La historia de la traumática relación entre una hija y su padre es contada en "Clavarse las uñas", narrada desde el presente por la protagonista pero basada en sus recuerdos de infancia, adolescencia, juventud y madurez. Al principio se presenta de manera fragmentaria, reflejando la memoria de la niña que fue, para luego desarrollarse de forma más consciente y elaborada.
Desde la infancia, un "hombre muy bueno", como lo describe repetidamente su madre, ha sido visto regularmente por la narradora, a pesar de no convivir con ella. Se espera que la narradora esté agradecida por este hombre culto, atractivo y adinerado que le da regalos y atenciones.
Lucía Rodríguez, con sus palabras que van más allá de su significado literal, nos sumerge en el íntimo malestar de la hija y su evolución a lo largo del tiempo. Describe los diferentes métodos para enfrentar una presencia que le causa gran angustia, incluyendo el uso de la mentira como mecanismo de defensa. Además, destaca la introducción de un nuevo referente masculino que actúa como contrapunto, así como el distanciamiento gradual de su propia familia. A lo largo de varias etapas, la narradora lucha por encontrar espacios abiertos y libres de opresión donde pueda escapar del control y la influencia paterna. Su objetivo es emanciparse completamente para cerrar una herida que ha condicionado su existencia como una carga constante que nunca la abandona.
Lucía Rodríguez nació en 1982. Pasó su infancia entre Madrid y Málaga. Estudió Derecho y Administración y Dirección de Empresas. Desde hace quince años se dedica al análisis económico y de la política fiscal. Hasta 2020 su relación con la escritura era a través de artículos especializados para publicaciones económicas. Tuvo que pararse el mundo para que se planteara, durante el confinamiento y la pandemia, iniciarse en la ficción. Clavarse las uñas es su primera novela.
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