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Gustavo Gac-Artigas
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Gustavo Gac-Artigas (Foto: cedida por el autor)

Entrevista a Gustavo Gac-Artigas: "Quizás escriba para cerrar heridas sin herir a nadie"

Autor de "Confieso que escribo"
martes 25 de junio de 2024, 12:11h

"Confieso que escribo / I Confess That I Write" es el nuevo libro del poeta chileno Gustavo Gac-Artigas, radicado en Nueva York. Publicado por Hebel Ediciones y Cross-Cultural Communications, este libro inaugura la Colección Atípodas.

Confieso que escribo
Confieso que escribo

Confiesa su pasión por la escritura, Gustavo Gac-Artigas como afirma de manera clara y contundente. Desde hace tiempo, ha acumulado una extensa bibliografía que incluye poemarios, novelas y dramas, lo cual evidencia su larga trayectoria en el mundo literario.

Gustavo es chileno y un hombre de teatro, dramaturgo, novelista y poeta. Después de vivir 12 años en París en exilio, fue expulsado a fines de 1973. Bajo el nombre de Théâtre de la Résistance-Chili, recreó su grupo de teatro en París y participó en 17 festivales internacionales como Aviñón, Nancy, Hammamet, Liubliana, Jendouba, Berne, Zúrich, Manizales, San Juan Puerto Rico, entre otros. Tras un intento fallido de regresar a su país en 1985, se vio obligado a un segundo exilio en Holanda y luego vivió un año en Puerto Rico. Finalmente se estableció en los Estados Unidos hace más de treinta años para continuar con su labor literaria.

Colaborador para Le Monde Diplomatique, edición chilena, Impacto Latino, NY, Todo Literatura, España, El Desconcierto, Chile, Letralia y ViceVersa, entre otros, es miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) y escritor.

En revistas y antologías de los Estados Unidos, Francia y Latinoamérica se ha publicado su poesía, siendo parcialmente traducida al inglés, al rumano y al francés.

Antes que para los demás, que no conoce, ¿un autor comienza escribiendo para sí mismo?

Quizás el ¿para quién se escribe? se encuentre en el ¿por qué se escribe?

En mi caso, escribo por necesidad, esa terrible necesidad de sentirme humano, de que el corazón no explote por un amor contenido en la timidez.

Una tempestad de sentimientos recorre mi mente, mi corazón sube a mi mente y nace una fuerza irresistible que se transforma en palabra para no morir.

Quizás escriba para cerrar heridas sin herir a nadie.

Nuevamente esa terrible necesidad de sentirme humano en un mundo cada vez más inhumano.

Ese sí mismo que difiere en cada escritor, en cada verso, en cada palabra, ese sí mismo que busca romper barreras, salir a recorrer el mundo para encontrar su fuente, ese desconocido que compite con ese sí mismo, que lo alimenta y al mismo tiempo amenaza la creación.

Ese sí mismo siempre estuvo presente, antes de comenzar a escribir, en las fuentes, al final, después de una vida

el papel un escudo contra el olvido

el verso un templo de recogimiento

la palabra la arquitecta de la vida

soy cadáver en las páginas de un libro que nadie lee

soy vida cuando caigo en manos de un lector

soy sacrificio y soy ofrenda

soy ritual y soy propuesta

sin proponérmelo soy el más inútil de los hombres

tengo que dejarme llevar por la locura

para trabajar con la imaginación

mi realidad

tu mundo

mi mundo

¿Por qué la necesidad de confesarse ante los lectores?

Para que perdonen mi arrogancia, pidiendo que me perdonen por robar parte de sus vidas, de sus amores, de sus dolores quizás esperando que ello alivie mis dolores.

Pero también “una confesión” puede ser vista como un llamado a explorar los límites, a comprender el mundo de un autor, un desafío a explorar su propio mundo y el mundo en que vivimos. Además, una “confesión”, puede ser un momento de reposo, de ganar tiempo, de descubrir y despertar la imaginación. Ello lo aprendí cuando, educado en colegio de curas, teníamos que confesarnos semanalmente, lo que nos permitía capear clases, ir a la capilla y dejarse llevar por la luces que entraban por los vitrales en medio de feas estatuas para producir un ambiente de terror, y luego, una vez condenados, sentarse, no a rezar, a imaginar los placeres ocultos en los pecados capitales, aquellos por los que el cura, con placer mal disimulado, siempre preguntaba.

La escritura es una actividad solitaria en la que se desnuda el alma, pero ¿no se alcanza la plenitud si no hay comunión con el otro? ¿Si no sentimos que lo abrazamos y nos abraza?

Cuán difícil es abrazar la humanidad, dos brazos no alcanzan, pero un verso puede intentarlo. Cuán difícil es abrazar a un ser humano, un verso no alcanza. Sin embargo un verso puede tener significado, sin tener el calor de un abrazo, sí tener el calor del amor.

ESCRIBIR es el oficio más solitario del mundo

aunque lo alimentan millones

visiones

diálogos

amores

sonidos

imágenes que se pierden en el espacio y quedan grabadas en la mente, un segundo, un destello, un suspiro, un ruido puede dar movimiento a la palabra, sacarla de su silencio, darle vida, plasmarla en un poema, un cuento, una novela

somos una cámara de cine que graba el silencio para devolverlo transformado en palabras,

cine parlante,

a veces parlanchín,

vacío,

serie de cuarta categoría

no existe una dirección, existe un comienzo, un comienzo del cual no tenemos conciencia hasta que nos asalta, nos exige rigurosidad

un trabajo solitario que viene del vacío, ese vacío atiborrado que es el ser humano, seres que dejan una sensación y no regresan nunca más, como el amor de los marineros de Neruda

un oficio que se alimenta del dolor y la felicidad, una felicidad que duele al observar a los olvidados,

se es individuo y multitud,

se es yermo y se es vergel

se es cero y se quiere ser universal,

el cero de la humildad

a veces de la ignorancia

a veces el infinito de la soberbia

el cero donde nos encontramos todos,

en ese cero comenzamos nuestro oficio,

en la soberbia se perece

a nosotros

artesanos de la palabra

no se tienen diplomas, si se es afortunado se tienen lectores, esos seres desconocidos a quienes ofrecemos el fruto de nuestro trabajo,

se aprende como se aprende la vida, de pasos vacilantes recorriendo las páginas de otros, otros seres solitarios que abrieron el sendero que conduce a la obra plasmada en un libro, selva que agrede, selva que cierra el camino, selva donde mueren asesinadas tantas esperanzas,

se es egoísta, se quiere alcanzar la soledad del lector para transmitirle la nuestra, se es vulnerable, el lector puede destruir la frase y modificarla a su imagen y semejanza, el escritor es un ser sin dios, el lector es su manzana en el paraíso de los libros

la tentación nos acosa, quedamos vacíos si pensamos que alcanzamos la palabra perfecta, la imperfección es nuestra motivación,

nuestro temor, el no alcanzar el verso imperfecto que entregamos en cada nuevo poema

¿Un poeta es el continente de los sueños de otros? ¿Es su voz?

Es una isla que busca un archipiélago. Sería pretencioso el ser la voz de otro, hay que pensar más bien al revés, ellos nos dan nuestra voz. Y los sueños son como la vida, pueden tener una raíz común, pero para que sean sueños deben ser diferentes. En el pasado y quizás en el presente quieren uniformar los sueños y allí comienza la pesadilla.

¿De alguna manera espera que los lectores se reconozcan en sus poemas?

Ello no lo sé,

vivimos en un mundo en que la poesía no se condice con las noticias, al parecer son dos lenguajes diferentes, tan lejanos el uno del otro, y sin embargo, creo, el mundo en que vivimos debe ser narrado con el prisma de la poesía para no morir en el desarrollo de los acontecimientos.

DEBO LOGRAR QUE MI PALABRA

se alimente de la sangre

que esta corra entre los versos

que sea plebeya siendo noble

que no se seque con el paso del tiempo

que sea fugaz en la lectura

eterna en la sombra del recuerdo

que salga de mi mente sin prostituirse

que sea alimento al alcance del lector

que sea verdad en cada uno

que sea mentira en cada verdad

que sea un puzle que reconfigura sus piezas en cada lectura

debo lograr que mi lector se encuentre en ella

así no le guste

La soledad es el mal del siglo

¿Los sentimientos son universales? ¿El poeta, en parte, se apropia de las emociones de los demás o solo se expresa lo que se vive y se siente?

La soledad es el mal del siglo, del milenio, de la prehistoria, historia y futuro, es un ser muy desgraciado aquel que vive en soledad, aquel que se aísla o fue aislado, pero incluso esa soledad es habitada por otros, por el rencor o el amor, por el dar un sentido a la vida, o vivir la vida de otros.

El poeta no se apropia, observa, sufre, ama y cuando la palabra florece habla en un mundo en que callar es más fácil, pero es cobardía.

¿El poner en palabras y construir en versos sus anhelos más profundos le hace sentirse más libre?

¿Libre?, me hace sentir explorador, me incita a buscar lo para mí desconocido, aquello que está más allá de la palabra, del primer significado de la palabra.

Me regresa a mi infancia cuando en la proa de un bote de pescadores me aventuraba en mis sueños para desafiar las olas e ir al encuentro de la hija del gobernador, aquella que se perdía en el horizonte en medio de las tormentosas aguas de la sociedad en que soñamos.

¿El poeta mira la realidad de forma diferente a como lo hace el común de los mortales?

Mira, sin cerrar la mente, mira, de mirada circular, mira, más allá de uno mismo, mira de mirar hasta que duela. Mira para no pisar a un ser humano, mira para no perderse en las nubes, mira, afortunado mortal, para no seguir el camino por otros impuesto.

El poeta no es divinidad, es humanidad, es cuerpo y alma, el verlo diferente es condenarlo al ostracismo.

Soledad, muerte, lucha permanente, libertad, dolor, nostalgia… son temas que aparecen en sus poemas. ¿Utilizar la palabra como arma es su refugio, su tabla para salvar y salvarse?

No pretendo salvar a nadie, a menos que estemos hablando de presos políticos, de mujeres ultrajadas, violentadas, de seres muriendo de hambre en las fronteras, de niños mirando al cielo mientras caen las bombas sobre sus cabezas. De tierras, hogares, familias, sueños destruidos.

No busco salvarme, ni siquiera cuando estuve en la cárcel busqué salvarme, busqué lo humano en la inhumanidad, y quizás ello me salvó.

La palabra se escondió del torturador, era peligroso que aflorara, podía, por cobardía callar y con ello culpar a otro.

¿La palabra no sirve si no es para cambiar el mundo?

…o al menos intentarlo.

Se dejó guiar por la razón en vez de por el corazón, ¿Había otra manera de salvarse?

Regreso al confesionario, ¿qué placeres habrá tras la condena?

Beatrice, oh, amada Beatrice.

“Todavía tengo caminos que caminar, recuerdos que olvidar…” ¿Hacia dónde se dirige la poesía de Gustavo Gac-Artigas?

Hacia ti, oh lector desconocido, a desaparecer en tu imaginación, hacia el último verso, el del comienzo. Entre un segundo y otro, aún queda espacio en mi mochila.

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