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¡AHÍ LO DEJO!
La Puri escondiéndose entre los libros de la Maudy
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La Puri escondiéndose entre los libros de la Maudy

¡ESA RUBIA!

Anda la Azu tan vaga como la Puri. Sólo se ha puesto las pilas cuando ha visto publicado el libro de la Maudy y del otro gañán que lo ha escrito a pachas con ella. Se queja que los periodistas, hijos del papá, de la Cultureta Gran Reserva de Onda 0 han destripado su libro sobre la Landi, que era tan rubia como ella de joven, y han tenido la poca decencia de solo citar sus nombres de pasada. Y es que hay gañanes en todos los lados y si no es por el enchufe no hubiesen triunfado como la Maudy, que se lo ha currado toda su vida. Y quieren ser los nuevos Camilleris carpetovetónicos. ¡Ahí lo dejo, capullitos de alelí!

- Andas vaga, Puri. Ni escribes, ni sales, ni haces botellón… Te desconozco criatura.

- Tía, los cambios de estación desestabilizan a los más fornidos, cuanto más a una criatura tan delicada y sensible como yo que soy tipo flan de vainilla con sus sueños, años y achaques de la olla. Los días son más cortos, Manolo no calienta igual, anochece temprano y se acabó lucir el poco moreno que me quedaba. No es de extrañar que el otoño conduzca a la depresión, te organices peor y no apetezca ponerte otra vez a retomar las rutinas con las mismas mandangas. Ando tristona e inapetente. Concluyendo, que no voy a hablar del desgobierno.

- Joder, tía, y eso que no has empezado con el cambio de armario. Eso sí te trastoca con querer guardar los atuendos que no te pones por si acaso y esto no pide pan. Cacho Diógenes, que te revientan los armarios de ropita con etiqueta. Sin contar el cajón de las bragas que rebosa. Para un cuerpo solo no necesitas tanta inversión.

- Si sigues por esos derroteros se me desbordan las cataratas y no es el momento. Por algo me llaman la precavida, además de otros apelativos menos cariñosos. Imagínate si engordo, y luego adelgazo, y otra vez engordo… Los disgustos de la vida invitan a llenar el buche o a tirarte en la cama a vino y pan. Habrá que ser próvido por lo que está por venir, que no es moco de pavo con tantas emociones recientes. Estoy como en un tobogán que sube y baja continuamente sin niños gritones que se arrimen. Me he quedado sin serotonina, esa cabrona de la felicidad, por no contar que la hormona del sueño no la encuentro en ningún cajón.

- Ya llamaste a tu jefe una vez ciclotímico al careto por eso de que le oscilaba el ánimo y tú te las dabas de que sabías algo. Mejor estás calladita, mona, y reflexionando en la piltra, porque tienes una lengua… que si te la muerdes te envenenas.

- Tía, no me hables de crímenes, que me salen chorros de sangre por los poros con eso de la Landi que está en boca de todos. ¡Vaya matraca! Radio, tele, prensa escrita, web… medios leales y desleales al gobierno, pseudo medios, voceros, infiltrados… un no parar luciendo la pipa los autores. Sobreexposición lo llamo yo.

- ¿La pipa? ¿Pero tienen licencia de armas? ¿Lo sabe la poli?

- ¡Joder! ¡La pipa de fumar! Que mola mogollón y se han hecho adictos. Ya me gustaría también ver al Oliaga con velo, pa descojonarte, Vani.

- Tiempo al tiempo, tía, porque con tal de vender, este par de dos son capaces de todo. Pavos reales con la cola extendida parecen. Y eso que los están destripando el libro. La otra noche, en la Cultureta Gran Reseva, dos periodistas que se quitaban la palabra lo contaron todo de pe a pa, como si lo hubieran escrito ellas. Y solo los nombraron una vez, como si el respetable no tuviera derecho a saber quién se ha dejado los cuernos en tamaña empresa.

- Es lo que tiene desempolvar a una estrella, que los ha estrellado. Nadie habla de ellos, solo de la prota. Y ni una foto donde se los vea el careto, claro, que ya se encargan ellos de las redes, que lerdos tampoco son y quieren lucir palmito.

- Tía, no es para menos, porque han desempolvado un mito. Era una mujer de armas tomar que hizo escuela. Intrépida, sagaz, inteligente, audaz, atrevida. Con humor -y no precisamente negro-, que dejaba perlas como bombitas para el que fuera capaz de leer entre líneas. ¡Una tía fetén que marcó una época! vestía pantalones en vez de la saya que llevaban las mujeres en la España profunda, conducía un buggy despampanante, fumaba en pipa y metía las narices en todos los fregados. Vaya, veloz como una centolla.

- Será centella, tía. Con eso de la estrella te cambias a los peces de colores.

- ¡Ay, Puri, qué mujer! ¡de las que no quedan! A lomo de asno cansino se desplazaba al lugar del suceso si no había otro modo; subida en la moto veloz de un lugareño si era el caso, o trepando montes cual cabra montesa cuando era necesario, muerta de sed porque ni regatos encontraba para mojar el gañote. Sin hablar de que tenía el culo cuadrado de aguantar desplazamientos interminables en trenes con asientos de madera resudaos antes de comprarse el Volkswagen Karmann Ghia en Alemania. Precursora del true crimen, que dicen en la actualidad los modernos, con su estilo directo, sencillo, claro, agudo, irónico y un tanto novelesco que ayudó a la alfabetización de muchas personas…

- ¡No jodas, Vani! ¿Qué aprendieron a leer muchos analfabetos para seguir en directo las crónicas de la Landi en EL CASO?

- Eso se afirma. No había tele ni revistas del corazón. Meterse en la cama al caer el sol suponía parir en un año, y las mujeres no eran tontas. A entretenerse con los asesinatos de otros.

- Ponían escribir a Doña Elena Francis y contar su mal de amores…

- Qué poca historia tienes, Puri, o no has leído La rubia del velo y la pistola. Escribían cartas a Peggy. Otro consultorio sentimental que llevaba el semanario. Y adivina, criatura, ¿quién contestaba? ¡Margarita Landi! Otro dato que no sabía nadie hasta que Oliaga y Ventosa lo han aireado. Y como eso, muchas más cosas que están dejando ojipláticos a la concurrencia.

- Tía, me voy corriendo a empaparme de la historia, que ya me han dicho que el día de la presentación había más gente fuera que dentro, porque petaron la sala y les dolía la muñeca de tanto firmar ejemplares al finalizar el acto.

- Pues corre, que en El Corte Inglés según reponen, se agotan. A ver si lo encuentras. ¡Ahí lo dejo!

- Exageras, tía, pero por si acaso, voy rauda y veloz a la librería ¡Ahí lo dejo!

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