La ley del padre, de Carlos Augusto Casas, nos habla del mundo de las grandes fortunas y el poder, un universo donde todos tenemos un precio, siempre que haya alguien dispuesto a pagarlo, y lo hace mostrado la historia de una familia con mucho dinero y muy pocos escrúpulos.
En Los dioses también mueren, Carlos Salem nos habla de un brazo desaparecido veinte años atrás, la primera pieza de un puzle humano disperso por toda Europa que la Brigada de los Apóstoles deberá resolver frente a la oposición de poderosos sectores empeñados en que no se esclarezca un misterio que tiene su origen en los años de la Transición española.
Manuel Ríos San Martín defiende con El olor del miedo que no hay animal más peligroso que el ser humano, y lo demuestra con un tirador que siembra el pánico entre los habitantes del zoológico de Valencia, que tendrán en su cuidadora Elena a su única valedora.
Marto Pariente perfila con Las horas crueles un panorama un tanto desolador, el que marca la muerte de la persona amada y los abusos de quien debería amarnos y protegernos, así se moverá una vez más por el ambiente rural de Guadalajara, donde se esconde el demonio que puede habitar en todos nosotros.
Un año más no ha sido fácil elegir a los finalistas, pero la potencia narrativa y la variedad temática de las cuatro propuestas, así como su proyección entre el público lector, han sido los rasgos principales que han motivado la elección final de los mismos.