Juana de Arco murió en la hoguera con 19 años de edad. La novela comienza justo en la mitad de su vida, con diez años, y finaliza cuando es hecha prisionera. Participó en la Guerra de los Cien Años, que como ustedes saben duró 116 años, al lado del delfín de Francia Carlos VII luchando contra los ingleses que eran dueños de media Francia. La novela cuenta su periplo vital. “Juana de Arco es un personaje histórico tan increíble que se podría identificar con muchos movimientos: sufragistas o feministas, entre otros. Desgraciadamente, se la ha apropiado la extrema derecha francesa. Tengo que reconocer que es una figura camaleónica”, dice la escritora ante un puñado de periodistas en un pool informativo que se celebra desde su casa de New Jersey. Muchas personas siguen maravillándose de por qué una mujer se va a la guerra en ese tiempo, siglo XV, tan joven y vestida de hombre. “Juana aprende desde muy pequeña a manejar las armas por lo que era un personaje muy polémico. En Estados Unidos ese es un tema candente que está de mucha actualidad, el uso indiscriminado y compra de armas, tanto como el tema del aborto. Hay muchas personas que se manifiestan en contra del aborto y muchas menos en contra de la venta de armas”, especula la autora. Otro de los temas que suscitó la vida de Juana de Arco es el de la santidad. “Cuando un ser humano se involucra en ese campo siempre es problemático. Por eso, yo necesitaba que Juana entrase en nuestro nivel. La he transformado convirtiéndola en una persona normal. Todos los escritores que han escrito sobre ella eran varones y la han idealizado, no se dieron cuenta que era una simple adolescente con unas facultades diferentes. Eso sí, extraordinarias”, explica Katherine J. Chen. “Lo primero que hice para escribir la novela fue documentarme, me leí las transcripciones de los dos juicios a los que fue sometida. El que la condujo a la hoguera y el posterior a su muerte. Era una persona con una gran personalidad que se negó a prestar juramento y a responder a ciertas preguntas”, señala la escritora de New Jersey y añade “yo he querido apartarla del mármol y del alabastro, hacerla humana. Siempre la pintaban mirando al cielo como si fuese una elegida. Yo he buscado que el lector empatizase con ella”. El juicio póstumo se realizó en 1450 en el que se la perdonó lo que dicen que hizo mal. Querían alinearse con su recuerdo y con su nombre. Los franceses habían ganado la guerra de los Cien Años y querían héroes o, mejor dicho, heroínas. “Cuanto más escarbas en sus recuerdos más encuentras esas perlas para escribir la novela”, afirma. “Un exceso de documentación puede ser contraproducente para escribir un libro”“El investigar demasiado y documentarse en exceso no hace que fluya un libro. Cometí un error, escribí una biografía desde un punto de vista histórico. Y me di cuenta de que la novela no funcionaba. Hice dos borradores más para conseguir lo que quería. Creé una visión propia de Juana. Lo que llega al corazón del lector son cosas empáticas que maravillen al lector. Creo que lo he conseguido”, elucubra Katherine que fue diagnosticada de cáncer en 2019. Hubo mucha manipulación entorno a Juana, “cuando iba con el delfín a la coronación del rey la presentaron a una profetisa. Una noche se cruzaron con esa mujer que se apareció en medio de la noche. Juana se dio cuenta de que era una embaucadora. Siempre se ha hecho mucho énfasis en sus visiones. Se lo atribuyeron a una enfermedad mental o a un moho. Incluso se habló de que cuando fue quemada viva su corazón no ardió. Yo no hice mucho caso de esas supercherías. En mi opinión, siempre tuvo mucha confianza en sí misma, lo que le valió tremendamente en el campo de batalla”, expone.
Para abordar la realización de la novela apunta que “lo que hice fue un esquema temporal con las fechas de las batallas y sobre la línea de vida de Juana veía donde se solapaban y escribía con esa información para no cometer errores. Muchas veces la historia no se ajusta a los hechos. La realidad es que la Iglesia Católica la condenó a muerte y los propios franceses y su rey la repudiaron.” La novela comienza cuando Juana tenía diez años y fue a una batalla con piedras entre los niños de dos poblaciones rivales. “Esa pelea existió en la realidad. Los relatos de la época cuentan como niños de la escuela llegaban sangrientos después de esas peleas, incluso algunos murieron. Se veían a niños haciendo batallas como los mayores. Las guerras no se limitan al campo de batalla, llegan a los hogares, a la propia familia. Los niños lo ven todo, lo entienden todo y se involucran en muchas cosas”, indica la escritora estadounidense. Para finalizar, Katherine J. Chen detalla que “para mí es muy importante que el lector vea a Juana como un ser humano. No fue santa hasta siglos después de su muerte. Ella fue una persona muy humana y encarna esa naturaleza a la que todos deberíamos aspirar. Ella no pierde la fe jamás sobre la función humana. Se ha quedado sin espada sin nada, no tiene rey, no tiene ejército, pero era capaz de contestar a la violencia con la amabilidad y la caridad”. “He escrito el libro para no perder la fe en la bondad de los seres humanos”, concluye. Puedes comprar el libro en:
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