La colección Osimbo constituye la elegante aplicación práctica de ideas brillantes. En este caso, se le propuso a una serie de creadores gráficos, que escogieran una canción que contuviera el término “mentira” y, que con absoluta libertad expresara lo sentido. Eso sí, para el propio diseño se puso como condición la de plasmar la ilustración, “a mano y sin ordenador, dentro de un troquel en forma de sello de Correos, con su correspondiente dentado, a tamaño A-5”. La idea en sí fija el rumbo en dirección contraria a la esfera de la mentira. Un libro que ha ido madurando, pues a tenor de lo que se nos dice, “tres años de esfuerzos, conversaciones telefónicas, intercambios de ideas, y más de 300 envíos por mensajería con el expreso de disfrutar de la hermosa mentira que es el arte (la única mentira que nos acerca a la verdad”) en palabras de Picasso. Un libro por tanto que apuesta por la fusión de muy distintas expresiones artísticas, como una suerte de vía para apresar la mentira como integrante actual con excesiva relevancia y escasas consecuencias y repercusiones, incluso en lo que supone atentar o agredir la condición humana. Reflexionar al respecto y hacer que el pensamiento se aventure a la acción, también se incluye en el prospecto final. Una colección que se inaugura en 2011 con un primer volumen que contiene 38 canciones de Leonard Cohen ilustradas por Alfredo González, un dibujante excepcional que además de ilustrar libros, ha colaborado en revistas y periódicos como “El País”, “Cambio 16”, “Pueblo”, “Interviú”, “El Mundo”, entre otros. Para esta colección, no es el gran formato que caracteriza el sello de la Editorial Pandora, sino un formato casi cuadrado de 17x18 cms que le dota de mayor carga simbólica si cabe. Un primer número donde se incluyeron colaboraciones literarias de Joaquín Sabina, Martirio, Javier Mas, Javier Ruibal, Cristina Rosenvinge, Luis Eduardo Aute y el propio editor Pedro Tabernero. Este último número, el noveno, cuyo título parte precisamente de una canción de Leonard Cohen, “Everybody knows” es el germen mismo del libro. Una bellísima canción de Leonard Cohen (Everybody knows that the dice are loaded/Everybody rolls with their fingers crossed/Everybody knows the war is over/Everybody knows the good guys lost/Everybody knows the fight was fixed/The poor stay poor, the rich get rich/That's how it goes...)La idea editorial no es otra que manifestar el hartazgo, el desaliento que producen los bulos, falacias, manipulaciones y mentiras en forma de bombardeo permanente, fundamentalmente, desde prismas cotidianos, políticos y medios de comunicación. Para esta colosal aventura, “la mentira” sea tratada a través de 150 artistas ilustradores de varios países, 400 imágenes y contribuciones escritas de Javier Gallego, Alfonso Guerra, Amparo Serrano, Francisco Trujillo, Francisco Yanes, Ana Yanguas y Emilio Lledó. En definitiva, participarán razones desde el prisma de la abogacía, la política, la filosofía, la historia del arte, la medicina, la arquitectura. No hay pues un catalizador aleatorio sino el espíritu del rigor y la precisión. Mundos afines a la mentira en el mundo del derecho, como la paradoja y la apariencia, lo absoluto y lo relativo, el error y la repetición, son tratados por Javier Gallego. Un recorrido por la tipología de la mentira (trascendente o no, piadosa o dañina, consciente o no, compulsiva, puntual, mentiras comúnmente aceptables o inaceptables, en suma, como nos afirma el autor “lo que es indudable, es que Mentir es un acto socialmente necesario, salvo que su intención o sus efectos causen un perjuicio patrimonial en otra persona, o una lesión en un bien jurídicamente protegido”, es decir, el orden moral de la mentira no coincide con el jurídico. La consideración de la mentira no solo como antónimo de la verdad sino con su propio signo lingüístico y por tanto entidad propia concluye en un hecho memorable “la verdadera vocación de la mentira...es disfrazarse con el hábito de la verdad”, desde luego con el deseo no ser descubierta. Desde luego, no era tarea fácil para Alfonso Guerra en su faceta de político, pronunciarse al respecto. Sin embargo, las cavilaciones del que fuera vicepresidente del Gobierno de España en la década de los 80, trazan una hoja de ruta deseable y necesaria, analizando la evolución de conceptos históricos y actitudes, centrándose en el honor, tan determinante que llevaba incluso a responder con la vida si se perdía el honor, como fue sustituido por el pudor, y la batalla se quedaba en pedir perdón y prometer corregir (lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir). Un camino que lleva al descaro, a la exhibición y pavoneo de la mentira, con ejemplos realmente de interés (el referéndum del Brexit, las cínicas demostraciones de algunos partidos nacionalistas) o más de una circunstancia que lectoras y lectores podrían reproducir. En cualquier caso, si la mentira no parece fácil de erradicar sí debe existir un pacto que expulse a los mentirosos y mentirosas de la política. El término “pseudo”, es decir, la capacidad de falsear cualquier término al que se le vincule dicho prefijo, aparece “ya en los primeros poemas de nuestra historia cultural”, nos señala Emilio Lledó. En el cuadrante de la literatura y filosofía griegas se esencializa la mentira. En relación con ello, Amparo Serrano nos recuerda que Platón expulsa de la “ciudad ideal” a los poetas, porque no se atienen a la realidad, y por tanto es un modo de corrupción, pero además exige una cierta censura o control sobre las obras literarias, aunque también recuerda que los gobernantes pueden mentir con el objetivo de engañar al enemigo o a la ciudadanía en beneficio del Estado. Resaltamos esa consideración “el arte consiste en fingir un consuelo que la realidad no otorga. El paradójico ejemplo de la pintura y la escultura, evocadores de bellezas y placeres eternos como ilustración de la mentira, el ejemplo del trampantojo, “la percepción se embota en una mentira” y la ruptura que supone la irrupción del siglo XX. Contrasta la visión médica al respecto, pues la mentira médica encerraba un componente humanitario, un deseo de generar más sufrimiento que desaparece con lo que se denomina “el consentimiento informado”. En cualquier caso, la evolución de nuestra sociedad a una velocidad vertiginosa no permanece ajena a ese dilema de mentira/verdad médica. Un recorrido multidisciplinar en el artículo “Psico(pato)logía de la mentira” que fundamenta interrogantes sobre la realidad, la construcción subjetiva, la realidad externa, la percepción diversa de una realidad. “Verdad/mentira es un par antitético, cuya complejidad se va incrementando por la extraordinaria dimensión que el mundo virtual está adquiriendo en nuestras vidas, tanto, que está cambiando nuestro cerebro”. Las aportaciones del escritor Ibsen “el hombre no puede vivir sin las mentiras de la vida”o las del filosófo Jacques Derruda que no considera la mentira como opuesta a la verdad, centrándose más en la intencionalidad y, la significación tan diferente que la verdad y la mentira tienen en psicología con respecto a otros dominios, probablemente porque va más allá de la forma y perfila también la fantasía. Un artículo tan significativo como esclarecedor que también encuentra alguna esperanza de solución o resolución en la poesía de Antonio Machado: “Se miente más de la cuenta/por falta de fantasía/también la verdad se inventa”. El artículo titulado “La más bella de las mentiras. Arte y mentira”, toma la cita del pensador Teodoro Adorno “el arte es magia liberada de la mentira de ser verdad”, donde como herramienta del artista, figura la imaginación que no de ser una aliada de la mentira. Un bellísimo artículo que recoge fragmentos de Elliot, Wilde, Machado, Vargas Llosa, Valéry, Adami, Gamoneda, Campoamor, Borges, Cernuda, Lope de Vega, Del Palacio, Paz, Maquiavelo, Picasso. En suma, en honor a la verdad y sin faltar a la mentira, un volumen, Dados cargados, que se nos antoja absolutamente fundamental. Puedes comprar el libro en:
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