No sé cómo explicarlo. El subidón y las taquicardias son lo de menos. Con el primer sorbo mis neuronas detectan de inmediato ese olor, ese sabor, ese regusto amargo intenso y adictivo. Es entonces cuando empiezo a verlo todo en 3D. Como si me convirtiera de pronto en el Pokémon escarlata del Nintendo Switch. Te juro que no exagero, yo misma me doy miedo. Me tiemblan las manos y lanzo rayos láser con los ojos.
Dirás que son los nervios. El sistema nervioso es caprichoso y no en todos se manifiesta de la misma manera. Hay individuos (seguramente ni siquiera son humanos) que toman 5 o 6 cafés diarios y duermen como marmotas. Inmunes al desaliento. Mariano Rajoy, además de muy cafetero, con la movida del 155 “dormía divinamente” (sic). Todo lo contrario a Salvador Illa que duerme fatal y se le nota. Claro, mucha responsability. Cada vez que le preguntan por el Referéndum le aparece un tic en el ojo derecho. Por cierto, igual que a Rajoy, que cuando le hacían preguntas incómodas cerraba compulsivamente el ojo izdo. Ya sabes que no me fío de las palabras de los políticos, por eso me fijo en su lenguaje no verbal. Illa cierra el ojo derecho y Rajoy el izquierdo. Porfa, que alguien me lo explique.
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