Estamos ante una documentada novela-histórica, en la que el centro de la narración es uno de los personajes míticos conspicuos de este momento histórico. Se refiere la obra a Roger de Flor (Bríndisi, 1267-Adrianópolis, 30 de abril de 1305); quien sería caballero del Temple y caudillo de los almogávares. Esta obra, muy interesante, narra uno de los muchos momentos históricos en los que se pretendió, por algunas de sus potencias ribereñas, dominar ese MARE NOSTRUM de los romanos. En este caso estamos en el siglo XIII, y los hechos narrados son reales. Acepto como historiador, que fuese Jerónimo de Zurita quien primero utilizase, ya en el siglo XVI, el nombre de Corona de Aragón, para referirse a todos los territorios del monarca Trastámara, Fernando “el Católico” V de León y de Castilla, II de Aragón y I de Navarra; pero el mismo monarca utilizaba el mucho más correcto de Reinos de Aragón, incluyendo a Cataluña, Aragón, Valencia y Mallorca, Sicilia o Nápoles. Tras la muerte de su esposo (oficial de cetrería o halconero del emperador Federico II, llamado Richard von Blume), en la batalla de Tagliacozzo (1268), Blanca de Coppola se ve obligada a huir de la ciudad pugliese de Bríndisi/Brundisium, al verse privada de sus bienes y solo conservando su dote, en compañía de sus hijos y familiares, pero lo imperativo de un temporal marítimo les separa, y de esta forma tiene comienzo una trepidante aventura histórica y literaria. Parece que todo lo negativo le irá ocurriendo, sin la más mínima escapatoria. Se salvará del naufragio en alta mar con dos de sus hijos, el primogénito Giacomo muy vinculado a su tío Pasquale, mientras que el benjamín Roger será el que otorgue carta de naturaleza a la narración histórica. Blanca de Coppola caerá en poder de Antonio di Murano, donde será engañada, aprovechándose de ella bajo la promesa, incumplida, de que conseguirá encontrar a su hermana y su otro hijo, ambos desaparecidos, obviamente deberá soportar los peores abusos del vencedor que la está domeñando. Es una delicada y documentada novela histórica, ya que el contexto histórico está muy bien desarrollado, sostenida la obra por mucha acción y una prosa muy ágil. Como todo nace en una prototípica sangrienta batalla del siglo XIII, las leyes de la época la calificaron de traidora, por lo que deberá intentar sobrevivir con su pequeño hijo que la necesita absolutamente. Roger deberá huir de la mayor miseria que sufre, y para ello se embarcará de grumete en una galera. Su blasón idiosincrático sería el de conseguir la libertad de su madre, tratar de encontrar a su familia perdida, y vengarse de todos los infames creadores de su desdicha. El futuro Roger de Flor amenazará al imperio que le arrebató a su familia, que era su baluarte más preciado. Las hazañas de Roger de Flor inspiraron incluso al afamado ‘Tirant lo Blanch’ del escritor valenciano Joanot de Martorell (Valencia, c. 1410-¿?, abril de 1465). Esta obra nos aproxima a su infancia y primera juventud. «Blanca, una hermosa dama del siglo XIII, lo pierde todo tras la derrota de su familia en la guerra y, para conservar a su hijo con vida, debe sufrir los peores abusos de los vencedores. El niño, huyendo de la miseria, se embarca de grumete en una galera, la nave más dura y peligrosa de la época. En el mar buscará la libertad de su madre, a su familia perdida, y venganza. Esta trepidante novela basada en hechos reales recrea una de las aventuras más asombrosas de nuestra historia y nos traslada a los últimos años de las cruzadas en Tierra Santa y a la guerra por el dominio del Mediterráneo entre Francia y la Corona de Aragón». Otro de los valores positivos de esta novela histórica estriba en que se consigue, enseguida, una comprensión prístina de los hechos históricos narrados. Los gibelinos derrotarán y matarán al rey de los güelfos Conradino de Hohenstaufen. Cuando Blanca regrese, a posteriori, a su Bríndisi natal tendrá que hacer frente al estigma de haber formado parte de la facción perdedora en la guerra; toda una habitual parafernalia de desafueros contra ella, están a la orden del día. Su inteligencia preclara conllevará que mute su primer apellido germano por el más meridional de ‘Di Fiori’ y luego lo castellanizará a ‘De Flor’. Roger de Flor heredará de su madre su aguda inteligencia, la cual le enseñará a leer, escribirá en latín y podrá manejarse en el alemán paterno; sus amigos le enseñarán a poder desenvolverse en las luchas callejeras de la época, así se endurecerá para lo que le va a conducir, sin solución de continuidad, a la cumbre, que en este momento histórico era el formar parte de las grandes órdenes militares de la época, a saber hospitalarios y templarios. Su deseo más íntimo es conseguir la felicidad para su madre, y encontrar al resto de su familia. En algunas ocasiones se ha definido al periplo de Roger de Flor como su particular odisea de regreso a su Ítaca personal e intransferible. “-Ese niño no tiene futuro aquí -siguió el sargento-. Todos saben quién es su madre, y que su familia era enemiga de los Anjou. Ningún gremio lo iba a aceptar de aprendiz, ni siquiera los marinos o pescadores. Sería un desocupado con las armas como única opción. Y para empeorarlo, lo siguen esos otros pilluelos. Nos habría dado mucha guerra antes de que el ejército lo aceptara o lo pudiéramos ahorcar. Y si tenemos en cuenta quién visita a su madre… -¡El gobernador! -murmuró el capitán-. Pero eso hay que mantenerlo en secreto. -Lo mejor es que ese Vasall se ocupe de él y que lo lleve lejos. Bonifacio gruñó. -Pero debe recibir un castigo”. Otro de los personajes que aparece en la obra es el gran almirante Roger I de Lauria (Ruggiero di Lauria. Scaleo, 17 de enero de 1245-Concentaina, 19 de enero de 1305. Presidente del Mezzogiorno italiano, y al servicio de la Corona de Aragón). La historia del Mediterráneo tiene una importante vinculación, incluyendo Lepanto, ya que aquí comienza la identidad de los Reinos de Aragón, los que luego conformarán el gran Imperio de los Habsburgo ‘¡Donde no se ponía el Sol!’. El influjo de los españoles llegó hasta tierras que les pertenecerán, a posteriori, tales como Sicilia, Nápoles, Malta y Cerdeña, entre otras destacadas. El propio Jorge Molist indica: “En una de las paredes del Senado español cuelga un lienzo titulado ‘Roger de Flor entrando en Constantinopla’ pintado en 1888 (José Moreno Carbonero, 1860-1942). Le acompañan los Almogávares, sus fieras tropas españolas. El emperador bizantino (Andrónico II Paleólogo. 25 de marzo de 1259-13 de febrero de 1332) y su corte inclinan respetuosos sus cabezas ante ellos. Roger casó con una princesa bizantina, fue nombrado César del imperio y los hechos de su ejército causaron admiración y asombro en su época. Es un heroico episodio de nuestra historia que terminó con Atenas, la capital de Grecia, siendo española durante 77 años”. Estupendo libro, muy recomendable por su historiografía y forma de narrar. Homo sunt, humani nihil a me alienum puto». Puedes comprar el libro en:
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