"Sevilla", de Juan Gómez Macías

De hecho, el volumen del que nos ocupamos, corresponde probablemente al pintor más lírico y literario de nuestro panorama pictórico. De hecho, su contribución en los géneros de prosa, poesía visual y poesía es tan singular como reconocida. El pintor, Juan Gómez Macías, pese a nacer en Cantavieja (Teruel) es de padres sevillanos, fija su residencia en el Campo de Gibraltar (San Roque) desde muy temprana edad. Asimismo, realiza los estudios de Filosofía y Letras y la Diplomatura de Magisterio en Sevilla. Por su inestimable contribución a la gestión cultural y proyección del pueblo campogibraltereño, fue nombrado hijo adoptivo de San Roque en 2022. No obstante, su pintura, de manera especial, sus acuarelas, poseen el germen del humanismo y la mirada de la universalidad. Sus obras han recorrido exposiciones por medio mundo y el otro medio mundo espera acoger alguna exposición en algún momento. En numerosas colecciones públicas y privadas, destacan sus pinceladas sensuales, apasionadas y cautivadoras. Puedo asegurar que sé bien de lo que escribo. Conviene recordar su faceta de ilustrador, muy prolífica de hecho, en las distintas colecciones de la editorial Pandora. Pienso en obras como Osuna y sus olivos de 2010, Las piedras de Chile de Pablo Neruda de 2015, Espacio de Juan Ramón de 2019, Doble gozo de 2023, La mirada del espejo de José Reyes Fernández de 2023 que tuvimos la fortuna de reseñar para Todo Literatura en febrero de 2024. Al parecer, el concepto de libro de artista procede de una edición de 1963 del artista estadounidense, Edward Ruscha con una obra titulada Twenty-six Gasoline Stations. Sin embargo, otros fijarán la fecha en 1934 con La boîte verte de Marcel Duchamp, hasta algunos disidentes optarán por lo clásico y afirmarán que los códices medievales son el punto de partida, incluso el tándem Sonia Delaunay/Blaise Cendrars nos parecería crucial.

En cualquier caso, pertenece a un tipo especifico de libros hechos artesanalmente, con tiraje limitado cuando no único, y, cuyo proceso de producción depende totalmente del artista. Obviamente la imagen es la protagonista referencial y no son bienvenidos ní prólogos, ni índices, ni textos descriptivos de contenido.

El editor lo resume con buen criterio, se trata de una propuesta, un claro ejercicio de libertad creativa para los artistas, que dejan volar su imaginación para subrayar lo que más les inspira de Sevilla, “invita a descubrir "libro a libro" los secretos mejor guardados de la ciudad desde los personales dibujos de este plantel de artistas, -porque a veces, como ahora, las palabras sobran-. Enmarcar la mirada sobre Sevilla de estos artistas tan diversos entre sí en el libro como objeto en sí mismo, independientemente de su función y contenido sobre Sevilla”- En efecto, la libertad creativa en sus más diversas expresiones es el argumento principal. Para ello, recurrimos precisamente a Marcel Duchamp que afirmaba contundemente : “Hay dos clases de artista: los pintores profesionales que, al trabajar para la sociedad no pueden evitar integrarse a ella, y los otros, los francotiradores, libres de obligaciones y, por tanto, de trabas”.

Las ilustraciones de Juan Gómez Macías nos invitan a un recorrido por la memoria, los recuerdos y los hechos determinantes. Así sabemos que el proyecto de ilustración de Sevilla, lo tituló “Encargo de Pedro Tabernero” y, que lo terminó el 23 de enero de 2024. El círculo, forma predominante de estas pinturas es simbólicamente la mirada que se multiplica. Una torre del oro, límpida y que nos entronca con lunas crecientes y figuras humanas que emergen del paisaje con fuerza y con la belleza de lo natural. Nos hace soñar en una paleta de colores que acuareliza y ennoblece la condición humana. Unas escaleras en el aire nos conduce a esa luna que crecerá a nuestro antojo. La arboleda toma el verdor y un erotismo suntuoso que hace frente al tiempo representado con armonía, trazos azules que tachan anchas líneas rojas. La dulce fragancia que parece generar unos tonos cálidos nos hace discernir figuras femeninas que a su vez podrían configurar los dedos del rostro humano de la vejez. El dorado de la naranja adorna con fuerza los ambientes pedregales y contrasta con bodegones que se asocian con peces ocupando los primeros planos. Un árbol de la literatura, o de la ciencia, o de la propia vida se va labrando en aguas, libros, puentes. Ropa tendida al sol nos remite a rojas y azules, cruces, folclore, tradición y una perceptible paradoja que marca lo inaprensible. Las torres de Hércules, las alamedas, el puente de Triana, en realidad de Isabel II, las fuentes, la infancia, la lejanía y cercanía, las figuras geométricas que pueden reproducir cualquier realidad e irrealidad, los mosaicos, los ángeles, la arqueología y los tesoros de las sirenas. Una ciudad, Sevilla, que nos remite a una mirada recobrada, al paisaje captado con absoluta transparencia.

El pintor conforma una obra entera que combina un paradigma gráfico refinado y el anhelo se intervenir no tanto en el dominio de las ideas y de los conceptos, sino en la plena ejecución del arte libre, del trabajo responsable y pleno. Mientras como Walter Benjamín, entiendo que “ Sólo penetramos en el misterio en la medida en que lo reconocemos en el mundo cotidiano, en virtud de una óptica dialéctica que percibe lo cotidiano como algo impenetrable y lo impenetrable como algo cotidiano”, y paso las hojas una y otra vez, descubriendo nuevas perspectivas con la certeza de estar contemplando la obra de un pintor excepcional.

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