“Elogio de las manos” cuenta la peripecia personal que vivió el escritor con su familia cuando llegaron, de un modo azaroso, a una vivienda casi en ruinas situada en un pequeño pueblo del sur de España. Un acuerdo con el propietario les permitiría hacer uso de ella mientras él encontraba financiación para construir allí unos apartamentos. “Era cuestión de tiempo el que la casa fuera derribada, pero ese tiempo se alargó más de lo que creíamos y comenzamos a pasar largas temporadas en ella, así la comenzamos a reparar con nuestras propias manos, hasta que la transformamos en un lugar acogedor y agradable”, recuerda Jesús Carrasco. Allí, recibieron la visita de numerosos amigos y vecinos, con los que compartieron música, comida, trabajo y muchas risas. La familia llegó a convivir con una docena de gallinas, varios caballos y burros, dos perros y algún ratón. “Algunos animales nos proporcionaron comida, otros, ayuda y unos pocos algunos sustos”, señala con su sonrisa amable y pacífica. La experiencia en la casa fue “una elocuente metáfora de la vida: nos entregamos a ella aun sabiendo que algún día terminaría”, puntualiza. “La novela, la comencé con piezas separadas que tuve que ir puliendo y repasando muchas veces hasta convertir la escritura en más amable”, apunta Carrasco y añade “nunca quise sacar conclusiones, solo referir mis vivencias”. “El libro se comenzó a gestar hace unos ocho o nueve años en una playa de Chipiona hablando con un amigo. Amigos, mucho material literario y una vivencia muy física. Es una colección de libros. Mi primera intención fue escribir un ensayo puro, pero no es mi género. Así que me decanté por una novela personal”, confiesa. Una novela que se podría calificar de autoficción, pero muy personal. “Quise escribir un libro amable y anti perfeccionista. Me estoy quitando ese sentimiento de perfección. Suelo ser muy concienzudo, pero en esta ocasión quería dar una sensación de ligereza. Creo que puedo aportar más al lector transmitiendo mi forma de vivir en el mundo, con mis observaciones cotidianas y rutinarias. Buscar la simplicidad”, elucubra en el escritor pacense. “Los huecos de la memoria, los relleno con la ficción”Dio Jesús Carrasco muchas vueltas a cómo escribir “Elogio de las manos”. “Para hacer una lectura más asequible, lo escribí en primera persona, ya que eran mis propias experiencias y descarté el presente de indicativo por el pasado, así tenía una voz desde arriba, omnisciente”, señala con agudeza y reconoce que modificó nombres y alguna que otra cosa más para que el relato fuese una novela. “Los huecos de memoria, los relleno con la ficción que para eso es una novela. También he querido que hubiese cierto sentido del humor en el libro”. Probablemente, es su novela donde ese sentimiento es más palpable. “Lo cómico es monumental. Es todo un reto”, sentencia. Jesús Carrasco creció en un taller de encuadernación de libros que regentaba su padre. “De ahí me viene mis recuerdos sensoriales y también surge mi interés por todo lo que hago con las manos. Escribir no lo hago a lápiz, utilizo el ordenador que es también un arte manual. Es trabajoso transcribir mis notas porque tengo la mala letra de un médico o de un periodista. El ordenador es muy operativo”, reflexiona.
“Me considero un escritor lento. Funciono bien escribiendo un libro cada tres o cuatro años. No me gusta acumular tensión para escribir. Tengo que reconocer que, entre medias de los libros publicados, he escrito libros que he tirado a la basura y que, por tanto, no verán la luz. Creo que escribo para descartar, para sacar lo que no quiero escribir. Es muy importante saber lo que se quiere escribir, pero también lo que no se quiere escribir”, señala el autor de “Intemperie”. A Jesús Carrasco, aquella casa permeable, casi sin puertas, le dio un concepto diferente de la literatura. “Había una alta tolerancia para vivir con los demás. Era una casa en la que se podía molestar a los demás. Nadie sobraba. La tolerancia es liberadora y hace que la experiencia de residir allí fuese diferente. Una vuelta a lo natural o lo rural. Ahora está de moda. Espero que ese movimiento no sea solo eso”, expresa el escritor. Para concluir, sugiere que “las nuevas tecnologías son una bendición, pero urge un paso atrás. Esta sociedad nos impele a avanzar tanto que se nos olvida el trabajo cuidadoso y perfeccionista de otras épocas. En aquella casa se hablaba de la familia, de la salud, del tiempo, del agua de lluvia. Eran conversaciones contemporáneas, nada costumbristas. No nos damos cuenta, pero tenemos los mismos intereses, que la naturaleza perviva y se respete”, el autor extremeño. Jesús Carrasco nació en Olivenza (Badajoz) en 1972. Su primera novela, Intemperie (Seix Barral, 2013), lo consagró como uno de los debuts más deslumbrantes del panorama literario internacional y fue galardonada con el Premio Libro del Año otorgado por el Gremio de Libreros de Madrid, el de Cultura, Arte y Literatura de la Fundación de Estudios Rurales, el English PEN Award y el Prix Ulysse a la Mejor Primera Novela. Quedó finalista del Premio de Literatura Europea en Holanda y del Prix Méditerranée Étranger en Francia. Elegida como Libro del Año por El País en 2013 y seleccionada por The Independent como una de las mejores novelas traducidas de 2014 en Reino Unido, Intemperie ha sido publicada en veintiocho lenguas y ha sido adaptada al cine por Benito Zambrano. Su segunda novela, La tierra que pisamos (Seix Barral, 2016), fue galardonada con el Premio de Literatura de la Unión Europea. Su siguiente libro, Llévame a casa (Seix Barral, 2021), ganó el XVII Premio Dulce Chacón de Narrativa Española y el Premio Casino de Santiago. Puedes comprar el libro en:
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