La obra puede ser considerada como una crónica de narración en cascada, que abarca algunos de los momentos más drásticos que ha padecido Italia entre los años 1939 y 1945, durante el tiempo en que su Duce Benito Mussolini, antiguo periodista socialista italiano, estuvo uncido al yugo de la Alemania del NSADP del Führer Adolf Hitler. El acercamiento del autor a este fenómeno nazi-fascista, desde el punto de vista literario, se produjo cuando recibió el 19 de septiembre de 2019 un mensaje electrónico, en el que se le citaba para que se acercase a un posible tema de fondo para una novela histórica, que está aquí, con todo el poso esencial de dar realidad a la narración subsiguiente. Por lo tanto, y con el resto de los datos que se le proporcionaron, muy completos y de importante amplitud, pudo el autor acercarse a esta obra tan esclarecedora sobre lo ocurrido, y aportar otro hecho más sobre aquella catástrofe genocida nacionalsocialista que fue la Shoah.
La obra abarca desde el 21 de mayo de 1943 hasta el 4 de junio de 1944, que es el momento trágico cuando los nazis cogen por las riendas el poder en Italia, hasta la caída del Duce «En el verano de 1943, Gina, una estudiante de familia acomodada, se enamora perdidamente de Betto, un intrépido muchacho judío que forma parte de una organización clandestina. Entre ambos surge una original, intensa y prohibida relación que transcurre en el devenir de una de las tragedias más impresionantes de la historia reciente de Europa. Tras la estrambótica caída de Mussolini, Roma se precipita hacia una tormenta de violencia que culminará con la ocupación de la ciudad por las tropas de Hitler. Por otra parte, cuando las SS se disponen a capturar a todos los judíos del barrio hebreo, en el hospital de la isla Tiberina será ideado un sofisticado engaño para salvar a un buen número de personas: el llamado ‘Síndrome K’. La idea de narrar esta formidable historia surge cuando alguien se puso en contacto con el escritor Jesús Sánchez Adalid y le informó de la existencia de unos documentos de valor inestimable. Nadie sabe por qué motivo estos datos históricos permanecían sin salir a la luz desde hace ocho décadas, guardados en el secreto de algunos archivos de la Segunda Guerra Mundial. Tras una investigación apasionante, Sánchez Adalid encontró a los descendientes de los protagonistas reales, los cuales le proporcionaron el fantástico elenco de testimonios, revelaciones, nombres, fechas y anécdotas que componen el cuerpo de la narración. Sánchez Adalid nos regala una fascinante novela que retrata la sociedad romana bajo el dominio nazi. Una mezcla de amor, heroísmo y generosidad, donde hay lugar para la ternura y la belleza. Porque, curiosamente, a pesar del peligro de los bombardeos y las amenazas constantes, la ópera, los teatros, los cines y los cafés romanos siguen abiertos invariablemente. Aun en los momentos más trágicos, Roma no renuncia a su esencia eterna y vital. Esta es la historia real de unos hombres y mujeres que tuvieron que enfrentarse a los acontecimientos más extraños, infaustos y peligrosos que puedan darse en la existencia. Pero es en la mayor adversidad cuando sale y resplandece lo mejor del alma humana».
Esta obra trata de como una genial ocurrencia de ocultamiento realizada por los romanos consiguió salvar a muchos de ellos, y que se refiere a que los ocultados, como enfermos simulados, en el Hospital de los hermanos de San Juan de Dios, engañaron, con la ayuda de sus médicos, a las autoridades alemanas de que aquellos padecían una grave enfermedad contagiosa de estirpe vírica, por lo tanto las SS no se van a atrever a inspeccionarlos, y sí a alguno más curioso se le ocurría aparecer por las salas, los pseudoenfermos comenzaban a toser desaforadamente. El autor nos indica que los nombres de muchos de los protagonistas son reales, y algunos de ellos galardonados por su heroico y peligroso comportamiento, entre otros se deben citar a los frailes Leonardo y Mauricio, los médicos Borromeo, Salviucci y Ossicini, y el secretario Didier Noblels de la Propaganda Fide, organización vaticana. En esta obra tenemos consciencia narrativa enjundiosa del atentado realizado por partisanos italianos contra las tropas SS en la Via Rasella, lo que motivaría una amplia redada, que finalizaría con la matanza de las Fosas Aretinas. Está claro que leer la novelística de Sánchez Adalid enaltece la cultura. Su obra más paradigmática ha sido la dedicada al estudio de los mozárabes o arabizados o mustarabib, ‘EL MOZÁRABE’, que sería declarada novela oficial del Primer Congreso Internacional de la Cultura Mozárabe. El autor es un estudioso importante del comportamiento que se produje en el Medioevo entre las tres religiones monoteístas, que él denomina como abrahámicas, a saber, judíos, mahometanos y cristianos. Como siempre, lo más importante de la novela histórica se refiere, desde mi punto de vista, a tres cuestiones básicas innegociables: un 75% de realidad apoyada en la necesaria ficción, y un ritmo y una coherencia narrativas más que necesarias; todo ello está contenido, en grado superlativo, en este obra, que viene a enriquecer otra fase del período nacionalsocialista europeo del que no se tenían noticias. La descripción fenotípica de los personajes consigue mostrárnoslos como son realmente.
Quiero terminar con un texto del capítulo-28 que resume el terror existente en ese momento. Roma, jueves, 9 de septiembre de 1943: “Transcurrió una noche extraña, sembrada de rumores, suposiciones, ruidoso transitar de vehículos y voces alteradas en las calles. Nadie sabía a ciencia cierta lo que estaba sucediendo en las altas jerarquías de la nación, ni en los cuarteles, ni en los despachos de las autoridades civiles y militares. Todo era ignoto e incierto después del mensaje de Badoglio en la radio. Los ciudadanos que no lo habían oído tuvieron una reacción tímida y desconfiada al principio, cuando la noticia empezó a correr rápidamente; pero la seguridad adquirió mayor consistencia al indicar todo que no se trataba, como muchos creían, de una información falsa. El toque de queda era a las siete, y pasaba de esa hora cuando se hizo público el armisticio, por lo que, tal como estaba prescrito, todas las luces permanecían apagadas. A una hora incierta, en plena oscuridad, parece ser que se vieron algunos resplandores lejanos, seguidos de fragor violento de ametralladoras, explosiones de granadas de mano y estampidas…”. «Nobis cum semel occiderit breuis lux. ET. Ex illa locatione columnarum».
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