Una serie de asesinatos de líderes sindicales y revueltas sociales asolan la ciudad, mientras, Miguel, que solo busca ahorrar para continuar sus estudios de literatura, se enamora de María, la mujer de su único amigo. Ahora, deberá sobrevivir a un mundo desconocido para él, que puede hacer saltar por los aires su integridad física y su amor prohibido.
Con estos mimbres comienza una apasionante historia situada en la convulsa Valencia de comienzos del siglo XX, donde la modernización toca sus puertas; es aquí cuando el autor pasea al lector por escenarios y situaciones tremendamente visuales con el fin de provocarle un cúmulo de emociones; entre ellas, contemplar el amor que se profesan María y Miguel, sabiendo que ellos comparten otro amor, uno más grande y hermoso: el amor a los libros.
Son varios los géneros que engloba esta novela: histórico, negro y, por supuesto, romántico, este último, sin duda, sobrevuela en cada pasaje. Los asesinatos que ocurren en el desarrollo de la trama, su investigación, la alarma entre los trabajadores y las sospechas de culpabilidad, conceden a la obra, grandes dosis de intriga y misterio, a un ritmo ascendente, que culmina en lo más alto.
La narración, uno de los valores más importantes de la novela, es cálida, poética, cadente y evocadora. Sergio Hernández consigue desde el don de la palabra, seducir, cautivar y hacer disfrutar del placer de la lectura. En cuanto a los personajes, están pincelados con gran oficio, desde Ramon Balaguer, Gabriel Sempere, los Gatos, Barret, Arturo Ordax, y las mujeres de la pensión, hasta nuestros protagonistas: María, vulnerable y enigmática y Miguel, un hombre bueno y atormentado en su lucha por hacer lo correcto.
La letra herida nos muestra la amistad y la traición, la ambición y la venganza, el trabajo duro del obrero y el despotismo de los que mandan; el mirar hacia otro lado y el abuso en todas sus facetas. Pero sobre todo nos enseña cómo se construyó la Estación del Norte, con sus dramas, expropiaciones y corrupción. Una denuncia social que se podría aplicar, lamentablemente, a nuestros días y que hará reflexionar al lector sobre el mundo en el que vivimos.
Un mundo en el que aún cabe la esperanza y el amor, como el de María y Miguel, aunque en ocasiones la verdad duela tanto como una herida, porque las letras guardan secretos y certezas que viajan hasta límites insospechados por los raíles de un tren, que, al fin y al cabo, es el camino de la vida…
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