Benatússer, Catarroja, Llocnou de la Corona, Massanassa, Pcanya, Sedaví, Utiel y el barrio de La Torre en Valenci; en Letur, en Albacete y Mira, en Cuenca.
- Lo peor será cerrar tantas heridas abiertas. El luto lo expresamos de manera externa con nuestra ayuda y muestras de respeto, pero el duelo es un proceso emocional interno que tendrá que elaborar cada uno con el paso del tiempo. Citando un artículo de Eleonora Florini, Sigmund Freud, en el libro Duelo y melancolía, afirmaba que se trata de una reacción normal ante una pérdida, y establecía varias etapas de duelo según el psicoanálisis; John Bowlby y Colin Murray Parkes también elaboraron sus teorías al respecto, pero la más popular es la de la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross que realizó sus estudios a partir de enfermos terminales.
- Ay Vani, incluso antes de conocer dichas teorías, afirmo con rotundidad que los habitantes y foráneos de Paiporta el pasado domingo estaban indignados, iracundos, desesperados… observando las emociones que explotaron al paso de la comitiva y el fragor con que recibieron a las autoridades más importantes de la nación.
- Es posible que pasaran, en apenas unos días, de la primera fase -etapa de la negación- a la segunda. La realidad se había impuesto tozuda de manera tan vívida y real que había que asumir rápidamente la tragedia. El mundo se había derrumbado a su alrededor y no tenían tiempo de llorar a sus muertos y desaparecidos. Era el momento de actuar sin ayuda del gobierno -si la necesitaban, tendrían que pedirla-, pero sí de la mano de miles de seres altruistas que llegaban de toda España.
- Frustración ante una injusticia que hace posible que la gente explote, grite, incluso agreda -no lo justifico- a aquellos que podían haber hecho más. Es la etapa de la ira, de la rabia ante una situación inaceptable. Un sentimiento que algunos no fueron capaces de controlar, sobre todo cuando están arropados por el grupo. No busquen más explicaciones con ese fango que propagan los voceros del gobierno con la lección y el mantra bien aprendido. Y los agradecidos sumisos que lo escriben para seguir chupando. No hay que ser ultras, ni de derecha extrema para sentir rabia ante la chulería de Pedro Antonio, que diría mi amiga Begoña.
- ¿Pero pedían el carnet a los miles de jóvenes que iban con la pala a quitar barro? Repito, ¡miles de jóvenes que se arremangaban con el lodo hasta las rodillas y los ojos inundados de lágrimas! Son un ejemplo para los politicastros que no están a la altura cuando se los necesita. Y me da igual el color, que no tengo más carnet que el de identidad ni lo he tenido nunca.
- No te embales, tía, que queda mucho duelo por delante. Ahora empiezan las promesas, el asumir si hemos estado a la altura, si hemos cometido errores que nos podrían haber salvado, si nos hemos portado bien con los que se han ido… de intentar mirar al futuro con un poco de esperanza. Es la etapa de la negociación con el dolor que nos arrasa.
- Largo lo fías, Puri. Creo que muchos habitantes de La Palma siguen todavía esperando…
- Por eso dicen los expertos que estas cinco fases no son lineales, se superponen y no todo el mundo las elabora de la misma manera. Escuché que en Valencia ya se habían evitado varios suicidios. Es fácil entrar en la fase de depresión cuando te asola la tristeza y no te quedan fuerzas para volver a empezar. Pero siempre hay motivos para seguir adelante, aunque el mundo se hunda bajo tus pies.
- Y queda la aceptación. Conviviendo con el dolor y el recuerdo. Aprendiendo de lo vivido a fuerza de golpes; sacando lo mejor de nosotros mismos; aceptando ayuda. Intentando vivir de nuevo. Porque, como dice Chapu, siempre amanece.
- Está claro que España seguirá adelante a pesar de los españoles; Valencia y todas las zonas arrasadas volverán -algún día- a la normalidad porque son gente cojonuda.
- Toda mi admiración por los cuerpos de seguridad, bomberos, policías, guardia civil, ejército… ¡Sois los mejores cuando os dejan actuar! Y por tanta gente de bien que siempre está de manera solidaria. Hasta rompo una lanza en favor de Doña Leticia y del rey. La gente sabe distinguir. Bueno, no estoy tan segura…
- En cuanto a vosotros, chupones, lameculos, sinvergüenzas, tarados, ¡ojalá os enfangue el barro que no habéis ayudado a quitar! No podrá pudriros más de lo que estáis, porque sois basura. Espero que las imágenes de muerte y destrucción no os dejen dormir por la noche. Yo no puedo, porque aún tengo estómago y conciencia.
- ¡Cien por cien, Puri! ¡Cien por cien!