- Puri, desde el pasillo se escucha la diatriba que te traes con tu mismidad.
- ¡Ay, Vani! Cuando estoy alterada no me aguanta ni mi otro yo. Me pregunto y me contesto a la misma velocidad del rayo, sin que medie reflexión alguna. Otro problema de nuestro tiempo. Flagelarnos e increparnos sin venir a cuento.
- Me pareció, incluso, escuchar “gili…” y lo que sigue…
- Tía, porque me paso el día insultando a la mastuerza que soy. Digo que me voy a querer y no paro de atizarme con todo lo gordo a la menor oportunidad.
- Deberías ponerte un cilicio si tienes tantas ganas de disciplinarte, o mejor, zurrarte con el flagelo romano, que no encuentro otro instrumento mejor para azotarte las posaderas.
- Todo comienza con un soliloquio en el que intento ordenar mis pensamientos y emociones, pero, en vez de calmarme, me enervo, me incendio… y, a veces, acabo de la manera que ves. Práctica que cada vez se extiende más por la población solitaria mayormente femenina. Y no pienses que nos falta un tornillo ni lo asocies a enfermedad mental porque, no pierdo la coherencia ni median alucinaciones. Es la necesidad de entablar un diálogo contigo misma lo que te mueve al principio, y puede empezar de la manera más tonta, por ejemplo, cuando no encuentras algo que normalmente tienes delante de las narices; otras veces es una manera de darte ánimos: ¡tía, tú puedes!, o cuando necesitas concentración. Me pongo a parir en primera persona cuando estoy falta de ánimos, y me animo en tercera para controlar mejor los sentimientos.
- Visto así, charlar con uno mismo puede incluso ser beneficioso.
- Todos necesitamos hablar con alguien interesante, inteligente, que nos conoce bien y está de nuestra parte, y esa persona somos nosotros mismos, afirma la psicoterapeuta Anne Wilson Schaef.
- Pues tú lo has entendido al revés at the moment. Si no, no te insultarías. Eres trabajadora, guay, inteligente… ¡un partidazo! Seguramente la persona más interesante que conoces. Tienes que creerte que eres el mejor invento desde el pan de molde sin corteza. Eres un farde de mucho cuidao.
- Me deja living tu aseveración. Como a todo el mundo, a veces se me ruedan las tejas y ni siento todo lo que me digo, ni me digo todo lo que siento, aunque me lo grite a mí misma enardecida. Lo bueno es que cuando lo expreso en voz alta se me pasa la ira quickly.
- Entonces, todavía, no estas para que te lleve a que te arregle el loquero porque seas una agonías. Va de la reflexión que tienes contigo misma que, en vez de ser interior y mental, como la mayoría del personal, la expresas en voz alta sin pudor a que te puedan escuchar los atónitos vecinos.
- Ni de coña, Vani. Hablar solo tiene sus ventajas, aunque el ver por la rúa a gente que lo practica nos haga sonreír con sorna, lo que demuestra que nuestra percepción está errada. Es un signo de inteligencia, y en psicología se le denomina habla autodirigida o habla privada, y no de extravagancia. Lo que es habitual en infantes, un hábito sumamente útil y beneficioso que favorece el razonamiento y el desarrollo cognitivo, nos extraña en personas mayores y pensamos que se les ha ido la pinza. Nada más lejos de las conclusiones a las que han llegado los expertos que lo han estudiado, cuando solo se trata de la tendencia a hablar a solas como una manera de pensar en voz alta y se han eliminado otras patologías.
- ¡No acabo de creerme que la plática que tenías con las sartenes sea tan beneficiosa para tu cerebro y te ayude a reflexionar mejor! Acabarás trastornada y gorda en la cocina con tanto bizcocho y conversación, aunque la neurolingüísta Hélène Loevenbruck, destaque que las regiones cerebrales activadas durante una charla interna sean comparables a las involucradas en el habla abierta o real. Nadie en su sano juicio reconocería ante los demás que habla solo.
- ¡Si lo hace todo el mundo, aunque no lo confiese! Me la trae al pairo, pequeño saltamontes. Seguiré entrenando y potenciando mi capacidad discursiva y haciendo caso al alemán Heinrich von Kleist, que afirma que no es el pensamiento lo que produce el habla, sino que el habla actúa como un proceso creativo que acaba generando el pensamiento. ¡Las ideas vienen mientras se habla! En un ensayo, cuenta su hábito de usar el discurso oral como una herramienta de pensamiento, e indica que, si se tienen problemas para descubrir o imaginar algo pensando en silencio, se puede superar este obstáculo por medio del habla libre. Afirma que las personas empezamos a formar un pensamiento de forma abstracta y poco definida, pero, cuando empezamos a hablar sobre él, este pensamiento va tomando más forma y da lugar a una brillante idea.
- ¿Todo eso pasa cuando hablas sola? ¡Alucino, colega! Sigo pensando que mejor que hablar contigo mismo es hacerlo con alguien que esté interesado en escucharte.
- Es posible, pero si no lo tienes a mano… confórmate contigo, como hago yo. Hay que jugar siempre la mano que te toca, como en el póker. Además de potenciar la memoria, me ayuda a reflexionar mejor, me refuerza positivamente, me motiva, me ayuda a modificar pensamientos irracionales y veo los problemas con otra perspectiva.
- Y he oído que ayuda a tomar decisiones… Ahí me imagino a Pedro Antonio soliloquiando cinco días por los pasillos de la Moncloa con su mismidad para parir un ratón.
- ¿Un ratón? ¡Es una bomba, tía! ¡Empieza la degeneración democrática! Va a limpiar el país y dejarlo como una patena acabando con los replicantes.
- No jodas, tía, este nos cierra el chiringuito si no nos hacemos fuertes.
- Por si acaso, ¡Ahí lo dejo, Puri! ¡Ahí lo dejo!