www.todoliteratura.es

"Águilas en Germania", de Alberto Raúl Esteban Ribas

H.R.M. Ediciones. 2ª edición. 2022
martes 02 de julio de 2024, 17:16h
Águilas en Germania
Águilas en Germania
Estamos ante una obra de mucho interés, para todos aquellos que tengamos deseos incoercibles de aproximarnos a la Historia Antigua de Roma, en el siglo I d.C. El paso sociopolítico de la República de Roma hasta, primero, el Principado y luego el Imperio fue claramente traumático y sangriento, teniendo su inicio o prólogo con el asesinato o magnicidio de Gayo Julio Cesar, en las idus de marzo del año 44 a.C., y por todo lo que antecede es un período apasionante y grandioso.

Un personaje inteligente como pocos, pero rencoroso y autoritario, ha ido eliminando a todos sus adversarios u obstáculos para poder acceder al supremo poder del SPQR o SENATUR POPULUSQUE ROMANUS, fórmula de una enorme hipocresía, ya que define la unión en igualdad de condiciones de los gobernantes o senado y el pueblo romano, algo total y absolutamente inexistente. En el libro se indica, humildemente, que esta época militar no ha merecido mucha atención por parte de la historiografía, algo modestamente inexacto, ya que la Batalla de Teutoburgo está en decenas de libros y de análisis pormenorizado del hecho, y, sobre todo, en la torturada mente insomne del Emperador César Augusto. Aunque nadie niega la importancia capital de los enfrentamientos entre Lucio Cornelio Sila y Gayo Mario “el Viejo”, que alumbraron la siniestra y criminal dictadura, concebida por la tortuosa y complicada mente del dictador perpetuo L. Cornelio Sila. Para todo ello fueron más que necesarias varias guerras civiles entre romanos, que ya habían sido anunciadas por Escipión Násica cuando se produjo el genocidio de Cartago, tras la inexplicable Tercera Guerra entre Roma y Cartago. Al tortuoso Augusto le seguirán emperadores tales como Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, que finalizarían con Galba, Otón y Vitelio, sin olvidar a Julio Vindex. Los romanos consiguen, en esta primera centuria, su expansión en Panonia y en Iliria, además de intentar el avance por los tenebrosos bosques germánicos hasta el río Elba.

Estas campañas fueron protagonizadas por miembros de la familia imperial, en una orquestada maniobra de centralización del poder militar y político: Augusto, determinado a consolidar su poder personal haciéndolo hereditario, era plenamente consciente de la necesidad de retener el poder militar como medio de garantizar la continuidad dinástica”. En este aserto está el meollo de la cuestión histórica augustéa, y que no es otro que el de crear y consolidar una especie de dinastía pseudoregia, que parece ser que podría estar ya en la mente de su tío-abuelo, Gayo Julio César, y crear una dinastía que se perpetuase en el tiempo.

«Águilas en Germania. Las campañas de Varo y Germánico en el Rhin. En el año 9 d.C. el Imperio romano sufrió una de sus más espectaculares derrotas: en los bosques de Teotoburgo tres legiones eran aniquiladas por una gran coalición de tribus germanas lideradas por Arminio, antiguo oficial de las cohortes auxiliares romanas. No era aquella la derrota más sangrienta de las águilas romanas, pero sí que fue crucial porque obligó a Roma a reconsiderar su estrategia expansiva: algo que hasta aquel entonces ninguna potencia había conseguido. La masacre del general Varo y sus hombres era el climax de un proceso de conquista que se había iniciado dos décadas atrás y que había contado con la presencia de los generales Druso y Tiberio, de la familia imperial. La ignota Germania Magna parecía una tierra llena de promesas, con riquezas aún por explotar y el lugar donde saciar el inextinguible deseo de llevar la romanización hasta el más apartado de los confines del mundo. En vano, las campañas lanzadas por Germánico entre los años 14-16 d.C. intentaron revertir el curso de los acontecimientos: miles de hombres combatieron y murieron en aquellos combates, en azarosas travesías por el Mar del Norte, en riadas impetuosas en el delta del Rhin… Al final, todo inútil. La inquebrantable resistencia germana venció a las orgullosas águilas romanas».

En este momento histórico que refiere este acertado volumen, Roma ya ha rebasado las fronteras de la Galia Cisalpina, y los Alpes ya no preocupan a los legionarios de la lupa romana. Desde el final de la primera gran confrontación con sus irredentos enemigos norteafricanos, los orgullosos e inteligentes cartagineses, Roma ha puesto sus codiciosos ojos en lo que luego su prosopopeya denominará como el Mare Nostrum o Mediterráneo; entre todas las tierras que interesan a los romanos se encuentra, sobre todo, una Hispania llena de riquezas y de posibilidades. Una vez resuelto este conflicto con las guerras cántabro-ástures, Augusto cerraría las puertas del templo de Jano, e inauguraría la ficticia Pax Romana. El nuevo gobernante necesitaba ya consolidarse en el poder por medio de triunfos militares. Durante bastante tiempo los romanos enviaron a sus estupendos soldados de infantería a través de ríos caudalosos y bosques inmensos hasta las fronteras del este, sus pueblos eran arrollados y, en ocasiones, masacrados por los disciplinados legionarios. Y, en todas las ocasiones, Roma iba colocando nuevos nombres a los pueblos conquistados y a los accidentes geográficos domeñados, desde Luppia/Lippe, hasta Albis/Elba, pasando por Amisia/Ems, y Visurgis/Weser.

Parecía así que la gloria de Roma no tendría fin y que podría expandirse hacia el este y alcanzar las estepas, las legendarias tierras donde pueblos nómadas apenas conocidos tan solo por los geógrafos griegos cabalgaban a sus anchas en espacios inmensos. Pero aquel sueño de expansión pronto llegaría a convertirse en una pesadilla: la salvaje Germania, cuando parecía que estaba más firmemente apaciguada, estalló en una rebelión que sacudiría los cimientos de Roma y provocaría un desastre militar de grandes proporciones, nunca antes sufrido a manos de unos enemigos considerados salvajes. Una historia que merece ser contada”.

Gayo Julio César Octaviano prohijado por su tío-abuelo Gayo Julio César había llegado al poder absoluto en el año 31 a.C., tras la derrota en la batalla de Accio del dúo conformado por Marco Antonio y Cleopatra VII Filopater de Egipto. Su poder será autoritario y personal, concentrando en sí mismo todo el poder político y militar; y a continuación era preciso perpetuarse dinásticamente en el poder de Roma. Esto se producirá ya en el año 27 a.C. cuando Octaviano reciba el título de Augustus/Augusto, que significa: ‘Aquel que infunde o merece gran respeto y veneración por su majestad y excelencia’. La mayoría de los ciudadanos de Roma apoyaron a su nuevo gobernante, por conseguir bonanza económica y un régimen que mantenía el orden público para la Urbe capitolina. Todo esto pretende ser el prólogo para lo que es el resto de la obra, y al otro lado del texto está ya Teotoburgo y Arminio, y su victoria. ¡Recomendación plena para este trabajo tan esforzado y necesario! «Amicitiae nostrae memoriam sempiternam fore. ET. Ex nihilo nihil fit».

Puedes comprar el libro en:

https://amzn.to/3RLyTJR
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios