Fernando Martínez Laínez es un escritor de largo recorrido, tanto en libros de historia como en los de no ficción. Ha tratado la novela histórica, la negra, ensayo histórico, la novela de espías y los relatos, así como ha escrito libros juveniles para diversas editoriales. Carlos Canales es abogado y divulgador histórico. Ha investigado el folclore y las tradiciones históricas de nuestro país que ha recogido en diferentes obras, tanto individualmente como de manera colectiva. A raíz de esta nueva edición, entrevistamos a Martínez Laínez que nos ha hecho un repaso de la historia de los españoles que vivieron y lucharon en los actuales Estados Unidos.

¿A qué cree que es debido el éxito de su libro, que lleva ya tantas ediciones?

Puede que sea un modo de reaccionar ante la extrañeza y disgusto que siente una gran mayoría de españoles al constatar la grandeza histórica que tuvimos antaño, y compararlo con nuestro poco peso actual en la órbita mundial. Eso va unido al desconocimiento general del pasado hispano, un desconocimiento generado por quienes debieran tener la ineludible obligación de promoverlo en todos los ámbitos, incluidos los centros de enseñanza.

¿Qué partes han actualizado del libro?

Se ha ampliado la relación de todos los fuertes, acuartelamientos, misiones, presidios y puestos fortificados de los que hay noticia en el territorio de los actuales Estados Unidos. Además, se han corregido algunos datos y se han ampliado algunas partes bastante desconocidas en la historiografía española, como la guerra a principios del siglo XIX en la Florida oriental, el final de la presencia hispana en Texas y la segunda República en ese estado-territorio, así como las últimas exploraciones y campañas militares en California y Alaska. Todo ello proporciona una panorámica bastante completa de lo que fue la expansión española en Norteamérica, expuesta con un tono eminentemente divulgativo.

¿Cree que se conoce poco la gesta realizada por España en Estados Unidos?

Por desgracia, así es. La visión anglosajona en lo cultural, en lo socio-económico y en lo político ha impuesto su predominio sobre los valores hispanos, rebajando el papel de España y enfrentando en muchos casos la historia de la propia España con la de los países hispanoamericanos, y la de estos entre sí. Nuestro declive histórico, en este sentido, y el escaso protagonismo en empresas comunes de gran nivel en los últimos siglos, han ido creando un vacío de olvido, y fomentando desde Estados Unidos una perspectiva esperpéntica, deformada y muy negativa de lo español desde la desastrosa Guerra del 98 y aun antes.

¿La historia está siendo injusta con la ingente labor llevada a cabo por los españoles durante trescientos años?

El contenido de la historia, en última instancia, es en gran parte opinativo, implica memoria y valoración de unos hechos determinados. En este sentido no es ni justa ni injusta, simplemente sucede, dependiendo de la relación de fuerzas y los condicionamientos de cada momento histórico; pero la historia siempre es “injusta” con los países endebles, incapaces de forjarse su propia historia o excesivamente dependientes, porque terminan yendo a remolque de otras fuerzas ajenas dominantes.

¿De quién es la responsabilidad de hacer sentir culpables a los españoles de la heroica misión que desarrollaron nuestros antepasados?

Básicamente, de nosotros mismos como colectivo histórico. Por supuesto que hay otros países que han contribuido a crear esa responsabilidad que señala, pero el destrozo es mucho mayor cuando es el propio país el que se somete al criterio y juicio impuestos desde fuera.

¿Ha llegado el momento de poner las cosas en su sitio y reivindicar el papel que jugó nuestro país?

Así debería ser, aunque el momento actual parece muy poco propicio para tal cosa, y el futuro, como siempre, es una entelequia.

¿A quién le corresponde llevar a cabo una buena lección de pedagogía?

Debería ser una acción combinada, intensa y unificada desde los poderes públicos y el Estado, por un lado, y los estamentos culturales particulares de todos los niveles. Suena a utopía, pero la disgregación y señales de fracaso histórico lo requieren. Además, por soñar que no quede.

“España creó en aquel momento histórico una civilización con características propias: la civilización Hispanoamericana, un Mundo Hispánico propio”

De los objetivos logrados por aquellos hombres, ¿cuáles destacaría, en primer lugar? ¿Qué grandes aportaciones han superado el paso de la historia y los años?

España creó en aquel momento histórico una civilización con características propias: la civilización Hispanoamericana, un Mundo Hispánico propio. Eso incluye desde los hábitos y modos de pensar hasta la lengua, la arquitectura, las universidades o las creencias religiosas de la mayoría de la población, todo lo cual ha dejado un rastro, un poso tradicional, que en muchos casos se mantiene como herencia común y han superado el paso de la historia y del tiempo. El resto, en definitiva, es accidental.

¿Cuál es la aportación más importante que hace Banderas Lejanas en favor de la memoria?

El propio recuerdo de lo que fuimos durante trescientos años. Una expansión que bien podríamos calificar de epopeya y que resulta históricamente fascinante, repleta de hechos de cualidades mitológicas que resultan casi increíbles. Del libro Banderas Lejanas se podrían extraer cientos de argumentos novelescos, biografías y guiones si hubiera tiempo, ganas y recursos para sacarlos a la luz, y más teniendo en cuenta que fueron llevados a cabo por una nación relativamente pobre y poco poblada, que tuvo que combatir en varios frentes contra enemigos muy poderosos. Banderas Lejanas es una gran cantera de hechos poco conocidos y memoria histórica, y esa es una de sus mayores aportaciones.

El sentimiento de identidad se va perdiendo de modo acelerado y está de capa caída

¿Dónde está quedando el sentimiento de identidad que en otros tiempos tuvo España? ¿Cree que aún estamos a tiempo de percibir la Nación como hicieron ellos?

Ese sentimiento de identidad que señala se va perdiendo de modo acelerado y está de capa caída. Nuestra actual división en todos los órdenes es profunda y patética.

Ahora que nuestra bandera se pisotea en algunos lugares y la mayoría de la población parece avergonzarse de ella, ¿deberíamos reivindicarla y lucirla con orgullo como hacen otros países?

La bandera, cualquier bandera, es el símbolo que identifica a cualquier país unido con una serie de valores comunes. Lo importante es que sirva para representar a todos, y se asuma con claridad que hay una sola bandera para una sola Nación, por encima de cualquier otra enseña de ámbito autonómico o regional. Cualquier ciudadano debería exhibirla de forma natural con orgullo, lo mismo que ocurre en el resto del mundo.

¿Qué otras cosas representan la enseña nacional además de soberanía, independencia, unidad, integridad, valores…honor…?

Bueno, todas esas cosas que se mencionan, y además el sentimiento de pertenecer a un país con carácter propio en lo colectivo, a una comunidad hermanada por encima de estamentos sociales, diferencias de educación y territorios, donde todos sientan que navegan y trabajan en el mismo barco, aunque sea en camarotes distintos.

La labor de documentación ha sido exhaustiva y supongo que larga, ¿cuáles han sido los datos más difíciles de encontrar?

Los que hacen referencia a la relación de los fuertes, presidios y misiones, que en muchos casos están completamente destruidos y son pura ruina. También ha sido notable establecer la relación de las banderas utilizadas en las armadas españolas y en otros episodios vinculados a la expansión hispana. Muy destacable también ha sido el trabajo de imágenes y portada del dibujante Ricardo Sánchez, asiduo colaborador en obras divulgadoras del pasado hispánico.

¿Qué opina de la enseñanza de la historia en nuestro sistema educativo?

Tal enseñanza resulta escasa, torticera en algunas partes y sin que a escala popular el asunto parezca interesar mucho. Una revolución cultural en lo histórico no vendría mal, antes de que la memoria de lo que fuimos pase al total olvido o a ser un pasatiempo banal, un entretenimiento televisivo más.

Un escritor con tantos registros como Martínez Laínez, ¿con qué género se siente más cómodo?

Con el de la narrativa histórica y biográfica, tanto en lo que se refiere a la ficción y el ensayo, como a la no-ficción en forma de libro o reportaje.

¿A qué tipo de lectores va dirigida su obra y cómo les animaría a que lo leyeran?

Va dirigida a los lectores que pudieran estar incluidos en la pregunta anterior: los aficionados a la historia en sentido amplio, al periodismo y a la política internacional, sin olvidar otros aspectos importantes conectados a la actualidad de nuestro manipulado tiempo, como podría ser el mundo del espionaje. A ellos los animaría a que leyeran, pero no cualquier cosa, sino solo aquellos temas que les interesen de verdad; y que dejen de leer, por supuesto, en cuanto no les emocione o les aburra lo que leen.

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