La novela nos traslada a Ilíberis, provincia Bética, en el año 170 d. C. Allí, Medoro, contable y esclavo del procónsul Publio Cornelio Anulino, desaparece. Su hijo Criso, luchará por el honor de su padre enfrentándose a quien haga falta para preservar su honor. Libertos ambiciosos, romanas codiciosas, capataces brutales, una adivina alejandrina y ricos patricios se enfrentarán a las acusaciones de corrupción que se den en la provincia hispana. Algo muy típico en nuestra tierra que ha heredado lo peor de Roma. En la entrevista el autor manchego nos da algunas de las claves de su novela. ¿Qué tiene que ver un Ingeniero de Caminos con la novela histórica? Aunque conozca bien las calzadas romanas que cruzan la Península… Relación ninguna. Una cosa es el trabajo alimenticio que paga facturas y otra la pasión por el pasado. Siempre me ha interesado el pasado, esos otros mundos que ya no son, pero que fueron. La pregunta incide en esa simplista separación entre Ciencias y Letras. Yo creo que un barniz de Humanidades en las carreras técnicas no estaría de más, no haría peores ingenieros. Menos números, menos objetivos y menos búsqueda de resultados inmediatos, y más reflexión sobre qué somos, qué hacemos y por qué. ¿Cómo surgió la idea de la novela? Granada es sinónimo de otra palabra: Alhambra. La cultura nazarí está por todas partes. Eso esta bien como promoción turística. Pero, ¿no hay nada más? Hubo más pasados. Y cada vez más se desvela el pasado romano. Iliberis. Cada vez que han salido restos romanos se han despreciado, hasta que apareció en la ciudad (y por sorpresa) la Villa de los Mondragones, Ahora parece que el interés y la sensibilidad hacia esa Iliberis romana por fin son genuinos. Encontré un momento histórico que me sorprendió y una ciudad que quiero revivir, y la poblé de vida. Esa es la novela. La historia de Roma ¿es la historia que más le interesa contar, sobre todo si tiene que ver con Hispania? La Edad Media, el imperio romano de Oriente, el Siglo de Oro y Venecia también me han interesado. Me gusta contar una buena historia, y ahora con Iliberis recorro esa etapa de Roma. Mi interés me empuja a más novelas sobre este periodo. ¿Qué otras épocas ha tratado y por qué le han interesado? La Edad Media de la Península del s. XIV es para mí irresistible. Reinos cristianos contra el reino musulmán de Occidente. Reinos cristianos entre sí. Reinos musulmanes entre sí. Donde hay conflicto hay algo que contar. El imperio romano de Oriente fue la conexión entre los tiempos antiguos y el Renacimiento y la Edad Moderna, y de ahí salté al Siglo de Oro con Lope (qué vida, qué mil vidas en él) y a Venecia, hija de Constantinopla y heredera de ese nexo con Oriente. Me interesa todo. Escribir obliga a conocer otros mundos, y hay tantos que es abrumador. Todo me fascina. No me cansaré nunca de querer conocer más. Con “El esclavo de los 32.000 denarios” cambia de editorial. ¿Lo asume como un cambio de objetivos en su carrera como escritor? Un escritor siempre quiere que su novela llegue al mayor número de lectores posible. No es por ego. Cada escritor reincidente vive con pasión su escritura y tiene el ansia de que muchos lectores disfruten tanto como él. No es fácil tomar decisiones en busca de esos lectores, pero la vida es eso, decidir y tener esperanza en acertar. El poder atrae, el poder corrompe, antes y ahora. La ambición de poder existirá siempre. Y gracias a ella estamos en la era tecnológica. Los ambiciosos son los que alteran el curso del mundo, lo queramos asumir o no. Hay que tener tripas adecuadas para ser un psicópata del poder, pero con ellos el mundo cambia. Tienen un lugar en el orden de las cosas, eso creo yo. Nos horroriza y nos fascina al mismo tiempo contemplar los sacrificios a los que está dispuesto un hambriento de poder. ¿Son los hijos los responsables de salvar el honor del padre? ¿Quién salvará el nuestro? Nadie es responsable de nada ajeno a sus propios actos. El pasado, pasado es. Más importante es no torcer el futuro. El futuro se construye desde el presente, pero se afianza desde el conocimiento del pasado. ¿La historia se repite y no hemos aprendido nada a pesar de los siglos que nos separan de la época en la que ambienta su historia? Hemos aprendido cosas: por ejemplo, que los papiros y los libros arden, y que la mejor forma de que un libro sobreviva al tiempo es que haya muchos, muchos ejemplares. Viva Gutenberg. Ahora, ya ni son de papel. Todo el conocimiento es accesible en digital. Hemos aprendido a salvar el conocimiento. Y eso es muy importante. Con esto, hoy no hay excusa. Quien repite errores del pasado es porque no ha querido conocerlos para no repetirlos. Hay que leer libros. “El miedo es la reacción primaria a lo desconocido” Emociones primarias como el miedo nos lleva a tomar medidas para protegernos. ¿Qué importancia tiene el miedo en su novela? No diría sólo en mi novela. En la vida de todos. El miedo es la reacción primaria a lo desconocido. Lo que obliga a realizar una acción: enfrentarse a la causa o huir de ella. Rodearla no sirve. O lo confrontas o huyes. Acción. Un esclavo tiene vida de esclavo asegurada. Sabe qué esperar. Afuera, el ancho mundo está lleno de incógnitas y peligros. Si pudieras elegir, ¿qué escogerías, seguridad o libertad? Criso tiene ansias de libertad. Tiresias, anciano, no piensa lo mismo. Yo creo que eso nos lo preguntamos todos varias veces cada día. Ambición, codicia, envidia… ¿Qué paralelismo podemos establecer con la época actual? Todas los que queramos, porque tenemos las mismas emociones del mundo antiguo. Elimina los avances tecnológicos, elimina algunos avances en el pensamiento, y seremos iguales a los ciudadanos de Mesopotamia de hace seis mil años.
Todos ansiamos la libertad, ¿cuáles son las cadenas que nos impiden obtenerla hoy día? Nos creemos libres porque decimos que no tenemos amo, y tenemos tantas cadenas que ya ni las vemos. Libre es quien no tiene ataduras obligadas. En el trabajo, qué tienes, ¿un jefe o un amo? En tu casa, ¿mandas tú o te sometes a tu pareja, o a las necesidades de tus hijos? Los políticos, ¿legislan y ejecutan a tu favor, o en tu contra? Nos asfixiamos de cadenas y pensamos que somos libres porque la decisión de elegirlas es nuestra. Casi nunca es así. Creemos que libertad es elegir. Hoy hay tantas opciones en todo que somos esclavos incluso de esa exigencia de elegir: elige coche, elige viaje, elige pareja, elige un trabajo, elige un detergente. Elige, elige. ¡Elige un libro! Eso no es libertad. Una acción libre nunca puede ser una exigencia. Una decisión libre ensancha el alma y te ilumina los ojos. ¿Su obra tiene mucho de viaje interior? Seguro. Un escritor sin conflicto ni dudas yo no sé cómo podría escribir una novela. Quizás un ensayo sí, pero una novela con emociones seguro que no. ¿Analizar la historia nos lleva a conocernos mejor? La historia y la Historia, las dos, recogen las experiencias de otros. Estoy convencido de ello. Se tarda una vida en decidir si tu vida ha merecido la pena o no. No esperes tanto, lee libros. Verás los aciertos y errores de otros, y podrás decidir qué te parece tu vida. Alejandro conquistó el mundo conocido y más allá con 33 años. ¿Qué has hecho tú hasta ahora? Emociones, sentimientos… ¿qué le ha costado más a la hora de profundizar en el alma de los personajes? La identificación con los personajes siempre es dolorosa. Sacas veneno que llevas dentro y lo pones en el alma de los protagonistas. Un escritor es un forense de sí mismo en vida. Reabres heridas y eso duele siempre. Pero creo no hay otra forma de dar vida a los personajes. ¿Seguimos invocando la protección de los dioses y estos siguen bramando para castigarnos? Invocamos a lo superior cuando nos damos cuenta de que no soportamos más las cadenas que nos atan. A veces hay coincidencias notables que no entiendes y que sin embargo suceden. Libertos ambiciosos, romanas codiciosas… ¿Se ha basado en personajes reales para construir los suyos? Mentiría si dijera que no. La venganza de un escritor siempre está ahí. Escribir es en parte romper cadenas y denunciar lo que te amarga la vida. ¿Le ha resultado fácil conjugar datos reales con ficción? Esta es una pregunta trampa. Una novela por definición es ficción. He tratado que la ambientación sea fidedigna, pero sobre todo que sea verosímil. Hay escritores que escriben ensayo ficción. Yo escribo novela histórica. ¿La historia sola no basta para atrapar a los lectores? El momento vital del lector también importa. Una novela cala en el lector cuando lo que narra lo llena de emociones. Puedes comprar el libro en:
+ 0 comentarios
|
|
|