Hay comienzos de libros memorables. Cuesta más recordar la frase final. La primera frase vendría a ser una promesa; la última, la verificación, o no, de lo que se nos ofreció cuando iniciamos la lectura. Como dice Camila Cañeque, «la primera frase es una gran seductora, o eso se espera de ella», en cambio, «el mayor encanto de empezar una novela es saber que termina».
452 últimas frases y aún así nos preguntamos, ¿alcanzaremos alguna vez el verdadero último suspiro de los libros?
«Un día, en un avión de Singapur Airlines que no volaba a Singapur, contemplaba los bonitos trajes de la tripulación.
Entonces el aeroplano dio la vuelta y empezaron a perder altura.ii
Pensé en otras compañías aéreas, en sus uniformes reconocibles desde la distancia deambulando con sus pequeñas maletas de ruedas por pasillos extralargos y halls gigantescos. Eran como equipos de fútbol vistos desde lo alto, con sus distintivos cromáticos.
Primero de color gris, después azul y después amarillo.iii
Lo mismo valía para los finales. Aunque había leído últimas frases de todo tipo, había una serie de elementos que se repetían, situaciones y decorados que reaparecían con insistencia cuando la historia llegaba a su fin.
Ya lo entenderás más adelante.iv
Entre las imágenes más recurrentes, lo que más abunda es la lluvia, las obras que se cierran lloviendo.
La lluvia cae silenciosa, despacio.v»
*
ii Julian Barnes, Mirando al sol
iii Irene Solà, Canto yo y la montaña baila
iv Benito Pérez Galdós, La desheredada
v Georges Simenon, La mirada indiscreta
Camila Cañeque cautivada por el carácter frágil y contingente que tienen los finales, compone este libro como quien ofrece un sacrificio para invitarnos a observar nuestra dependencia y atracción por el desenlace de las cosas.
Camila Cañeque (Barcelona, 1984-2024), escritora, artista y filósofa. Su obra aborda el cansancio a través de proyectos de escritura, performance, instalaciones y objetos. Mediante un uso figurativo del vocabulario de las sociedades de consumo o a través de composiciones más abstractas, su práctica es un elogio de la inmovilidad. Escribió textos para dos proyectos de La Capella: «El motor inmóvil» y «Correspondencias simbólicas entre folklore católico y música mákina en el casco antiguo de Barcelona»; así como el ensayo «Los olvidantes», publicado en un volumen colectivo por la editorial Brumaria; y el artículo «Compartir intemperie», en la revista Jot Down.
Ha mostrado su trabajo internacionalmente en lugares como The Kitchen (Nueva York), Microscope Gallery (Brooklyn), el Museo de Arte de Queens, la Galería Vermelho (São Paulo), entre otros, y a nivel nacional en espacios como la Blue Project Foundation, CaixaForum, la galería Joan Prats y en Madrid ha colaborado con La Juan Gallery. Además, ha expuesto en la galería Lucía Mendoza y el Museo Lázaro Galdiano. Falleció de muerte súbita mientras dormía, muy poco antes de publicarse La última frase, su primer libro.
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