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Alain Vigneau
Alain Vigneau (Foto: Cortesía de la editorial)

Entrevista a Alain Vigneau: “Un libro que conmueve, conmueve porque mueve”

Autor de “El camino del clown”
martes 20 de agosto de 2024, 16:15h

Alain Vigneau (Francia, 1959) es un conocido actor, clown y pedagogo fue fundador y director de la compañía de teatro La Stravagante. Como artista colaborador de Payasos Sin Fronteras, actuó en Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Namibia e Indonesia, haciendo reír a miles de personas en los rincones más lejanos del planeta. Fue profesor de Drama y Clown en el Máster de Arteterapia de la AEC/UVIC (Barcelona), y cofundador del centro Conciencia y Artes Escénicas de Puebla de los Ángeles (México).

El camino del clown
El camino del clown

Colaborador del Dr. Claudio Naranjo en los programas SAT, Alain Vigneau trabaja en países como España, Italia, Alemania, México, Francia, Rusia, Estados Unidos, Chile y Brasil. Internacionalmente reconocido por su destacada labor en la fusión de clown y gestalt, también participa frecuentemente en distintos centros dedicados al desarrollo personal y artístico en Europa y América Latina, donde ofrece seminarios sobre Clown Esencial, un método que él mismo ha creado.

El camino del clown” celebra de manera maravillosa la vida y rinde tributo a la fortaleza que todos llevamos dentro para enfrentar los altibajos, el sufrimiento y la pérdida. En lo más profundo de nuestro ser, permanece el impulso vital que nos rescató en nuestra infancia, aguardando que aprovechemos su capacidad regeneradora.

"El camino del Clown" cierra una trilogía. ¿Nunca deberíamos dejar de celebrar la vida con todas nuestras fuerzas?

El camino del Clown” cierra una trilogía que empecé con “Clown esencial, el arte de reírse de sí mismo” en el 2016, seguido de “Vida del Clown, la tragicomedia del ser”, en el 2020 y ahora este nuevo libro. Efectivamente, mi invitación al escribir este tercer libro es la de celebrar la vida con todas nuestras fuerzas siempre. En cualquier momento y circunstancia, por eso el subtítulo es La vía del entusiasmo sagrado, porque se trata de un verdadero entusiasmo, palaba que viene del latín en el sentido de estar poseído por Dios o por lo divino. Esta es la idea del libro y es también mi filosofía, mi vida después de tantos años, y creo que no deberíamos dejar nunca de celebrar la vida. Ahora bien, hay que encontrar cómo, cómo se puede hace eso. Suena muy bonito celebrar la vida siempre, pero hay que encontrar la manera.

¿Buscaba escribir un libro que conmoviera o que moviera?

Buscaba escribir un libro que haga las dos cosas. Una cosa lleva a la otra. Una cosa que conmueve, un libro que conmueve, conmueve porque mueve y eso ya está pasando en este libro. Cuando llevaba poco más de mes y medio en la calle ya salió la segunda edición. Yo escribo sobre temas que tocan a todo el mundo, que son profundos, que sabemos de alguna forma que están presentes en nuestra vida diaria y, especialmente en este tercero, donde he incorporado muchos testimonios de alumnos y alumnas que he tenido a lo largo de estos años, muchas personas se van a reconocer; van a reconocer algo de su propia historia; algo de sus propios mecanismos de sobrevivencia; algo de su propia infancia y también, algo de su propia vida adulta. Los comentarios que he recibido alaban el libro en ese sentido: es un libro que mueve; es un libro que conmueve. No es un libro que ayuda, es un libro que inspira. Es un libro que hace bien, lo que personalmente me llena de alegría, pero sobre todo me reconforta en el sentido de que he escrito lo que quería escribir, porque quería escribir algo que inspirase.

Yo creo que vivimos en un mundo donde se manipula mucho a las personas a base de miedo, a base de pánico, por lo que también es importante que tengamos acceso a libros que nos reconfortan, que nos inspiran, que nos devuelvan confianza en la vida y en los seres humanos.

¿Existe alguna infancia que no haya sido saqueada?

De manera general yo diría que cuanto más avanzamos en el tiempo, más mejora la infancia gracias a que mejora el nivel de conciencia de los padres. Tengo gente joven que hacen terapia antes de ser padres o madres, y eso me devuelve confianza en el ser humano, porque esas personas se preocupan de arreglar sus asuntos, sus conflictos emocionales, curar sus propias heridas de la infancia antes de lanzarse a la aventura de ser padre o madre. Esto es una señal de que vamos bien. Pero, a veces, cuando doy conferencias, pregunto al público: si vuestros padres hubiesen esperado a ser perfectos para tenernos, ¿cuántos de nosotros estaríamos aquí? Ninguno de nosotros.

Hay infancias saqueadas, palabra que utilizo en el capítulo “El arte de saquear una infancia”, porque hay padres y madres que considero que son malvados por inconsciencia, por arrastrar sus propias heridas, porque no tuvieron la oportunidad social y económica de poder interesarse por sus propios conflictos y repiten de alguna forma el daño que a ellos se les infringió en su infancia. Hay infancias saqueadas, pro no todas lo son. Nos podemos alegrar de que hay niños y niñas que crecen en familias relativamente sanas, aunque siempre hay asuntos, obviamente. Primero, hay familias que tienen herramientas para resolver los asuntos; segundo, familias que tienen un interés por el desarrollo personal y herramientas para cuidar bien de los hijos e hijas, incluso cuando hay separaciones o asuntos trágicos. No da como para tener hijos y no estropearlos un poquito, pero entre transmitir nuestros propios fantasmas, pánicos, miedos, fobias… nuestras propias neuras a nuestros hijos, yo creo que es ley, que esto va a pasar. Hoy hay muchas herramientas para que el impacto negativo sea moderado.

La risa traspasa fronteras, conexiona, hermana, funciona como catarsis colectiva cuando es pura y sana. ¿Por qué tanta gente al humor le quite el amor? ¿Cuáles son los efectos más positivos de no olvidar el humor cada día ni dejar aparcada en casa la sonrisa?

Tanta gente quita el amor al humor porque mucha gente está desprovista del amor sano, del amor genuino, compasivo, generoso. Estoy en la catedral de Jaca y le digo a mi nieta: busca una cara de alegría. Y no encontramos ninguna, todas son caras de aflicción, de miedo, de espanto, de pena, de tormento. El amor gozoso, genuino, es un bien escaso, y el humor se maneja como cualquier otra herramienta de expresión emocional. Sin el ser humano no hay amor, pues tampoco lo va a haber en su humor, ni lo va a haber en su caminar, en su educación, en su vocación, si es que la encuentra. Por eso, anda por ahí muy suelto el humor sin amor, que se vuelve un humor que excluye, un humor que diferencia, un humor que mata, un humor que asesina, sarcástico que no es más que rabia disfrazada de humor.

El humor sano va junto con el amor. No podemos hablar de humor como una expresión aislada de los sentimientos de ser humano. Si el humor está conectado al amor y si el ser humano está conectado al amor, entonces el ser humano estará conectado a un humor positivo que le permitirá gozar de una sonrisa cada día, pero no una sonrisa porque la vida sea fácil o graciosa, porque sabemos que no es así. El método de trabajo que yo cree, que se llama “Clown esencial”, el subtítulo se llama “La sonrisa del corazón”, la sonrisa que yo busco es la del corazón más que la de la cara, que es más social. La sonrisa del corazón puede perdonarle a la vida, a sus injusticias, sus vaivenes, sus durezas, sus imprevistas. La sonrisa mucho más profunda, pero tiene que estar ligada al amor genuino, compasivo.

El clown y la lágrima dibujada en su cara, el clown y la torpeza en sus movimientos torpes… ¿por qué transmite tanta tristeza su imagen?

Marcelino fue un clown muy famoso de Jaca que triunfó en Inglaterra y en EE. UU y que terminó suicidándose, como muchos otros clowns, en su habitación de hotel de Nueva York. Chaplin admiraba y se inspiró en Marcelino mandó una corona de flores a su entierro. Siempre aparece el tema de la tristeza y la alegría. Yo creo que los clowns son lo que son porque son seres sensibles. No se puede ser clown si uno no es sensible, y cuando uno es sensible lo es para todo, para lo bueno y para lo malo. Muchas veces se busca el humor para tapar la depresión, aunque sigue estando presente y reatrapa a muchos clowns al final de su vida o de su carrera. Ser clown es tan bonito, tan hermoso, tan maravilloso que cuando uno, por lo que sea, tiene que dejar de actuar o pierde el éxito, yo entiendo que la caída del paraíso es tan grande que ciertos clowns no lo soporten. Lo entiendo perfectamente, pero esta polaridad entre alegría y tristeza está presente en el clown por su propia sensibilidad. El clown y mi trabajo es celebrar la tragicomedia humana y, en este sentido, el clown sabe reír y el clown sabe llorar.

Hay una dignidad en la tristeza del clown tan humana, ¡tan hermosa! Lo mismo que hay en su alegría y en sus movimientos torpes, hay un entusiasmo por vivir y por eso el clown es bonito, porque el clown celebra la torpeza humana al vivir. Nadie sabe cómo hay que vivir, cómo hay que gestionar las relaciones, la salud, la economía, la sexualidad… todo esto es muy complicado para el ser humano, pero ahí estamos, viviendo en parejas, teniendo hijos, manejando la vida, intentando sobrevivir a la vida. Y esto es lo que celebra el clown, y en este sentido, totalmente legítimo, que estén las dos dimensiones presentes en su rostro. Yo, cuando mis alumnos salen a improvisar, no les pido que nos hagan reír; les pido que nos hagan soñar.

“Las heridas que más duelen son las del abandono, del abuso, de la soledad, del castigo, de la injusticia, de la exclusión social”

De las heridas de nuestra infancia, ¿las que más duelen son las maternas? ¿El no sentirse querido y protegido por quien más debiera de amarnos en el mundo?

No, las heridas que más duelen son las del abandono, del abuso, de la soledad, del castigo, de la injusticia, de la exclusión social… y eso viene tanto de lo paterno como de lo materno. Ciertamente, lo materno está relacionado con una expectativa de cuidado que cuando no se da duele mucho, pero he visto tantísimas personas más traumatizadas por actitudes del padre… se necesita de un padre y de una madre en la infancia. No es que solo estemos esperando del lado materno la sobrevivencia, también la estamos esperando del lado del paterno, así que cuando tú dices el no sentirse querido y protegido por quien más debiera de amarnos en el mundo, ahí yo pongo al padre a la misma altura que a la madre, aunque, obviamente, la maternidad es mucho más profunda en su implicación que la paternidad. Las heridas del lado paterno duelen igual o más que las del lado materno.

¿Cuál es el papel de la creatividad en la sanación?

La creatividad, primero, es algo que no hemos perdido nunca, basta con mirar nuestros sueños. Seguimos siendo seres sumamente creativos, sumamente. Pero la creatividad consciente; la creatividad como incorporación al placer del vivir entra en juego la sanación en varios aspectos. uno, es que nos devuelve poder, el poder de reescribir nuestra historia; el poder de reinventar mundos y con ellos crear nuevos puentes con el mundo, que eso es importantísimo. Una cosa es la creatividad en la soledad y otra cosa es crear un puente con el mundo gracias a esta creatividad.

La creatividad forma parte importante de la sanación porque es la que nos permite volver a entrar en contacto con un gozo natural de estar en la vida, de estar en un sentido tanto apolíneo como dionisíaco, de estar en la sensibilidad de la vida, de estar en la tragicomedia de la vida, de poder sentir tanto alegría como tristeza. La creatividad es la que nos permite crear con lo que nos pasa. eso nos sana porque nos devuelve poder. Yo escribí una frase que dice: transformar nuestro pasado en patrimonio nos devuelve dignidad y pertenencia al mundo. Esta frase es muy importanate, y esto se hace gracias a la creatividad.

La idea de mis libros y de mi trabajo es restablecer un diálogo sano, fructífero, inspirador, reparador entre la psique adulta, porque somos adultos, y el arquetipo del niño o la niña interior

Si no dejamos que aflore el niño que fuimos, ¿entenderemos alguna vez al adulto en el que nos hemos convertido?

Si no dejamos que aflore el niño no entenderemos al adulto y las heridas de la infancia seguirán llevando las riendas de nuestras vidas adultas. No lo dudo. Parte de la sanación del adulto, pasa por revisar nuestra relación con nuestro niño o nuestra niña interior, ahora bien, dejar aflorar el niño que fuimos implicará también que nos encontremos con sus heridas, no solamente con sus herramientas, sino también con sus heridas.

La idea de mis libros y de mi trabajo es restablecer un diálogo sano, fructífero, inspirador, reparador entre la psique adulta, porque somos adultos, y el arquetipo del niño o la niña interior. ¿Eso qué quiere decir? Reabastecernos de las energías que eran nuestras en la infancia como la espontaneidad, el atrevimiento, la confianza, la inocencia, la capacidad de asombro, la creatividad… y ponerlas al servicio de nuestra psique adulta cuando la necesitemos, cuando las circunstancias nos lo pidan.

La imagen que tengo es como si en nuestro pecho viviesen dos corazones, uno pequeño que alimenta al grande de estas energías de la infancia, y a cambio, el grande nutre al pequeño de compasión, de conocimiento, de conciencia, de consuelo, porque nosotros tenemos como adultos las herramientas necesarias como para sanar a este niño, a esta niña. Por eso no es solamente entender al adulto, sino establecer una relación sana con nuestro niño interior no nos vuelve adultos más infantiles como se podría pensar a primera vista, sino que nos convierte en adultos más completos, completas. Este es el fin de mi trabajo y se refleja en mis libros.

Después de tantos años de experiencia en diversos países, con gentes distintas, ¿podría afirmar que el dolor que habita el alma humana tiene características y raíces similares?

Si, en el primer libro que publiqué en el 2016 escribí algo así como que después de viajar tanto, ya en aquella época, me había dado cuenta de que todos reímos y lloramos en el mismo idioma. Ahora, en 2024, después de haber seguido viajando muchísimo y trabajando muchísimo con miles de personas distintas lo reafirmo: las heridas básicas, nucleares en el ser humano son las mismas, aquí y en todas partes y se reducen a unas pocas, que son, las heridas de la pertenencia, más bien las heridas de la no pertenencia, de la exclusión. Nuestra pertenencia es nuestro mayor bien en la infancia porque es la que nos da la dignidad, y cuando no se puede pertenecer por lo que fuese, es una herida muy grande; otra herida muy profunda es el abandono, la soledad, los castigos, la injusticia… Eso es común, y mi trabajo es sanador y mi trabajo tiene éxito porque yo busco enfocarnos en lo que nos une que lo que nos separa. Lo que nos separa, si se mira bien, es muy superficial; lo que nos une, es muy profundo.

Así que, sí, el dolor que habita el alma humana es el mismo.

¿Dentro de cada uno de nosotros habita un héroe anónimo? ¿Cuál es la clave para llegar a él, para hacerle aflorar y que nos salve?

Debemos tomar conciencia de esta fuerza que nos salvó en la infancia y es implica un trabajo profundo de revisión de la infancia que no todo el mundo está dispuesto a hacer. Eso hay que tenerlo en cuenta también. Una clave es para llegar a ella o a él es la valentía de explorar, de mirar dentro, de recordar de mirar los asuntos de la infancia, que es delicado. Otra clave es nutrir a este héroe, reconocerlo, honrarlo, volvernos a considerar como seres sagrados. Hablo de todo esto con la conciencia de que es un trabajo que pide tiempo, decisión, enfoque, energía… no es algo tan fácil como podría parecer a primera vista. Si hubiese una sola clave ¿cuál sería? Una vez más la del amor, reconfortar a este héroe. Yo considero a los niños y niñas héroes, heroínas porque en la infancia siempre hacemos de todo para salvar a papá y mamá para que las cosas vayan bien en casa, para que no haya más conflictos, más peleas, más pánicos, miedos, y los niños estás dispuestos a lo que sea para salvar el barco familiar. A veces entregan hasta su propio cuerpo, tú que has leído el libro, un capítulo muy importante es El país de siempre jamás, que habla de los contratos que se hacen; entonces, sobre estos contratos explico como los niños están dispuestos a alejarse de su ser auténtico para volverse lo que se espera de ellos o lo que les parece que puede salvar el barco familiar. La clave para permitir que este héroe nos salve pasa por legitimar el dolor de este niño que se tuvo que convertir en héroe o esta niña que se tuvo que convertir en heroína. Yo creo que la clave es la consciencia, la decisión de explorar, de entender, de reparar.

La pertenencia da seguridad, pero ¿qué ocurre cuando por pertenecer perdemos la dignidad? ¿Cómo conjugarlo para mantener el equilibrio?

Cuando por pertenecer perdemos la dignidad nos volvemos neuróticos, construimos un carácter, un ego, eso es lo que pasa, digamos que muchas veces en la infancia nos alejamos de nosotros mismos y en ese sentido perdemos nuestra dignidad auténtica para poder pertenece a una familia, a una estructura, a un sistema… yo creo que la clave está también en la consciencia, porque es muy legítimo que prefiramos pertenecer y perder la dignidad que guardar la dignidad y ser excluidos. Somos animales de rebaño. Cuando yo era pastor, hace 40 años, con las ovejas en el Alto Aragón las observaba mucho y no me cabe duda de que aún estamos muy cercanos a nuestra raíz animal, arcaica, que pide seguridad, ante todo seguridad. Entonces, se me hace legítimo que en la infancia optemos por renunciar a sentimientos, necesidades, con tal de poder pertenecer. Para recuperar un equilibrio, una vez más la conciencia. Me preguntan muchas veces cómo se recupera el equilibrio, cómo se sana a las heridas de la infancia, y digo, hay que volver al niño o a la niña y entender a esta criatura que siempre hizo todo lo que pudo para que las cosas vayan bien. Yo creo que es la comprensión, el consuelo. En el nuevo libro escribí: quién no mata al asesino muere también. Creo que una parte de la sanación también es reclamar, es decir las cosas que nos dolieron y eso es parte de un trabajo terapéutico. Es expresar nuestra repulsión a las injusticias, es expresar nuestro dolor cuando se nos castigó injustamente, o nuestro desamparo cuando hubo una separación, por ejemplo, trabajo terapéutico, trabajo de conciencia, trabajo de darse cuenta lo que puede mantener el equilibrio.

Un terapeuta herido, que ha recorrido un largo camino interior hacia la sanación, ¿es el mejor guía porque ha vivido y sentido lo mismo que las personas que ayuda a reconstruir?

No soy tan categórico. No basta haber sido herido para poder acompañar, tiene que haber, lo expresar en la pregunta, ¿haber sido el mejor guía? No lo sé eso del mejor es una palabra que me parece muy exclusiva, muy peligrosa… ¿que puede ser un buen acompañante? Sí, alguien que haya pasado por el dolor y haya convertido su propio dolor en algo de comprensión, empatía, algo genuinamente amoroso, alguien que hay podido perdonar y haya hecho un largo recorrido, porque es largo el recorrido, sí, porque puede ser un buen acompañante. Ahora, no el mejor. Pero un buen acompañante sí. En mi caso, yo no podría hacer lo que hago ni tendría el derecho de hacer lo que hago, que me meto en muchos asuntos muy profundos, si no hubiera hecho este largo recorrido, que aún no está terminado, porque yo creo que el trabajo nunca acaba, si no hubiese yo cruzado aquellos infiernos que cuento en Vida de Clown, que cuento en mi segundo libro, que supongo que también has leído y si no te invito a hacerlo porque es importante para el trabajo que hago, mi maestro era Claudio Naranjo, que había perdido su único hijo en un accidente de coche, y esta pérdida fue lo que le hizo despertar, darse cuenta que nunca había querido, nunca había amado verdaderamente. Entonces, obviamente, las heridas personales cuando se pueden convertir en luz, sí, son heridas que son pozos de comprensión, de empatía, de respeto, de honradez, hacia las heridas de las demás personas, ¿no?

¿Solo el amor nos puede salvar? Aunque nos cueste…

Sí, habrás leído esta frase que puse en el libro que si hemos enfermado por falta de amor solo el amor nos puede curar. Sí. No quita las herramientas cognitivas porque reparan también el amor. El amor a uno mismo, el amor al mundo, el amor a los demás. Muchos nos hemos enfadado muy legítimamente con el mundo en la infancia y muchos y muchas nos hemos vuelto tacaños, tacañas, nos hemos apartado, nos hemos refugiado en nuestros mundos interiores por despecho, porque el mundo no nos entendía, no nos comprendía o no nos merecía, así que, para volver a reparar el amor hacia el mundo, es necesario reparar el amor hacia uno mismo, hacia una misma. Para mí, cualquier proceso terapéutico que no tenga una dimensión amorosa, no sirve, porque lo que repara es el amor. Porque lo que causó la herida o las heridas es la falta de amor.

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