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"Ilión", novela histórica de Mario Villén

Edhasa, 2022
martes 18 de junio de 2024, 22:21h
Ilión
Ilión
Estamos ante una novela-histórica elegante y documentada, sobre una de las grandes epopeyas de la Antigüedad y, como su propio título indica, se refiere a Troya y a su guerra de diez años de duración, que conllevó la destrucción del modo de vivir en el estrecho de los Dardanelos, y en la Troade. La narración pertenece a uno de los buenos narradores de la gran Historia novelada, como es el andaluz Mario Villén Lucena, su escritura es una garantía, ya que se documenta de forma excelente y no falsea la verdad histórica, aceptando algún dato historiográfico con muy buena disposición. Esta confrontación de dos lustros fue catastrófica para los troyanos, que ya no se levantarían nunca jamás. Los restos arqueológicos hallados, han dejado claro que esta evidencia ha hecho real el mito de la Ilíada de Homero.

«‘Canta, oh musa…’, comienza a recitar el aeda, e inmediatamente volamos a la Grecia de la antigüedad. Allí, donde la leyenda, el mito y la historia se difuminan, Homero nos recibe en la llanura. Helena de Esparta, bella entre todas las mujeres, ha sido raptada por Paris, príncipe troyano. Menelao, como esposo y rey, promete venganza, y pronto los ejércitos aqueos, comandados por su hermano Agamenón, cruzan el mar para asediar Troya. Ahora, diez años después, la profecía está a punto de cumplirse. La batalla está a punto de comenzar. Pronto la sangre y los sueños perdidos cubrirán la llanura. Dos grandes héroes son el símbolo de cada bando: el pélida Aquiles, el de las grebas de oro, y Héctor de Troya, el domador de caballos. Junto a ellos, Príamo, Áyax el Grande, Diomedes, Patroclo, e incluso el astuto Ulises. Pero no es solo por una cuestión de honor por lo que se enfrentan aqueos y troyanos, tampoco por el rescate de Helena: el control sobre el Helesponto está en juego. Y todo pende de un hilo… hasta que estalla la cólera de Aquiles. Bien conocida es por todos la epopeya que Homero nos legó en la Ilíada. Pero ahora Mario Villén, aun respetando el tono épico y los acontecimientos, insufla vida a esos personajes de leyenda; los hace respirar y sentir y los empuja hacia su destino en una narración brillante que deja sin aliento. Porque esto, lector, no es la Ilíada, sino Ilión».

El autor goza de todo mi predicamento por lo enjundiosos que son sus libros, la agilidad de su léxico, y lo esclarecedores que son sus frases, para la comprensión esencial de la trama. La narración del autor es fuerte y poderosa, ya que la guerra de Troya lo precisa, y Homero no paró en paños calientes para dejar bien claro la crueldad que ocurrió entre troyanos y aqueos. La narración homérica, base esencial en esta obra, se produce únicamente en el último año, de los diez que duró la conflagración bélica homérica y, en concreto, en unas pocas semanas, tal como una profecía había marcado el final troyano. La urbe del Helesponto caería, sin solución de continuidad, en poder de aquella coalición de caudillos griegos, que estaba liderada por el rey Agamenón de Micenas, hermano mayor del rey Menelao de Esparta, soberano damnificado por el rapto de su esposa Helena, realizado por el inmaduro e indolente príncipe Paris/Alejandro de Troya. Agamenón es un genial conductor de tropas, y, por ello, todos los griegos lo han aceptado como su caudillo. Los troyanos oponen a Deífobo, hijo de Príamo y Hécuba y, sobre todo, al gran Héctor “el de tremolante casco o domador de caballos”, y la pitonisa Casandra, etc. La coalición proviene de poleis tales como Micenas, Esparta, Rodas, Ítaca, Argos, Corinto, Atenas, Tebas, Beocia, etc. Grandes reyes o caudillos se han presentado ante la polis troyana con nombres eximios nominados por Homero, entre otros: Aquiles “el Pélida”, el mayor héroe de los griegos, “el de los pies ligeros”; Ayax/Ayante Telamonio, el segundo de los aqueos en fortaleza y llamado “el Grande”; Ayax/Ayante de Oileo o “el Pequeño”; Diomedes “domador de caballos”; Nestor el inteligente y vetusto consejero de todos ellos; Odiseo/Ulises “fecundo en ardides”, preclaro en inteligencia; y Patroclo, el compañero mirmidón y mayor que Aquiles, etc. La trama complicada es narrada de forma muy inteligente.

Debo indicar que la obra literaria, aquí presentada, debe ser contrapuesta a la negación de la realidad de la obra de Homero, que destrozó la película, este volumen es todo lo contrario por su efectismo cualitativo. Agamenón “el Atrida” ha convencido a los aqueos de que deben alistarse en su ejército, para que se puedan beneficiar del seguro botín que van a obtener con la conquista de Troya, ya que la ciudad existente entre los ríos Escamandro y Simois tenía una salida ideal al Mar Obscuro/Mar Negro, lo que le permitía mercadear con otros pueblos. La ciudad del Rey Príamo era la polis que obtenía su fortuna cobrando impuestos por el paso de mercancías por su frontera. Delante de sus inexpugnables murallas se hallaba la Gran Llanura donde se combatía, los cuerpos caían unos sobre otros, siendo pisoteados de continuo, y la narración presenta un realismo tal, que casi nos llega el hedor de la sangre derramada. En el campamento de los griegos estos se reúnen para planificar el siguiente paso a dar para el ataque, en este lugar los mirmidones de Aquiles se solazan, cazando para alimentarse y bebiendo sin medida, a la par que entierran a sus muertos. El palacio de los monarcas troyanos es el lugar paradigmático donde se llora la muerte de cada uno de los hijos de Troya, que caen por las espadas aqueas; además, ahí se realizan los banquetes y las libaciones que honran a los muertos troyanos que van a descender al Hades para que el barquero Caronte les cruce la laguna Estigia. Esta obra es imprescindible, como novela-histórica, para conocer, sensu stricto, todo lo que la Ilíada nos relató en su texto homérico. En este libro se utiliza, asimismo, el episodio de la Odisea del famoso caballo de Troya dejado como señuelo por los griegos para engañar a los troyanos, así poder entrar en la ciudad, por la noche salir unos cuántos guerreros escogidos, comandados por Ulises de Ítaca y Neoptolemo, el hijo de Aquiles, y acuchillar a la indefensa y relajada guarnición teucra, conquistando la ciudad a sangre y fuego.

El carro se detuvo ante la torre de las puertas Esceas, Agamenón saltó y contempló la ciudad a través de ellas. Llevaba puesta una coraza de bronce con remaches de plata e iba armado con una espada de hierro y un escudo de forma ovalada. Vestía un kilt teñido de púrpura, con flecos blancos que caían sobre sus rodillas. Su casco lucía dos cuernos y, entre ambos, se alzaba una cimera con crin de caballo. -Troya abre sus piernas para mí- pronunció en voz alta antes de atravesar el umbral con paso ceremonioso. Los aqueos seguían entrando, pero la mayoría ya había invadido las calles y se dedicaba al exterminio y al saqueo…”. Es una estupenda y destacada obra que merece parabienes. Muy necesaria y laudatoria la nota del autor, pág. 475. «Humanum fuit errare, diabolicum est per animositatem in errore manere».

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