Hay que tomar cartas en el asunto. Para eso estamos aquí. Es verdad que no podemos quedarnos en la vida campesina anterior, la de nuestros abuelos, pero tampoco se deben implementar energías indiscriminadamente, por mucho que sean renovables o, supuestamente, ecológicas. Cada uno hablará desde su propia experiencia. Cada uno tiene sus emocionales recuerdos. Cada uno se asirá a lo que considere más oportuno, pero es necesario ponerse de acuerdo, elaborar una estrategia ecléctica que no nos deje sin campo. Hay que anhelar un futuro sin asesinar el paisaje. Hay que dar un salto que no sea mortal para el ecosistema, para que no se nos asuste nuestra fauna y nuestra flora, para no tener que dar mil rodeos por las cercas y vallas que impiden el paso a los caminos. Nos estamos quedando sin caminos. Mos Maiorum es una compañía que hace teatro documento. De hecho, pareciera que estamos asistiendo a un documental donde se entrevista a diferentes personajes de toda condición, pero relacionados con ese territorio donde la tecnología ha llegado y quiere quedarse. Ireneu Tranis, Alba Valldaura y Clàudia Vila son los artífices tanto del texto, SOLAR, como de la ejecución de la puesta en escena, que ya fue finalista en los pasados Premios Max en la categoría de Mejor Autoría Revelación. Entre los tres interpretan todos los personajes con acierto y sensibilidad, a los personajes indignados, a los asustados, a los técnicos, a los políticos, a los vecinos que de estas cosas entienden más bien poco: Yo solo quiero lo mejor para el pueblo y para mi familia. Lo que le ocurra a la tierra, repercutirá en nosotros, eso todos lo saben, no hay que ser muy avispado para comprenderlo. Pareciera que ha llegado el prodigio a nuestras mesetas y campos de cultivo. Que, a partir de ahora, debemos contemplar el futuro como algo que no nos pertenece. De ahí la necesidad de recuperar aquellas canciones y bailes que nos identifican, de recoger el testimonio de nuestros mayores, de que los pueblos no se conviertan en museos sin alma y los alrededores en fincas de ¡ojo, peligro!, y no precisamente por los perros guardianes de toda la vida. La acción se desarrolla con interés y, desde el principio, pretenden implicarnos, y los estamos. Vivimos en la ciudad, pero no se nos puede olvidar cómo suena el canto de un gallo. Vivimos en la urbe, y todo eso que instalan nos beneficia, pero esperemos que la era de esas imágenes cinematográficas de coches voladores, edificios flotando, sin que se pueda ver un solo árbol, sin que haya un lugar verde, tarde mucho en llegar o se quede en simple ficción. Que la tecnología no se convierta en costumbre, que no tengamos que pedir, como Marcos Ana, pero por otros motivos, el de la libertad, ahora el de la ciencia, “decidme cómo es un árbol”. Y luego nos quejaremos de que suben las temperaturas, del cambio climático, de que, pronto, nos estaremos alimentando solo con pastillas, porque no habrá más que alimentos procesados. SOLAR es un alegato en asamblea comunitaria de todos los espectadores, incluso de los que no han ido a ver la función, pero eso no les exime del compromiso; aunque no vivamos en él, el campo es de todos, y es absolutamente, de momento y afortunadamente, necesario. FICHA ARTÍSTICASOLAR Dirección artística: Ireneu Tranis Espacio: Nave 73 hasta el 6 de octubre Noticias relacionadas+ 0 comentarios
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