Aunque el término sororidad es de muy reciente cuño y aprobación (23 edición D.E.L., de 21 diciembre de 2018), si bien ya Unamuno en su novela “la Tía Tula” de 1921, lo menciona, en su referencia a la necesidad de emplear un término equivalente a la palabra fraternal, refiriéndose a la tragedia de Sófocles sobre Antígona, la hija de Edipo y su madre, Yocasta, he querido comenzar esta reseña-opinión sobre la novela LA PRIMERA MESTIZA, de Carmen Sánchez-Risco, con esta palabra para significar que este sería uno de los mensajes que la autora propone y/o destaca de la fascinante y vibrante vida de la protagonista, Francisca Pizarro Yupanqui, a la sazón, hija del conquistador del Perú Francisco Pizarro y la ñusta (noble del imperio), Quispe Sise Huaylas, hija a su vez de una esposa secundaria del último gran Inca Huayna Capac y la princesa inca Contarhuacho, que era una curaca de Huaylas. No digo que esta palabra resuma la novela ni que sea el término preciso, pues en todo caso lo sería sin el componente político actual de reivindicación feminista, pues la novela a más de lo histórico y la puesta en valor de la desconocida trayectoria vital de “la Mestiza”, da cuenta de la alianza existencial de un grupo de mujeres en la búsqueda de la eliminación social de determinadas formas de opresión, un pacto de ayuda mutua frente a la experimentación de desigualdades de género. Y una curiosidad, lo dicho, o sea la unión sí o sí entre mujeres “en lucha por”, la vive nuestra protagonista en uno y otro continente, a un lado y otro de los grandes mares. Aquellas mujeres aliadas, cómplices, olvidadas y silenciadas tuvieron que hacer frente a las humillaciones “propias” de ser mujer como por ejemplo la discriminación por parte de la Corona al negarles la capacidad de saber administrar sus bienes, los propios o los heredados por viudedad. Misoginia Si bien, no todo fueron estas rosas de la comprensión y ayuda mutua entre mujeres, pues conoció también “la Mestiza”, las espinas de la misoginia, el desprecio, el rechazo por su sangre híbrida, mezcla de dos continentes y por ser mujer como digo, y no la misoginia desde el punto de vista masculino, que también, sino por parte de mujeres de su entorno, especialmente en la corte española que la aborrecían, aunque quizá más bien era el pecado de la envidia el que revestía aquel rechazo visceral por parte de cierta clase de mujeres “posicionadas” que además de su “plata”, envidiaran el poder que la mestiza ostentaba, su clase, su categoría humana, personal y social, su belleza, tanto la de su rostro como la de su bonhomía, sus posesiones, su capacidad de lucha frente a la adversidad y quizá también su alegría en el derroche. Mestizaje Y es que esta cualidad, la del mestizaje, es otra de las claves que apunta o que podemos discernir que la autora nos está proponiendo. Al ser “la Mestiza”, doña Francisca, una persona culta, leída y que escribía perfectamente, según apuntan las fuentes, no parece que esta condición de sangre mixta supusiese para ella personalmente ningún hándicap frente a su posicionamiento social, pues ciertamente fue educada y se formó en ambiente de españoles, no estando excesivamente pegada a las tradiciones indígenas, aunque participara de determinados ritos e incluso practicara la lectura del movimiento “de las aguas”. Caso muy distinto sería por ejemplo el del inca Garcilaso que siendo también mestizo real dio cuenta en su obra escrita y en ella se respira su mestizaje no solo biológico sino también cultural. Hay que apuntar también que por las venas de “la Mestiza” corrían sangres enfrentadas, la de las dos fuerzas imperantes. Pero, entiéndase, la lucha de nuestra protagonista fue otra bien distinta y para nada alejada de los suyos, tanto de los indios como de la familia de su padre. Sus desvelos iban siempre encaminados al buen trato de los indígenas tanto en las encomiendas como en España y por el apellido Pizarro abogó persistentemente por la restitución de los derechos de su padre Francisco el conquistador y del hermano de este Gonzalo, “a quien tanto amé e quise mucho…”. Amor y libertad Con todo, LA PRIMERA MESTIZA no es una novela donde el lector vaya a perderse en los campos de batalla aun cuando la vida de Francisca Pizarro encarna la época de la guerra, el conflicto, la agresión. No hay sangre, sino la precisa. No hay miembros amputados, que los hubo sin duda, no hay descripciones de estrategias militares. La autora nos da cuenta de los hechos históricos de carácter bélico mayormente a través de los resultados. Lo que desde luego sí hay en la novela es amor, y no solo de alcoba, que también, sino ese amor de la solidaridad, amor a la familia, amor a la tierra, la mitológica diosa incaica “pachamama”, la “Madre Tierra”. La vida de Francisca discurre por los caminos que tendrá que recorrer en pos de satisfacer sus ansias de libertad y a la par bregará con todo su corazón por los dictados del apellido Pizarro y de su estirpe imperial materna: salvaguardar lo que ama y recuperar lo que por derecho le pertenecía. Sin duda habría de ser un personaje, y así nos lo presenta la autora Carmen Sánchez-Risco, que, entendiendo la esencia y el espíritu del mestizaje, poseería una extraordinaria habilidad para reunir y subrayar lo que une por encima de lo que separa y frente a ello discernir las luchas que habría de llevar a cabo. La mujer como moneda de cambio Otra clave, a mi entender, que nos presenta la novela es la de recalcar el papel de la mujer en los acontecimientos y desarrollo de la conquista en el que claramente se la presenta como “moneda de cambio”. Nada de esto era nuevo para los conquistadores pues también los matrimonios y la cesión de las hijas, “estaba al cabo de la calle” en el otro continente y si se me apura, esto es, me atrevería a decir que es práctica común desde que el mundo es mundo, en todas o casi todas las civilizaciones, ¡sálvese quien pueda! La madre de “la Mestiza”, es claro ejemplo de lo dicho: “Quispe Sisa, ñusta (noble del imperio) Huaylas, bautizada como Inés Huaylas Yupanqui, fue entregada por Atahualpa a Francisco Pizarro. La historia se remonta al año 1532, cuando Pizarro y sus huestes conquistadoras llegaron hasta Cajamarca para encontrarse con Atahualpa, que había sido el vencedor de la guerra civil contra su hermano Huascar. Atahualpa, en esa oportunidad, le regaló a Francisco Pizarro a una de sus hermanas, la joven Quispe Sisa. En tiempos prehispánicos eran usuales este tipo de regalos, para crear vínculos y también como una demostración de estatus. De esa unión entre el conquistador del Perú y esta princesa Inca, nacerían Francisca (la Mestiza) y Gonzalo. Con el objetivo de seguir estableciendo alianzas con las élites locales, Pizarro dejó a Inés Huaylas y se unió a otra princesa Andina, también hermana de Atahualpa”. Ni que decir tiene en relación con lo antedicho, que, el lector de cualquier novela histórica y como digo, en este aspecto en concreto, no puede contemplarlo con el prisma del presente pues sabido es que para entender la historia hay que dejar a un lado los juicios presentistas. Y eso que no he mencionado el incesto que se practicaba en el Imperio Incaico como medida de perpetuación legítima a través del matrimonio entre hermanos. Salvaguarda de la especie El otro consabido papel de la mujer es el de engendrar hijos para el nuevo mundo que nacía, un mundo de conquista, de mestizaje, sí, pero que sería el alma que daría vida a España y a Iberoamérica. Y junto a ese papel de salvaguarda de la especie humana, aún con la asumida mezcla de sangres, nobles, plebeyas, indígenas, en sus distintas combinatorias, el que también históricamente se le ha asignado invocando quizá estatus de sumisa es el de la crianza de los hijos, el cuidado de la hacienda, la transmisión de la cultura más elemental, la comida, los cuidados de los enfermos y mayores, etc., etc. Y luego otro papel más asignado históricamente, hasta en los sagrados textos, el que desempeña en la película de los hechos, el de la mala, la culpable, la que influye en el hombre, para rebelarse, para coronarse con corona de diamantes. Algo de esto hay en la novela, que habrá de ser leída para saber por dónde voy y a qué me refiero, porque a lo mejor fue todo lo contrario. Un personaje muy poco conocido Si bien no entraré en los aconteceres de la vida de Francisca que narra la novela, pues para eso está, para leerla y además en la sinopsis de la contraportada se delinean los aspectos esenciales de la obra ofreciendo una muy interesante panorámica de todo el asunto, sí reflejaré que como novela histórica que es, entiendo que ciertamente ocupará un muy importante lugar en el panorama literario pues este personaje de “la Mestiza” no había sido tratado en ninguna otra, y no solo eso sino que con esta novela la autora pone en valor la vida de una persona que tuvo muchísima importancia en el entorno cortesano de Felipe II. Una persona, hija del conquistador Francisco Pizarro, que quizá en Perú sí, pero aquí en España es muy poco conocida. Una mujer fuerte e inteligente que a más de representar en sí misma la esencia de dos mundos, un choque de culturas y pueblos poderosos, tuvo que enfrentarse al dolor, a la brutalidad, a las conjuras, a la traición y el engaño, a la corrupción, al desarraigo, al poder político, al eclesiástico, y también al amor, al pasional, y al propio, al personal, al que representa imbuirse de la capacidad de amar y luchar por la familia, por los hijos, por el legado, por cumplir las promesas, por la “madre tierra”. Una lucha de vida, una vida luchando la de Francisca, hija, sobrina, amante y esposa y madre de Pizarros que la autora ha querido que nos la cuente “la Mestiza” en primera persona, con la idea nada desdeñable, creo yo, de hacernos más cercano el personaje. No es igual si alguien nos habla de una tercera persona, que si es la propia persona quien nos cuenta sus cuitas. Se atiende de manera distinta a sus pausas, a sus suspiros, al dolor o emoción que experimente, y potencialmente el lector podrá acercarse con más facilidad al alma del personaje, como es el caso en esta novela, en la que Francisca te mantendrá despierto las horas precisas hasta conocer el recorrido de su fascinante trayectoria vital. “Escribo para contar lo que no cuenta la historia, lo que arrastran las pasiones negras de quienes deciden nuestra dicha o nuestra condena. … eso que permanece en los márgenes de las vidas” (Pág. 577). Prolífica documentación A propósito de esta frase que Carmen Sánchez-Risco pone en boca de Francisca en LA PRIMERA MESTIZA, tengo que indicar que entiendo como muy prolífica la documentación que la autora habrá tenido que manejar máxime teniendo en cuenta que como ha comentado en alguna entrevista, “tuve que acostumbrarme a buscarla en los márgenes, en las glosas, siempre reseñada como la hija del marqués Pizarro o la esposa de un Pizarro, ocupando la historia desde los rincones”. Una labor que ha realizado a lo largo de muchos años buceando en los archivos históricos más importantes en relación con la Conquista (Indias, Simancas, etc.), y consultando archivos, cédulas, códices, legajos, ensayos, crónicas, para seguirle la pista a Francisca, hasta componer este gran puzle donde el magín de la escritora, licenciada en Geografía e Historia, con especialización en Arqueología además de divulgadora histórica y trabajadora en la comunicación, investigación y asesoría histórica en ficción y entretenimiento, como parte de su biografía, ha completado los vacíos en la documentación con la permisividad que otorga la creatividad literaria, siendo no lo probado de todo punto probable e indubitablemente muy plausible. No obstante, de esas licencias literarias que se ha tomado da suficiente cuenta en las más de 60 páginas de nota histórica que contiene la propia novela, junto a la relación de referencias bibliográficas de unas 20 páginas, más los exhaustivos árboles genealógicos que ayudan mucho al seguimiento de los personajes y la relación entre ellos, de parentesco o dinástica. Quizá en algunos momentos a lo largo de la labor de documentación para alcanzar su cometido la autora habrá puesto al día aquella certera frase que el poeta polaco Zbigniew Herbert expresara: “Para llegar a la fuente hay que nadar siempre contra la corriente”. Ah, una cuestión en relación con los hechos probados o no y con la invención o relato de creación literaria: la autora propone, fruto de su documentación y estudio, que igual no todo fue como nos lo contaron, pues siempre han prevalecido los intereses de quienes quizá quisieran justificar con ello determinadas hazañas al margen de lo legítimo, como por ejemplo el ajusticiamiento de Gonzalo Pizarro. La prudencia determina que no desvele lo que ha de ser leído. Ambientación No quiero dejar de comentar por la trascendencia e importancia que le otorgo la extraordinaria ambientación, cuasi fotográfica pudiera decirse, que la autora vierte en las páginas de la novela para que el lector tome sobrada nota de cómo vivían los incas, el paisaje, la organización social y política, sus costumbres, sus recetas y gastronomía. La convivencia entre incas y españoles especialmente entre mujeres con la selva siempre como fondo de escenario. El trazado de las calles de Perú y España con sus diferencias. Sus oraciones y ritos sagrados incluso los realizados en relación con los espíritus, … Sin olvidar que todo lo vamos a mirar a través de los ojos de Francisca imbuyéndonos con ella en los ambientes de la cultura inca y más adelante en la España del siglo XVI. El lector vivirá los acontecimientos históricos que se sucedieron en los dos continentes, a la par que caminará junto a la protagonista casi participando de sus dramas, fracasos de vida y, por qué no, tendrá ocasión de celebrar sus éxitos brindando con chicha andina. V Premio de Novela Histórica Para terminar, he de referenciar que esta novela de Carmen Sánchez-Risco, LA PRIMERA MESTIZA, publicada por HarperCollins, este relato que aporta sentimiento y humaniza, que permite comprender lo que la historia encierra y que nos hace sentirnos un poco más orgullosos de lo que fuimos y seguimos siendo, ha sido V PREMIO DE NOVELA HISTÓRICA de Pozuelo de Alarcón (Madrid) otorgado por el jurado “por la recreación de un novedoso, bien trabajado y documentado personaje, Francisca Pizarro Yupanqui, … por ahondar, al tiempo, en un momento histórico de gran interés y desconocido en muchos tramos y desde una perspectiva diferente, la del mestizaje, elemento consustancial y diferenciador del Imperio Hispano”. Enhorabuena a la autora y gracias por darnos esta joya literaria recomendable de todo punto para los amantes de la novela histórica y para todo lector ávido de aventura y conocimiento.
LA PRIMERA MESTIZA Autora: Carmen Sánchez-Risco Editorial: HarperCollins Publicación: 11 octubre 2023 Género: Narrativa histórica Nº Páginas: 595 (+ 90 de apéndices) Período: de 1541 a 1598 Localización de los hechos: Perú y España Leído: del 21 de julio al 3 de agosto de 2024 Puedes comprar el libro en:
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