Estamos ante otra obra grandiosa de la editorial Gredos, que no se puede negar que tiene una calidad extraordinaria, desde su traducción, hasta su formato. En este caso la obra que hoy les ofrezco tiene todos los inteligentes planteamientos del gran filósofo Platón de Atenas. «La doctrina no escrita de Platón ha estado en el centro de la controversia en los últimos cincuenta años y, a pesar de la rica tradición indirecta que atestigua sin lugar a dudas su existencia, se tiende a negarla como una creación de la tradición o como irrelevante para la comprensión del pensamiento platónico. Si bien es cierto que los intentos de reconstrucción de la doctrina no escrita no han sido coronados por el éxito, es también innegable que lo que conocemos de esas supuestas enseñanzas orales complementa y profundiza la dirección del pensamiento iniciado en la obra escrita. La obra escrita habla de un mundo ideal, del que participan los objetos de este mundo, de un mundo matemático intermedio y de un principio supremo que, en diferentes diálogos, recibe también denominaciones diversas: lo bello, lo uno, pero que, sin lugar a dudas, se trata de un único principio que trasciende el mundo ideal. Este principio, tal como se expresa en la ‘República’, 509b, es trascendente al ser y proporciona el ser y la esencia del mundo ideal. Alguna huella del segundo principio del que se habla en el texto aristotélico puede encontrarse también en los diálogos: lo indefinido del Filebo o el receptáculo o espacio del Timeo, aunque en ninguna de esas obras este principio de indeterminación actúa como principio de las ideas, sino solamente de los objetos sensibles». La filosofía del gran Platón de Atenas está concebida como una totalidad y, por supuesto, donde la teoría está estrechamente unida a la práctica. Lo que pretendía Platón de Atenas era, pura y simplemente el triunfo de la ética o de la moral, a saber, la salvación del espíritu del ser humano a través del conocimiento salvífico de la filosofía. La reforma prístina de la sociedad era el aspecto central de la predicación de la filosofía platónica. El filósofo ateniense era sumamente inteligente, asequible con sus alumnos, respetable con sus maestros, y muy próximo a los que le rodeaban. La máxima platónica era bien clara: “… No cejarán los males del género humano hasta que la clase de hombres que filosofa real y verdaderamente asuma el poder político o los que gobiernen en los estados por algún azar divino realmente filosofen”. Todo se resume, en que según la filosofía realista platónica, deben ser los hombres más virtuosos, y sin vicios plausibles, aquellos que son las más aptos para ejercer el mando sociopolítico en la sociedad. El asunto relativo al análisis de la política está presente, constantemente, en todo lo relativo a los diálogos platónicos. Los principales son tres: LA REPÚBLICA; EL POLITICO Y LAS LEYES. En la República el filósofo ateniense deja un esbozo que se corresponde con la estructura helénica, por antonomasia, que es la de la poleis o ciudad-estado, que suele ser autosuficiente. Para Platón de Atenas el principal rector o dirigente de esta organización social es la amistad y la solidaridad entre los gobernantes y los gobernados. Algo qué en ese momento histórico, y siempre, no deja de ser una entelequia, de muy difícil o nulo cumplimiento. “Los gobernantes son elegidos por su excelencia y desde la niñez son sometidos a una intensa educación. Entre los gobernantes no existe la propiedad privada, sino que comparten todos sus bienes que les son proporcionados por los gobernados. Tampoco existe la familia, sino que hombres y mujeres mantienen una vida en común, mientras que los hijos son criados por todos sin diferenciar ni conocer cuáles son hijos propios o ajenos. La clase gobernante se encuentra dividida en dos grandes grupos: los guardianes, que son los encargados de la defensa de la ciudad, y los filósofos gobernantes. Las tareas son compartidas por los varones y las mujeres sin diferenciación. Un pequeño grupo de guardianes, seleccionado por su capacidad y excelencia, asume las tareas más altas de gobierno en el último período de su vida y se dedica a la investigación filosófica. A los gobernados les está permitida la propiedad privada y el ejercicio de las restantes profesiones. La sociedad se encuentra así dividida en tres estamentos: gobernantes supremos filósofos, guardianes y artesanos”. En su segundo diálogo, que es el relativo al Político, Platón de Atenas realiza un planteamiento, sumamente obvio e inteligente, en el que manifiesta, de forma fehaciente, qué para poder ejercer, de forma adecuada, las tareas de gobierno; es justo y necesario tener un conocimiento exhaustivo filosófico. El político más ecuánime y correcto no debe tener cortapisas en todo su devenir rector, sino que se espera de él que tenga criterio suficiente como para que pueda calibrar o concebir la corrección o incorrección de las medidas que tenga que aplicar. Por todo lo que antecede, el filósofo ateniense define la existencia de una auténtica jerarquía de valores entre los diversos regímenes políticos, en uno de ellos el verdadero político ejerce el poder y todos aquellos en los que los que ejercen el gobierno no poseen el conocimiento técnico necesario. “Cuando no gobierna un verdadero conocedor del arte político, lo mejor es el gobierno absoluto de la ley y el respeto estricto de la legalidad vigente. La ley se convierte así en el segundo mejor camino y los regímenes políticos habituales son ordenados según su respeto a la ley en una escala de valor que tiene en la monarquía respetuosa de la legalidad el mejor régimen político, y en la tiranía infractora de la ley, la peor forma de gobierno. Entre estos dos extremos se sitúan la aristocracia y la democracia que acata la ley, mientras que entre los sistemas que infringen la legalidad coloca la democracia, cuando no obedece la ley, y la oligarquía”. El tercer diálogo son las Leyes, y es donde Platón “el Ateniense” esboza un Estado universal en el que el dominio o mando o imperio de la ley sea su característica preponderante. “La nueva ciudad es presentada como una colonia, Magnesia, que debe fundar uno de los personajes del diálogo y que se ubicará en la isla de Creta. El nuevo Estado dorio contará con 5.040 familias, que se repartirán otras tantas parcelas de tierra, divididas en dos, una en la ciudad y otra en el campo. Los ciudadanos vivirán fundamentalmente del cultivo de la tierra que harán sus esclavos, para que ellos posean el ocio necesario para practicar la vida política. A diferencia de la República, se acepta la propiedad privada, pero se le imponen severos límites. El comercio y la artesanía quedan en manos de los extranjeros, que se aceptarán durante un período limitado de tiempo en la ciudad”. Tras leer esta obra, quien llega a la consciencia absoluta del texto, considera estar ante el magisterio intelectual completo, que merece todos los parabienes, y es una conducta de vida inteligente. ¡Extraordinaria obra! «Alea iacta est. ET. Veni, vidi, vici». Puedes comprar el libro en:
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