- Oing, oing, shsss, shsss…
- Hmmm, hmmm…
- Snif, snif, grrr, grrr…
- Puri, qué dices que no me entero de nada.
- Tía, estoy tan harta de los bocinazos que he decidido hablar en susurros.
- ¡O calvos o con dos pelucas! O no te enteras o te revientan el tímpano, siguen sin tener término medio, bonita.
- Es que el personal, cuando se pone nervioso no mide los decibelios, digo yo, y acaba apabullando aullando. Con lo bonito que es no subir de los cincuenta dB, utilizando una voz firme y segura que te sugiera un interlocutor interesante -aunque no lo tengas delante-, que quiera hacerse entender. Cuando alguien grita acaba perdiendo el control y también la razón, porque no aporta argumentos.
- Dominación por la misma imposición, como en los mítines, que se desgañitan voceando como si vendieran melones en la plaza del pueblo ante la concurrencia entregada. Total, para no decir nada con sustancia que no sean insultos y descalificaciones al contrario. Verborrea sin contenido que llena horas los tablaos ¡Qué ganao, tía, qué ganao!
- Es que la comunicación ya no es lo que era, Vani. Antes servía para entendernos y ahora para no tener ni pajolera idea de lo que piensa y siente el receptor. Porque nos la suda mayormente. La involución que sufrimos nos acabará llevando a las cavernas sin remisión para gruñirnos sin necesidad de palabras. O puede que ya estemos a las puertas.
- Y cuando los papeles se invierten y el receptor se convierte en emisor, más de lo mismo. O te sometes y agachas la gaita dando a entender que te ha convencido, o te sublevas y subes aún más el tono. Y ya la hemos liado, comunicación cero patatero y a frustrarse por la falta de entendimiento.
- Lo que mismamente se reduce a oír en vez de escuchar cerrando el raciocinio.
- Esta claro que, ni aun siendo personas ilustres y leídos, desaparecen los problemas de comprensión. Balamos como becerros porque nos creemos los mejores y el ego nos pierde.
- Pues mira que si estamos en época de apareamiento y empezamos con la berrea… ¡ahí me has dao!
- ¡Pero eso las hembras lo entienden! Lo mismo que cuando antes despertabas admiración con tu body saleroso al pasar por una obra y escuchabas fiu, fiuuuu. Desterrado hoy en día por considerarlo casi insulto por las insustanciosas.
- Ahora falta inteligencia emocional, como dicen los modernos, para alcanzar la comunicación efectiva. Decimos lo que nos viene a la cabeza arrebatados, sin pensar en las implicaciones emocionales que tiene para el que escucha. Nos despachamos a gusto sin dejar meter baza al otro ni tener en cuenta las malas interpretaciones; no nos ponernos en su lugar ni aceptar sus emociones. Esto es el caos, tía. Peor de lo que cuenta la Biblia, y no me refiero a ese don milagroso concedido por el Espíritu Santo a las personas. Estamos condenados a la dispersión por la tierra con tanta soberbia.
- En definitiva, bonita, enfangamos la comunicación ahora que está tan de moda la dichosa palabrita. Barro pestilente apestoso.
- Y todo esto viene de los bocinazos a destiempo cuando nos mitinean sin identificar nuestras motivaciones porque sus emociones los desbordan…
- Con lo que transmiten el estrés que sienten, el ansia viva y su frustración ante los contratiempos del día a día.
- ¡Pues imagínate cómo queda el que recibe el chaparrón! Al no gestionar correctamente las emociones negativas se las trasladas al otro. Si nos hubieran educando desde la tierna infancia, entenderíamos mejor a los demás. Tendemos a pensar que por haber aprendido a hablar sabemos comunicar ¡Error!
- Tal vez esto se arregle con un pinganillo, como en el Congreso, un suponer. Si no estamos en la onda es que no hablamos el mismo lenguaje y necesitamos traductor. George Bernard Shaw dijo que "La comunicación es una ventana de oportunidades". Y somos tan asnos que la cerramos continuamente…
- Y tenemos tantas ganas de sentar cátedra y plantar nuestros reales que olvidamos que: No comunica el que mejor habla, si no el que mejor escucha.
- Pues yo tengo otro para todos los redichos: Cuida qué y cómo comunicas: sólo es eficaz el mensaje que se comprende a la primera. Luego, liarte a bla, bla, bla, no sirve de nada. Y de ahora en adelante, aunque me cueste, voy a ir de muda por la vida.
- Joder, tía, no sabes que Con el hecho de no comunicar ya estás comunicando. No se puede no comunicar. Además, muda reventarías. Eres lo que comunicas y cómo lo comunicas.
- Pues lo llevamos clarinete. Intentemos aclarar la mente antes de darle a la húmeda…
- Y por si acaso, vamos a preparar la improvisación de mañana, como decía Winston Churchill.
- Cada día entiendo menos a estos romanos. ¡Ahí lo dejo, tía! ¡Ahí lo dejo!