Y, luego todo este acontecimiento sería inmortalizado por el pintor Tiziano (Tiziano Vecellio di Gregorio, 1488/1490-Venecia, 27 de agosto de 1576). El final sería la Paz de Augsburgo (1555. Ciudad donde nacería el compositor Leopold Mozart), con el axioma de CUIUS REGIO, EIUS RELIGIO. Las tropas imperiales se enfrentarán a una batalla que, sobre todo para el Emperador Carlos V, será esencial, ya si pierde la lucha, el beneficiado será un enemigo religioso irreconciliable, y que es, nada menos, que el príncipe-elector Johann Friedrich de Sajonia. El caudaloso río Elba está separando a ambos e irreconciliables contendientes-enemigos, la niebla es angustiosa y muy densa, estamos en un frío invierno típicamente alemán. Los personajes presentados en esta estupenda obra están muy bien retratados, en términos de sentido figurado, y se puede hablar que es una gran sinfonía o una extraordinaria ópera, por la gran cantidad de voces humanas o de instrumentos, que aparecen en esta policoralidad literaria. Víctor Fernández Correas se ha documentado, fehacientemente, y por ello el ritmo verídico es trepidante. Deseo indicar dos opiniones que el autor inscribe en su libro; ambas definen el sentir de algunos españoles, tras la victoria: “El objetivo de un buen general no es la lucha, sino la victoria. Ha luchado lo suficiente si alcanza la victoria. Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, tercer Duque de Alba”.
“Compadre, qué jartá de matar luteranos. Baltasar Carrillo, arcabucero del Tercio de Sicilia”. «Vine, vi y Dios venció, tales fueron las palabras de Carlos V tras la batalla de Mühlberg. Porque Mühlberg fue mucho más que una batalla. Comienza esta historia en las riberas del río Elba. Una, ocupada por las tropas imperiales españolas, lideradas por Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba; la otra, por los luteranos, comandados por Juan Federico de Sajonia. Y pronto la fuerte corriente del Elba, envuelta entre la niebla, se manchará de sangre… Pero no es ésta sólo la novela de los hechos, crudos, latentes, vivos aún, si no la de personajes inolvidables, más allá de los grandes nombres que han pasado a la Historia: los soldados Cristóbal de Mondragón y su amigo Diego Cubero, que se enfrenta a la muerte con la ayuda de la prostituta Dorothea; Baltasar Carrillo, arcabucero gaditano sediento de matar luteranos, y su compadre, más cabal, Íñigo Mendizábal; el espía Norbert Bachmann, inteligente mercenario, o Barthel Strauchmann, habitante de Mühlberg a quien deberán los imperiales la victoria… Ellos son unos pocos, pero hay muchos más. Y vale la pena conocerlos. Victor Fernández Correas nos transporta al siglo XVI con una fuerza e ímpetu casi inconcebible. Con prosa certera, diálogos ágiles y unos personajes vivos como pocos, es Mühlberg una novela que va mucho más allá del género histórico. Una Novela en mayúsculas».
Está claro que, como en buen número de novelas históricas, la presente, muy documentada y esclarecedora, cumple bastantes de los presupuestos historiográficos que yo exijo, taxativamente, y sensu stricto, para aceptar lo enriquecedor que puede y debe ser este género, para todos los que somos historiadores profesionales, y nos dedicamos a ello. El autor utiliza muy inteligentes, frases cortas, y un vocabulario casi perfecto. Los hechos narrados, en la presenta obra, son vividos por los lectores, si se acercan o nos acercamos al libro con todo el deseo de imbuirnos de su inteligente trama. La atmósfera que nos ofrece, en esta su extraordinaria creación literaria, es clara y totalmente espectacular. Diego Cubero desea entrar, lo más pronto posible, en la batalla y así curtirse, madurando su primigenia inexperiencia. Dorothea es una joven prostituta, que solían seguir a los ejércitos a lo largo de la Historia, y que se ha enamorado del joven soldado citado anteriormente, además sus premoniciones son conspicuas. Tratarán, por supuesto, de recuperar todo lo que la alianza de la Liga luterana o protestante les arrebató sin ambages.
Carlos I de España y V de Alemania, como se le nombraba en la habitual letanía española, es el regidor imperial del Sacro Imperio Romano, siempre fiel a la causa del catolicismo y, además, a la memoria de su bellísima esposa, ya fallecida, su prima carnal Isabel de Portugal, los cuales serán los padres del Rey Prudente Felipe II de Habsburgo. Dentro del bando de los católicos, no se puede olvidar al III duque de Alba, un gran militar, y una auténtica fuerza de la naturaleza inmarcesible, siempre fidelísimo del emperador, y guerrero inteligente, victorioso en toda ocasión, e infatigable al desaliento. También aparece el príncipe, sospechoso y fuliginoso, por antonomasia, y que es Mauricio de Sajonia, quien probablemente juegue con cartas marcadas y traicioneras contra Carlos V. La obra presenta el necesario capítulo dedicado a los personajes de la obra, Dramatis Personae, lo que de esta forma nos permite conocer cuál es el desarrollo de la trama, y el lugar que ocupan todos ellos en ambos ejércitos. Este es el estado de ánimo del emperador Carlos V de Habsburgo, quien fue, de adolescente denominado como Carlos de Gante.
“Muerto el perro, se acabó la rabia. Y rabia es mucha la que acumula el hombre que pasea por una tienda de campaña tan vacía como su alma de calor. Lo hace con paso cansado. Le cuesta andar. Incluso aprieta los dientes. Pasos que duelen. Muerto el perro, se acabó la rabia. Al hombre que pasea por la tienda, le gusta ese refrán. Lo usa a menudo. Le gusta como suena, su significado. Muerto el perro, se acabó la rabia. Lo masculló en un par de ocasiones antes de elevar una oración al techo, que es lo que ahora le ocupa. -A ti, Señor me encomiendo. Dame fuerzas para hacer triunfar tu nombre por encima de todos los hombres. Concédeme la gloria eterna y seré tu más humilde siervo hasta el final de mis días…Suspira. Mira ahora a su alrededor. La tienda está vacía. Como de calor su alma”. Estupenda novela-histórica, de la que recomiendo su lectura, ya que nos puede ilustrar que fue lo que pasó en Mühlberg, y con todos aquellos personajes que ya nos son próximos, siendo, obviamente, de carne y hueso. La pena histórica fue el gasto ingente que supuso para los Reinos de las Españas: León; Portugal; Navarra; Aragón y Castilla, tratar de defender los intereses de la dinastía borgoñona o Habsburgo, tan alejada de lo que significaba eso para las Españas, y para sus colonias en Las Indias o América Hispana. Este era el orbe conocido. Todo está en el volumen, estupendamente. «Magnus ab integro saeculorum nascitur ordo. ET. Hoc voluerunt».
Puedes comprar el libro en: