"Antígona", de Sófocles (Traducción y notas de A. Alamillo)

También se colige que su obra ‘Antígona’ fue tan importante y bien recibida que la ciudad de Atenas le entregaría una importante recompensa. Sería el encargado principal de la comisión de las finanzas de la polis, llamado helenotamia, probablemente entre los años 443 y 442 a. C.; en el año 428 a. C., y finalmente en el año 413 a.C. sería elegido como miembro del Consejo Supremo de los diez probulos, organismo responsable de que se produjese un giro en las aspiraciones de la oligarquía, que culminaron en el golpe de Estado del año 411 a.C. Estuvo muy vinculado al culto ateniense por antonomasia, entre los ciudadanos de la polis, que era el dedicado al dios-médico Epidauro, en su honor compuso un peán que todavía se recitaba en el siglo II d.C. Era uno de los miembros más destacados de una asociación de culto religioso dedicado a las Musas, en donde existía una importante tertulia sobre el Arte helénico. De toda esta actividad sacerdotal le quedaría un rico vocabulario recurrente en sus obras.

«El teatro griego era en su integridad poesía dramática, es decir, teatro en verso. En el desarrollo de una tragedia alternan básicamente dos tipos de ejecución del verso dramático: el recitado y el canto. Las partes recitadas -que no habladas- son las que corresponden a los personajes propiamente dichos, y se denominan prólogo (escena inicial), episodios (generalmente cuatro) y éxodo (escena final); en ellas se concentra la acción teatral, y el verso de que se sirven es normalmente el trímetro yámbico (no muy diferente del pentámetro yámbico característico del drama de Shakespeare), a veces también el tetrámetro trocaico cataléctico; en ambos casos son tiradas de versos iguales, sin ningún tipo de combinación estrófica».

Se estima que Sófocles pasaría a mejor vida antes de las fiestas Leneas, que correspondían a los meses de enero y febrero del año 405 a.C., ya que en el año 406 a.C. todavía estaba vivo, y podía participar en el homenaje a su rival ya fallecido, Eurípides. No hay ningún dato biográfico que demuestre que Sófocles tenía algún tipo de inclinación, sensu stricto, hacia el ejercicio profesional de la política ateniense, ya que lo único que se contempla es el cumplimiento, grosso modo, de las obligadas funciones como ciudadano de una polis tan importante, desde todos los puntos de vista, como era la Atenas del Ática. La democracia ateniense era una democracia, valga la redundancia, de tipo directo y obligatorio, aunque solo para los ciudadanos varones de pleno derecho; era una polis donde las mujeres no votaban, y los esclavos tampoco tenían el más mínimo derecho. Las fuentes biográficas de la Antigüedad nos lo califican como que era tranquilo, sereno y equilibrado, y no se alteraba por nada y para nada, y se indica que estaba muy próximo en sus afectos a hermosos efebos; también se citan sus limitaciones de dicción vocal, por lo que reconoció, muy pronto, sus indudables limitaciones para poderse dedicar al teatro.

“Frente al verso recitado están las partes corales, es decir, aquellas en las que el coro -una especie de personaje colectivo integrado en tiempos de Sófocles por quince personas, con un ‘portavoz’ al que se denomina corifeo- canta y al mismo tiempo baila una serie de composiciones poéticas, en lenguaje muy elevado y con una compleja y muy variada estructura métrico-musical, además de con un modesto acompañamiento instrumental (generalmente de aulós, un instrumento de viento parecido al oboe); estas intervenciones del coro, que comentan la acción de los episodios, amonestan o aconsejan al héroe trágico, anuncian lo por venir, etc., se denominan párodo (entrada del coro en escena) y estásimos (cantos entre dos episodios). A ello habría que añadir, ocasionalmente, los diálogos líricos que de vez en cuando se intercalan en un episodio o sustituyen a un estásimo, y en los que uno o varios personajes dialogan con el coro o corifeo, pero lo hacen cantando, pues la tensión dramática así lo requiere”.

En relación con las fiestas y el culto religioso ateniense, la representación de tragedias en la polis del Ática se producía cuando era preciso celebrar fiestas públicas en honor del dios Dionisio; por lo tanto, las celebraciones festivas más conspicuas eran aquellas que se celebraban en los albores de la primavera, y que se llamaban las Grandes Dionisias, en ellas se reservaban, siempre, tres días para la representación de obras de teatro, lo que solía tener lugar en el teatro de Dionisio, siempre al aire libre, y en las faldas de la Acrópolis. Cada autor presentaba una tetralogía, conformada por tres tragedias y un más ligero drama burlesco o satírico. Otra festividad a destacar era el de las Leneas, que tenía lugar en los meses invernales de enero y febrero, en estas las representaciones teatrales estaban dedicadas a la comedia, pero a partir del año 432 a.C. ya existieron tragedias en estas festividades.

“Así que, a diferencia del teatro moderno, en el que predomina la iniciativa privada y hay, o había, una temporada que se extiende a lo largo de casi todo el año, se trataba en Atenas de un teatro circunscrito a fiestas muy concretas y organizado y financiado por el Estado ateniense (aunque fuese frecuente que ciudadanos acaudalados costeasen, a modo de impuesto o servicio público, los gastos que acarreaban las representaciones)”.

Sófocles siempre disfrutó de la máxima consideración de sus conciudadanos, sin tener altibajos apreciables. Como prueba de todo lo que antecede, se debe indicar que sería el vencedor indiscutible del primer concurso en el que participó, que serían las fiestas Dionisias del año 468 a.C., y en competencia con el propio Esquilo. Tras concursar otras veintinueve veces, hasta el momento de su muerte, conseguiría el premio en la friolera de dieciocho ocasiones, y, sobre todo, nunca ocupó el tercer puesto. Los atenienses festejaban a su autor, en toda ocasión, y así se nos ha transmitido a la posteridad. De su extensa producción literaria solo han llegado hasta la actualidad siete obras, aunque en la Biblioteca de Alejandría, siglos III-I a.C., se conservarían, hasta su nefasto incendio, unas ciento treinta obras.

Aristófanes escribe: “Antígona fue sorprendida enterrando a Polinices en contra de la prohibición de la ciudad, y, colocándola en una tumba subterránea, fue condenada a muerte por orden de Creonte. En consecuencia, también Hemón, que sufría por su amor, se dio muerte a sí mismo con una espada. De resultas de la muerte de este, también su madre, Eurídice, se dio muerte a sí misma. El mito está también en la Antígona de Eurípides, salvo que allí, siendo sorprendida con Hemón, es entregada a él en matrimonio y le da un hijo. La escena de la obra transcurre en la Tebas beocia. El Coro está compuesto de ancianos del lugar. El prólogo corre a cargo de Antígona y la acción transcurre en el palacio de Creonte. El tema principal es el enterramiento de Polinices, la muerte de Antígona, la muerte de Hemón y el destino funesto de Eurídice, la madre de Hemón. Dicen que Sófocles fue considerado digno de ostentar el mando del ejército en Samas, al haber sido premiado en la representación de Antígona. Esta obra está catalogada con el número treinta y dos”. Versión extraordinaria, con una traducción impecable y loable, de una obra digna de todo predicamento. «Romani ueteres peregrinum regem aspernabantur».

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