Por un lado, una campaña que no era campaña, una competencia que no era competencia: la del presidente Biden. Sin un contrincante, se realizaban simulacros de primarias, se anunciaban resultados triunfantes que no eran tales, las trompetas del triunfo sonaban tristemente destempladas.
Hasta Michigan.
Por el otro lado, una campaña estridente, las trompetas de triunfo de Trump recordaban más que trompetas, los agresivos tambores del fascismo en Europa. Un discurso por momentos delirante, la fiebre del racismo corriendo por su frente, guerrero de lo inhumano partía en batalla campal para arrojar al río al supuesto invasor.
En las primarias de ese lado, una candidata era aplastada por el sistema, los cordones de la bolsa cerrando el camino.
En ambas candidaturas, los cordones de la bolsa juegan su papel, las ideas se destruyen con dinero. Para mí, un manto de pesimismo cubría la campaña.
Hasta Michigan.
Juventud, divino tesoro, idealismo fuente inagotable de esperanza, voces jóvenes se levantaron para decir ¡basta!
¡Gracias!, me quitaron la venda de los ojos, me hicieron entender que hay una chispa de esperanza, rompieron el velo, hasta Michigan la campaña era Biden contra Biden, era Trump contra Trump. Nada cambia, uno contra el otro, y nosotros sin elección.
Y una campaña electoral para la presidencia no puede ser vista como una elección de uno contra otro, tiene que ser vista como una elección en que las ideas primen, no los defectos del adversario, tiene que ser vista como propuestas y no golpes de imagen, esa imagen que se derrite como se derrite un helado en temblorosas manos.
No puede ser el discurso guerrero y violentista el que predomine, eso fue en el pasado, y aún caminamos sobre los muertos, olvidando los muertos del presente.
Hoy los muertos del presente nos desafían, desafían nuestra conciencia, nos enrostran nuestra responsabilidad, no aceptan aguas tibias los niños y las niñas de Gaza, como no la aceptan los niños y las niñas asesinados en un kibutz en Israel.
En Gaza llueve la muerte desde el cielo, en Gaza la esperanza de vida está atrapada en el sur, en Gaza las tierras cambiaron de mano, Atila arrasa sobre tierra quemada, en un Kibutz un niño, una niña espera la muerte en un columpio.
No se trata de un cese de fuego, se trata de respetar la vida en Gaza, de respetar la vida en Israel, se trata de que un árbol florezca en Gaza y las flores no sean flores de cemento, restos de viviendas retorcidas en la tierra. Se trata de dos Estados viviendo en paz, soñando en paz, respirando en paz, se trata de que el hambre no sea arma de guerra, se trata de no entregar armas de muerte para que se continúe sembrando muerte en vez de vida.
En la frontera el derecho de asilo, derecho a la vida, a dejar atrás el hambre, se ahoga en el río, los muertos en la frontera son nuestros muertos, el grito para aplastarlos resonaba en las campañas, a veces las banderas de uno y otro campo se confundían, hablaban de cómo rechazarlos, no de cómo ayudarlos,
hasta Michigan.
Tres semanas, 21 días despertaron la conciencia, devolvieron la dignidad al proceso electoral en los Estados Unidos, el sentido a la democracia.
Las voces de los "no comprometidos" nos dejaron claro que Biden se enfrenta a Biden, y no solamente por su avanzada edad, más bien por la falta de claridad, de determinación. Que su campaña entienda, no se trata de cambiar de imagen, Michigan dio una lección, se trata de cambiar de política, de política o de político.
Trump se enfrentó a Trump, el ejército invencible se estrelló contra la realidad, los viejos tambores racistas, guerreristas, homofóbicos suenan destemplados, no todo el mundo quiere revivir la siniestra experiencia de marchar al mismo ritmo.
Al enfrentarse a sí mismos, uno y otro son perdedores.
100.995 votos, 100.995 voces se levantaron para exigir paz, para exigir claridad, dignidad. 100.000, uno por muerto, herido o desaparecido en Gaza.
No se trata de un tercer partido, se trata de que en ambos partidos surja una alternativa, independiente, real, no de pacotilla para favorecer a uno o a otro, independientemente de ambos candidatos; en Michigan ambos fueron derrotados.
21 días, los "no comprometidos", nos dieron una lección, no estaban no comprometidos, al contrario, estaban comprometidos,
con la fuerza de la juventud,
comprometidos,
con la fuerza del humanismo,
comprometidos,
por la paz,
comprometidos,
por el futuro de los Estados Unidos,
comprometidos.
Un helado se derrite en la lejanía, un tambor suena destemplado en la frontera.
El manto caído, la venda caída de mis ojos, me sumo a los comprometidos declarándome "no comprometido".
* Escritor, poeta, dramaturgo y hombre de teatro chileno, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Reside en los EE. UU.