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Mayte Esteban
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Mayte Esteban (Foto: cedida por Ingenio de Comunicación)

Mayte Esteban: "Gente buscando atajos para destacar la tenemos en todas las épocas de la historia"

Autora de "La lectora de Bécquer"
domingo 30 de junio de 2024, 12:11h

Mayte Esteban (Guadalajara, 1970) estudió Geografía e Historia antes de convertirse en escritora. Autopublicó su primera novela en el año 2009 y en 2014 dio el salto al mundo editorial con Detrás del cristal. Después, fue finalista en el III Premio Internacional de Novela Romántica HQÑ con la novela La chica de las fotos y ganadora del mismo en la X edición con Sin fecha de caducidad. En 2019 publicó La colina del almendro. Es autora de otra decena de novelas, entre las que destacan Aunque te cueste la vida y Años de mentiras. Su fuerte vinculación con Cantalejo (Segovia) donde reside hace más de dos décadas la ha llevado a escribir La lectora de Bécquer.

La lectora de Bécquer
La lectora de Bécquer

En este mundo nuestro, ¿por qué volver a ese periodo de finales del XIX?

Siempre está muy bien echar un vistazo a nuestro pasado, ver cómo éramos y cómo hemos cambiado, y qué seguimos manteniendo. La ficción histórica es un viaje en el tiempo sin moverte del sillón y La lectora de Bécquer es un billete para ese viaje.

¿Algo que aprender de los modos y los comportamientos de entonces?

Creo que gente buscando atajos para destacar la tenemos en todas las épocas de la historia. No sé si aprender, pero sí podemos establecer comparaciones con lo que tenemos alrededor y nos sorprenderá ver que algunas situaciones tienen muchos más puntos en común de los que parece. Otras no, por fortuna.

¿Algo que aprender de Ana, de su carácter?

En una parte de la novela, ella pierde la alegría y la capacidad de reacción, pero sabe encontrar la energía para recomponerse y actuar. Y quizá también puede enseñarnos que los libros tienen la fuerza de sostenernos en momentos complicados.

¿Y de los dos hombres que la rondan?

De Alvarito es mejor no aprender, porque es todo un personaje, aunque confieso que al final me daba un poco de pena, pues acaba siendo una marioneta de su madre.

Mateo es como la otra cara de la moneda, es un joven con principios, valiente, que también, como Ana, tiene que recomponerse de un golpe que le da la vida y lo hace.

Bécquer es un poeta al que pocos prestan ahora atención… ¿es usted lectora de sus rimas y leyendas?

Tengo un ejemplar al que se le caen las páginas de las veces que lo he leído. Creo que ese vaivén de emociones en las rimas, esa libertad creadora en las leyendas, que llena de elementos paranormales, y ese lenguaje tan próximo incluso tanto tiempo después de que fueran escritos, hacen que transmita emociones de una manera extraordinaria. Con eso me ha ganado como lectora para siempre.

¿Hay lecciones de vida en su novela? ¿Cuál era su intención al escribirla?

Quizá, mientras construía a Ramona, la madre de Alvarito, recordaba a todas esas mujeres que proyectan en sus hijos lo que han querido ser y no han conseguido, y las consecuencias que eso puede tener. O que los libros son una tabla de salvación en los malos momentos.

La literatura es exploración, otra manera de vivir en paralelo a la realidad

Para usted, ¿qué es la literatura?

La literatura es exploración, otra manera de vivir en paralelo a la realidad, multiplicar el mundo, viajar en el tiempo y en el espacio.

La novela transcurre en Segovia, ¿qué la une a esa ciudad?

Emigré a esta provincia hace justo la mitad de mi vida y en Segovia nacieron mis hijos y su padre, pero, sobre todo, siempre he sentido que quería escribir una novela que se pasease por sus calles. Llámame loca, me a veces las ciudades te hablan y esta me pidió una novela.

De hecho, usted vive en Cantalejo, provincia de Segovia. Y allí hablan un curioso dialecto que usted utiliza en la novela. ¿De dónde viene y para qué le sirve en la trama?

Es la gacería y es la lengua que inventaron los trilleros para entenderse entre ellos y no ser entendidos por los demás mientras hacían sus tratos. Ese punto de picaresca que tiene me gustó para que uno de mis personajes, Lucía, lo usara para engañar a otro y sacarle unas monedas. No se ha perdido del todo, los briqueros del vilorio garleamos gacería (los cantalejanos hablamos gacería).

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