Sin dejar rastro desaparece Francisco Sarasola, un importante promotor inmobiliario de Pamplona. Después de la denuncia, la familia recibe un mensaje en el que se puede ver al empresario malherido en el suelo. A cambio de su vida, exigen un millón de euros. Al cabo de unos días, el subdirector de la empresa se esfuma y encuentran muerta a la joven amante del empresario en los lavabos de la estación de tren. Mientras tanto, Marcela Pieldelobo sigue lidiando con sus propios fantasmas, miedos y dudas. En lo profesional es tajante y decidida, pero en lo personal es sarcástica y dubitativa. Es experta en ponerse zancadillas a sí misma. Sin embargo, aprenderá que los tiempos de crisis tejen extrañas alianzas. ¿No siempre el desaparecido o el muerto es el bueno? En absoluto. Ser una víctima no te convierte en una buena persona. ¿Hay personas que estarían mejor muertas, o también merecen justicia a pesar de hacer daño a los que tienen cerca? Hay personas que estarían mejor muertas. Es duro, pero es así. Hay personas malvadas, dañinas, seguro que todo el mundo es capaz de pensar en alguien. Sin embargo, también ellos merecen justicia, o al menos eso es lo que piensa Marcela Pieldelobo. ¿En qué nos convertiríamos si decidiéramos quién merece justicia y quién no? Un medio muerto, un padre que pega a su hijo adolescente… ¿Se asegura que el lector no pueda abandonar la lectura de Mejor muerto empezando en alto? Creo que el primer capítulo debe servir de escaparate de la novela. Me gustan los inicios fuertes, todas mis novelas empiezan con un golpe en el estómago. Es “marca de la casa”. Además, me permite presentar a la víctima, que suele ser el gran olvidado en las novelas. El protagonista es el detective, o el asesino, o los sospechosos… y la víctima es solo la excusa. Yo quiero que el lector la conozcan también, que vean su sufrimiento, que sepan qué está pasando. ¿La trama es un reto para usted o más para el lector? Para mí en primer lugar. Trabajo mucho en la estructura de la novela, cómo y cuándo ofrezco la información, dónde tensionar al lector, dónde darle un respiro… Después, espero que el lector “juegue” conmigo y siga la trama hasta el final. “Todo el mundo miente. O mentimos. Y quien diga lo contrario, miente”Aquí todos mienten… ¿Es acaso el deporte nacional? ¡Por supuesto! Todo el mundo miente. O mentimos. Y quien diga lo contrario, miente. Mentimos en pequeñas y en grandes cosas. Hay mentiras sin importancia y otras muy graves. Lo peor es cuando nos mienten como sociedad, cuando nos lanzan promesas que son cantos de sirena y que luego se quedan en nada. Caemos una y otra vez. Odio, miedo, ira, violencia… Emociones primarias que arrasan la convivencia ¿Le falta algún ingrediente más? La envidia, por ejemplo. Pero sí, esas emociones primarias son las que, por desgracia, mueven a mucha gente. Cuanto más poder ejercen las personas, más quieren. Cuando más dinero tienen, más quieren, y eso a costa de quien sea. Unos presionan y otros aguantan. A veces parece la ley de la selva. En “Mejor muerto” tenemos una serie de personajes que se mueven entre el miedo y la extorsión, entre la violencia y el odio, y todo en un círculo cerrado, el de la familia, que posiblemente sea el más aterrador, el más destructivo. Chantaje, extorsión, amenazas… ¿Tiene que ver con la situación de nuestro país, por casualidad, o es mera coincidencia? Escribir novela negra me permite ahondar en cuestiones que me preocupan, temas de actualidad que afectan directamente a la sociedad. En este caso los personajes se adentran en una trama de corrupción y luchas internas dentro de una empresa inmobiliaria. Hablo de especulación, de construcciones fallidas, de extorsión… Es un tema que me preocupa mucho, la Constitución nos garantiza el acceso a una vivienda digna y, sin embargo, la realidad es otra bien distinta.
La inspectora Pieldelobo sigue lidiando con los fantasmas, dudas y miedos que la acompañan irremediablemente. ¿Le gusta romper estereotipos? Eso de una persona equilibrada al frente de una investigación tan importante… ¿Conoces a alguien perfectamente equilibrado? Yo, no. Todos tenemos nuestros fantasmas, nuestros puntos débiles, nuestros miedos y nuestras fortalezas. Marcela es una persona decidida y resuelta en lo profesional, es muy buena en lo suyo, pero en lo personal se está comportando como una cobarde. Tiene miedo a que le hagan daño y por eso aleja a quien la quiere. No se arriesga, y por eso nunca gana. Le da vueltas y vueltas a su relación con Damen, no sabe si es capaz de dejarse llevar, de participar al cien por cien en una vida compartida. Es contradictoria, y por eso es interesante. Indaga en el alma de las personas, en los sentimientos y conductas ¿Ha contado para ello con profesionales cualificados? La verdad es que no. Soy una persona muy observadora, miro, escucho, analizo. Leo mucho también, me interesa la condición humana. Construyo a los personajes basándome en mi propia experiencia y, sobre todo, en la intuición. Personajes bien definidos, trama, ritmo, tercera persona, ir y venir… ¿A qué le da más importancia a la hora de escribir? Busco sobre todo el equilibrio, que nada pese más que el resto, pero reconozco que prefiero que sean los personajes quienes cuenten la historia, evitar al narrador siempre que es posible. Por eso es tan importante para mí tener personajes sólidos que puedan moverse e interactuar para sostener la trama de principio a fin. Con esta obra, sigue en su tierra ¿Le cuesta sustraerse al lugar que la vio nacer o es que Navarra da para eso y mucho más? Navarra da para mucho, de momento no me hace falta buscar otros escenarios para inspirarme. Tenemos ciudades y pueblos, una naturaleza privilegiada, una atmósfera perfecta para la novela negra, con lluvia, niebla, bosques y kilómetros de terreno sin cámaras, vecinos ni turistas. Tenemos enclaves increíbles, ríos de todos los tamaños, montañas de todas las alturas, y al lado de otro país en el que desaparecer. Para mí, Navarra es perfecta como escenario. ¿Su ideal de vacaciones se parece al de Marcela? Encerrarse en su casa con su perro, unos cuantos libros, la nevera llena y la bodega bien surtida… Sin ver a nadie. ¡No! Al contrario, yo soy muy sociable, me encanta reunirme con la familia y con los amigos, me gusta salir, viajar y conocer gente nueva. Eso me enriquece. No llevo bien quedarme en casa sin hacer nada, prefiero salir y vivir, ver el mundo y compartirlo. ¿Continuará dando alegría a los lectores con una protagonista tan especial? Por supuesto. No sé cuánto tardará en llegar, pero le debo a Marcela Pieldelobo al menos una novela más, quizá más, ya veremos. Puedes comprar el libro en:
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