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"Egilona, reina de Hispania", de José Soto Chica

Ed. Espasa. 2024
miércoles 29 de mayo de 2024, 07:53h
Egilona, reina de Hispania
Egilona, reina de Hispania
Sin duda, el personaje que José Soto Chica nos presenta en esta novela mostrándonos su carácter, su fuerza y decisión, valor y determinación, se trata de un personaje histórico, mujer, para más señas, que, seguro, por ello, por ser mujer, la historia, quizá también la historiografía, desdeña como lo que hubo de ser en realidad, un ser luchador, fiel a sus principios, pasional, por cuando es así que fue reina en los dos “bandos” por los que el destino la llevó, o tal vez, mejor estuviere decir la zarandeó.

Es por ello que el novelista, con el aval de una investigación profunda y exhaustiva, nos muestra a la luchadora Egilona, vestida con ropajes de reina, pero revestida de dramáticas situaciones donde el mundo va derrumbándose a la par que surge uno nuevo, en el que no queda más remedio que subsistir. Las crónicas que a ella se refieren no dudan en mostrarla como una traidora, desde cualquier “bando” que se la contemplase. Igualmente flota en la narración la pregunta o preguntas, por ambos lados: ¿fue traidora para los cristianos porque se unió a Musa?, ¿lo fue más tarde porque según las fuentes árabes incitó a su nuevo esposo a la rebelión contra el califato de Damasco? Más allá de lo que el corazón, o la mente, o mente y corazón dicten, y queda dentro de cada persona, lo que cuentan son los hechos y los hechos hay que juzgarlos con igual rasero, se trate de reina, de plebeyo o pordiosero. Pero aquí se trataba de una reina cristiana antes, mora después y eso pesaba mucho. Y no, no la perdonaron, ni unos ni otros, ni cristianos ni musulmanes.

El autor se ha servido mostrarnos su historia, su visión del personaje, su EGILONA, REINA DE HISPANIA a través de una muy viva narración, rigurosa en lo histórico, donde interactúan una cincuentena de personajes, la gran mayoría reales, henchida de detalles, de fechas. Una historia donde despiertan los sentidos a los olores, los colores, casi también el tacto, tal es el grado de descripción de aquellos y de determinados objetos. Se traslucen también, cómo no, las pasiones, las traiciones, el dolor físico y el interno, la impotencia frente a la adversidad, la renuncia. Y debería holgar decir que los personajes son muy bien tratados, pareciendo que la descripción los datara de alma.

En lo relativo a la documentación e investigación por mor de ella y como dato que contraviene lo escrito referente al inicio de la invasión musulmana a la península, José Chica defiende que la conocida como la batalla del Guadalete, se desarrolló ciertamente mucho más al sur, entre Tarifa y Algeciras, en los denominados montes Transductinos, allí es donde se dio la gran traición que cambió el curso de la historia, al menos de los acontecimientos puntuales que vinieron a suponer la gran derrota cristiana. Pero el novelista va más allá en cuanto que nos habla de otras armas y ropajes distintos a los mencionados en el común de las novelas de la época, nos dice que no había turbantes sino yelmos, que no había cimitarras sino espadas y no combatían a caballo sino con muros de lanzas.

En definitiva, nos lleva de viaje, de la mano por la Hispania de los inicios del siglo VIII y nos cuenta para más información que el mundo estaba inmerso en una crisis climática. Podemos fácilmente hacernos una idea de ello, pues los tiempos que corren nos arrastran a similar desazón atmosférica-terrestre.

Ya para concluir he de exponer que la narrativa de José Soto Chica experimenta un perfecto equilibrio entre la trama y los sentimientos resultando a veces, a pesar del dramatismo, de las batallas, de la sangre, de la destrucción, que el texto goza de la belleza de la poesía: pura poesía narrativa, que usa del verbo preciso, del adjetivo, del adecuado complemento adverbial y aún más de la evocación de figuras líricas de puro goce de escritura:

Somos instantes que se mezclan y se suceden. (Pág. 333)

ALGUNAS FRASES EN EGILONA, REINA DE HISPANIA

  • Antaño, señores del más poderoso reino de Occidente y ahora, un pueblo a punto de ser aventando por su aciago destino ¿Cómo ha sido posible? … ¿La respuesta? Discordia, ambición, hambre y miseria. (Pág. 31-32)
  • Recordad: quien tiene la espada tiene la fuerza. (Pág. 78)
  • Y el ejército godo, el último del reino, sucumbe mientras las sombras del crepúsculo lo van amortajando. (Pág. 108)
  • Lágrimas, sangre, gritos, apetito de bestias y fieras, codicia y pena. Trazos del cuadro que en la oscuridad dejó pintado la mano de la muerte (Pág. 109)
  • Cabalga mientras las últimas estrellas se apagan y se posan en sus lágrimas. (Pág. 110)
  • Cuando dos leones combaten por una prese, se olvidan del lobo que acecha y el lobo puede entonces darse un festín. (Pág. 125)
  • La ambición es, después de todo, solo eso: fracaso (Pág. 210-211)
  • El futuro es como arrojar piedras a un estante: siempre que arrojas una, provocas ondas, pero nunca son las mismas ondas. Así que hay que prever todos los posibles futuros para poder hacer frente al que finalmente se manifiesta. (Pág. 223-224)
  • El mundo está lleno de necios remilgados que invocan las buenas costumbres o que llaman en su auxilio al Creador con tal de que se afirmen su envidia y su obsesión por controlar la vida de los demás. (Pág. 284)
  • El juego ha comenzado y solo podrá tener un ganador. (Pág. 314)
  • Hay veces que a uno solo le queda rendirse y echarse a llorar. Cuando así te sientas, álzate y sigue luchando contra toda esperanza. La esperanza nos debilita. Cuando uno lucha sin ella, es invencible. (Pág. 412)
  • Un rey sin corona es un rey sin reino. (Pág. 478)
  • … siempre ando mi propio camino. (Pág. 487)
  • Dos mujeres que se tendieron la mano y que amaron hasta lo indecible. Y eso, el amor, es lo que las hizo iguales. (Pág. 507)

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