www.todoliteratura.es

"Ensayo sobre una cebolla infinita", de Javier Adrada de La Torre

Ed. Pretextos, Valencia, 2024
domingo 22 de septiembre de 2024, 17:16h
Ensayo sobre una cebolla infinita
Ensayo sobre una cebolla infinita
Podríamos decir que a pesar de su juventud, Javier Adrada de La Torre es traductor, investigador, docente, doctor en Traducción e Interpretación Astrológica por la Universidad de Salamanca y como los buenos artistas se diversifica en novela, ensayo y por supuesto poesía. El poemario del que nos ocupamos hoy es precisamente el Premio Poesía Emilio Prados de 2023.

Un poemario, estructurado casi a modo de movie road que desde los fragmentos de la nada, lo circular y lo repetitivo nos lleva a unas señas de identidad que rastrean a veces desde un tono filosófico existencialista, la sombra barthesiana se manifiesta junto a la poesía sin imposturas de Sylvia Plath, otras veces alarga una inteligente ironía, como puede apreciarse en el poema titulado “[intermezzo, taller de escritura creativa] donde se enumeran tópicos y típicas herramientas de esos talleres en boga, recordando la inconmensurable creativa dadaísta. Entresacamos también aquella mítica canción de Joaquín Sabina “Pongamos que hablo de Madrid”, mediante el verso la muerte pasa en ambulancias blancas. La música está muy presente, también de la mano de otro verso la calle es una selva de cemento de Hector Lavae. Sin embargo, tras esa cortina de humor, la evidencia salta de manera certera, pues como leemos, “este ensayo sobre una cebolla infinita es indiscutiblemente único”. El lector debe agradecer, sin ningún género duda, la actitud de experimentación, absolutamente necesaria y a menuda olvidada, en poesía. El poeta escapa a todo intento de clasificación crítica, por fortuna, pero hay mucho de romanticismo rebelde en su proyecto lírico experimental, su distorsión hasta del lenguaje para ponerle al servicio del acontecimiento poético. De esta suerte, Shakespeare se nos aparece absolutamente rompedor en el poema “versión alternatia de macbeth compuesta a doce manos”, del que no transcribimos ningún fragmento para no desvirtuar el ritual de suicidio verbal. Bien es cierto, que a menudo el poeta, o por ser exacto, el poeta pero que no escribe poesía, utiliza medios recurrentes en la historia de la literatura, a saber la del historiador que están estudiando un documento original, tratando de difuminar la autoría textual. Por ello, aparecerá un soneto erótico del último poeta Románico, con nota pie de página incluida, titulado “Clitoria” frente a otro soneto titulado “propuesta de enmienda del soneto CXV de Shakespeare” que incluye precisamente el primer verso del soneto como si fuera una cita de Manuel Machado (Thoses lines that I before have writ to lie/Aquellas líneas que escribí antes, mienten). El texto de Javier Adrada es lo que se viene a conocer como poesía fónica, o si se quiere, como una nueva marca insistente de lo esencial de la música.

Sin embargo, ese concepto de “escribo poesía pero no soy poeta” se refleja en la propia presentación que el autor hace de este poemario: “este libro no tiene ningún valor por sí mismo / más allá de galardones o editoriales o frivolidades estéticas este libro sigue estando esencialmente vacío / acaso no me cree? adéntrese en sus páginas y déjese convencer de la insignificancia de cualquier texto compuesto por el ser humano / de que toda certidumbre intelectual es un engaño retórico / sea usted quien fecunde con su lectura el abismo fértil de este hambriento producto / por favor haga mi trabajo y convierta en significados específicos lo que yo dejo en sus manos en forma de potencia (el autor)”. Bien mirado, se cumplen las premisas del horizonte de expectativas que acuñara Jauss para reflexionar sobre la relación entre la recepción original de un texto literario y cómo se percibe a lo largo de diferentes etapas históricas y lectores y, también aquella magnífica lección de Roland Barthes Barthes que hace hincapié en el goce que provoca la lectura, y recupera el placer del texto contra la indiferencia de la ciencia y el puritanismo del análisis ideológico, pero también contra la reducción de la literatura a un simple entretenimiento. Por consiguiente, estas consideraciones, el gusto vanguardista y la experimentación lírica (transformadas las normas subvertido el lenguaje ya nada volverá a significar lo mismo, leemos en el poema “Testimonio periodístico de una vejación colectiva”) hacen de Ensayo sobre una cebolla infinita un poemario sobresaliente, en cierto modo, una tentativa de formalización de una poética tan singular como sorprendente. Metáforas y emociones que reiteran la evidencia de lo innovador, buscando un nuevo soporte lírico en consonancia con los nuevos tiempos. Se quiera o no, el escritor se toma muy en serio la tarea de la escritura, buscando hallar en el lenguaje, en su elasticidad acaso, unos elementos mesurables, unos parámetros que sustituyan formas métricas clásicas y convencionalismos.

Finalmente, hay que destacar también la labor del Centro Cultural de la Generación del 27 de Málaga, en concreto, con este premio Emilio Prados que da a conocer nuestras propuestas y aplicaciones poéticas. De la editorial Pretexto, poco podemos añadir, salvo el agradecimiento que el lector de poesía interesado pueda rendirle.

Puedes comprar el libro en:

https://amzn.to/3TC3PNy
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios