A propósito de 26 soldaditos de plomo. Supongo que a estas alturas, ya te lo habrán preguntado más de una vez quiénes son esos firmes soldaditos de plomo que de una forma tan original dan nombre a tu primera colección de reseñas literarias. Querido David, uno escucha aquí y allá. A veces le asaltan las ideas y otras veces la inspiración llega en forma de comentario. Hace un par de años, Fernando Chamorro, impresor (él prefiere que le llamen imprentero) leonés que creó conmigo el Proyecto Cultural Contamos la Navidad, me dijo que Gutenberg, al crear la imprenta, había cambiado con 26 soldaditos de plomo la historia de la Humanidad. Y puesto que esos 26 son los tipos de imprenta con los que se imprimen todas las palabras del mundo sobre el papel, independientemente del idioma en que sean publicadas, me pareció un título muy adecuado para titular un libro que, por otra parte, aúna periodismo y literatura. Comienza el libro con un prólogo firmado por el escritor y periodista Fernando Conde que encomia la crítica literaria y la labor de crítico, tan importante y a la vez tan escasa, en nuestros tiempos. Así es. Fernando Conde me ofreció escribir en ABC hace una docena de años y es justo que él escribiera el prólogo. En cuanto a la tarea de crítico, él habla de los diferentes tipos existentes y creo que, en efecto, a pesar de ser pocos, y menos los que tenemos una voz diferente, que se escapa del discurso manido y oficial, es necesario que se conozca esa forma distinta de ver los libros y de animar a su lectura. Conde dice también que tus reseñas son ejercicios literarios sobre literatura. ¿Cuánto prima el aspecto creativo en ellas? Cuando afronto la creación de una reseña lo hago como escritor, pienso en tejer una historia amena alrededor del libro sobre el que estoy opinando. Algo así como escribir literatura sobre la literatura que otros han escrito antes que yo. De esa manera pretendo que los lectores disfruten leyéndome, como si se enfrentaran a un relato propiamente dicho, y al mismo tiempo que les resulten atractivos los libros que recomiendo. Decía Borges que otros se jacten de lo que han escrito, que él se jactaría de lo que había leído. Eso mismo se le puede aplicar al crítico literario. Joaquín Revuelta, «mi jefe directo» en La Nueva Crónica dice que en mí, antes que al crítico, encuentra al lector voraz. Y no seré yo quien les lleve la contraria a Joaquín ni a Borges. Al contrario de lo que se suele pensar, la crítica literaria es un acto de generosidad de un escritor hacia otro escritor. Depende de los casos y de los críticos. No todos los críticos son escritores y no siempre son generosos. A veces hay otros intereses creados, comerciales o empresariales solapados que flaco favor le hacen a la literatura. Tienes muy claras tus reglas de oro: primera, sólo reseñas libros que se hayan escrito en español; y segunda, y esta es una de tus principales características como crítico, sólo reseñas aquello que realmente te ha gustado. Por partes. Como no manejo el don bíblico de hablar todas las lenguas, sólo me fío de la que hablo. En el resto de los casos estaría juzgando a los traductores, y no todos son de fiar. Y, efectivamente, sólo reseño libros que me gustan por una razón que se me antoja irrefutable. Si en España se publican miles y miles de libros cada año y yo sólo puedo escribir sobre unos pocos, prefiero hacerlo sobre libros que me han gustado mucho y animar a su lectura de una manera apasionada. Por supuesto que no llego a libros que seguramente serán fascinantes, porque la labor de elección a veces tiene mucho que ver con la casualidad o la intuición. Pero desde luego no me va esa labor de forense carnicero que despedaza libros y deja la moral de los autores (si son poco conocidos, mejor) por los suelos. Para los libros que no me gustan creo que la mejor crítica es el silencio. Así no les doy difusión y no hago daño a personas que, más allá de su discutible talento literario, probablemente habrán puesto mucha ilusión y muchas horas de trabajo, de soledad y de silencio en lo que han escrito. No parece baladí que 26 soldaditos de plomo comience con Tomás Sánchez Santiago y que termine con Antonio Pereira. En mi caso, Tomás y el maestro Pereira son dos faros, dos referentes. Por eso, en un libro que no se atiene a la cronología de la publicación de las reseñas en la prensa, quise situarlos como el alfa y el omega. Además, en un libro en que las reseñas han aparecido tal y como las reflejó la prensa, sin cambiar ni una coma ni subirme al carro del «ya dije yo…» colocado a posteriori, la única reseña que escribí sabiendo que el libro iba a ser publicado fue la que lo cierra. Y como resumir todos los cuentos del maestro berciano de lo breve en 4.000 caracteres era imposible, creé una especie de retrato anecdótico que trataba de homenajear mi relación con él. Algunas de tus reseñas son de una originalidad pasmosa, como la de los libros de Carolina Sarmiento, en la que unes algo tan atemporal como la literatura con algo tan prosaico como el final liguero. Como te decía antes, intento ser escritor antes que crítico, sobre todo en La Nueva Crónica, que me da más espacio y me exige menos academicismo. Al hilo de tu comentario, hace unos días Charo Alonso escribía en la prensa salmantina que me he convertido en el reinventor del género de la crítica literaria. Seguro que tu visión de la reseña de Carolina Sarmiento sobre «Tarada» y «Animales urticantes» tiene mucho que ver con esa afirmación, por otro lado tan exageradamente categórica. Me ha gustado mucho eso de que «Algunos premios literarios de primer nivel, sí que molan». ¿He dicho yo eso? No te creas que tantos. Y me temo que cada vez menos.
A lo mejor, si se incluyesen críticos literarios en los jurados «de reconocido prestigio» mejoraría mucho la calidad de los mismos. En mi opinión la literatura de calidad y de prestigio tiene muy poco que ver con el mercado editorial. Poco puede aportar el juicio de un crítico a un premio que está otorgado de antemano desde varios meses antes. Lo que me pregunto a veces es el coste que tiene que escritores «de reconocido prestigio» se presten a formar parte de ese circo más mediático que literario, y que los pone tan en entredicho. Con tu característico ojo avizor, has detectado que la segunda persona se ha puesto de moda a la hora de narrar… Bueno, la segunda persona es muy especial, muy difícil de emplear con pericia y de ser leída con avidez. Yo creo, a groso modo, que la primera persona sigue predominando en el relato y la tercera en las novelas. ¿Qué otras características has descubierto, como detective literario que eres, en el cuento español contemporáneo? Esa es una pregunta muy difícil de resolver. Cada escritor es un mundo y maneja sus propios métodos. Quizás veo últimamente que el cuento se aleja del realismo mágico iberoamericano para parecerse más al relato anglosajón. Y otro tanto sucede con la novela. Aunque me preocupa esa tendencia en acusado aumento de argumentos cortados por el mismo patrón y dirigidos a un público femenino y de una edad otoñal. Dice Alberto Marroquín, de El Correo de Burgos, que «es vox populi en el ambiente literario que todos los autores de la Comunidad –y más allá- quieren aparece en tus reseñas». Entiendo que esto una gran responsabilidad y que no debe ser fácil dejar autores por el camino… La responsabilidad sobre todo se tiene con el lector, con no darle gato por liebre, con no defraudarle, más allá de que no es fácil que confluya la opinión de un crítico con un lector. Al fin y al cabo es una cuestión de gustos, de ópticas y de preferencias. Pero Alberto sabe de lo que habla y del acoso al que nos someten los escritores y los editores a los críticos que tenemos una voz propia, también porque no hay tantos espacios en la prensa para este apartado y la escasez provoca más demanda. Aun así me sorprende la tozudez de autores que se autoeditan sin ningún rubor y de editores comerciales que me tirotean con sus nuevas publicaciones a diario. Y lamento no poder atender a otros a los que arrastran las novedades sin darles tiempo ni espacio. Y siempre, como se deduce de una de las dedicatorias de tu libro, a costa de posponer tu propia obra. Hace un par de años alguien me dijo que algún día tendría que elegir entre ser escritor o ser crítico. Supuse que la disyuntiva tenía que ver con aquello de ser juez y parte, pero con el tiempo he comprendido que se refería precisamente a eso, al tiempo, o, mejor dicho, a la falta de tiempo para escribir ficción. También hace poco otra persona me dijo, y al principio acuse el golpe que en realidad pretendía ser elogio, que como escritor con una dilatada trayectoria no había pasado de ser un buen futbolista de primera división, pero que como crítico me había convertido en muy poco tiempo en árbitro internacional. Desde luego, la organización de eventos, que me reclamen tanto últimamente para dar conferencias sobre literatura española contemporánea o que me encarguen estudios sobre corrientes, movimientos o autores, me ha pillado por sorpresa, y más cuando otros que saben mucho de esto consideran que me he convertido en una voz autorizada como crítico, como antólogo o como analista. ¿Para cuándo tu próxima novela? Para cuando tenga tiempo de escribir un folio diario en silencio, sin prisas, con calma y con paciencia. Decía el siempre irónico y genial Edgar Neville que nadie compra libros de cuentos y que «se han señalado en España algunos casos aislados de compradores de novela», así que, si ya es difícil vender libros de cuentos y de novela, no me imagino cómo será el vender un libro de reseñas literarias… En la solapa delantera del libro yo mismo aventuro que dudo que le interese a alguien. Una vez publicado imaginé que quizás llamara la atención de algún autor reseñado, si bien es notorio que muchos escritores se jactan de leer nada o lo menos posible. Pero luego he comprobado que no sólo hay lectores que se sienten atraídos, quizás porque les doy el menú desmenuzado y les evito muchas probaturas decepcionantes, sino que además he recibido otras ofertas editoriales para publicar una segunda remesa cuando la mies sea más abundante. Supongo que el éxito de este libro también radica en la exquisita edición que ha llevado a cabo Castilla Ediciones… La verdad es que la portada de Carlos Velasco ha llamado mucho la atención y, como bien dices, José Antonio Rodríguez Lozano y Jesús Muñoz han puesto mucho de su parte en el interior para que al libro no se le salgan las tripas. Para terminar, me gustaría que me dijeras cuál de todas tus reseñas es tu favorita, si es que tienes alguna. Para mí, una de las que más me ha impactado es FU y FA, con esas mayúsculas a lo Justo Alejo… A lo largo de doce años como crítico en ABC y tres en La Nueva Crónica he escrito centenares de reseñas. Aquí están recogidas alrededor de noventa que me parecen más literarias, más ingeniosas o que aluden a libros en teoría más relevantes. No podría decantarme por alguna. En todas he puesto mucha pasión y he derrochado entusiasmo. O en la mayoría. Puedes comprar el libro en:
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