El profesor Claudio Sánchez-Albornoz, fue un importante historiador medievalista, y político español republicano y católico. Ministro de Asuntos Exteriores durante la Segunda República de España (1931-1936), y presidente de su Gobierno en el exilio entre 1962 y 1971. Muy volcado hacia el castellanismo y la grandeza del Reino de Castilla, con lo que el Reino de Oviedo y, sobre todo, el Reino de León, eran utilizados como una interesada muletilla de apoyo y protección hacia/para Castilla. Como es obvio siempre fue muy crítico con el indubitable desastre que supuso la entrada del Islam en Hispania y, sobre todo, con ese absurdo y anhistórico tactismo hacia las excelencias absolutas, y tuvo varias relativas, de los andalusíes, y sobre todo por la tergiversación histórica realizada desde Andalucía. Este libro es un ejemplo paradigmático del aserto. El conspicuo profesor Sánchez-Albornoz y Menduiña nació en Madrid, el 7 de abril de 1893, y pasó a mejor vida en Ávila, el 8 de julio de 1984. La entrada del Islam se produce, manu militari, cuando en el año 711 las tropas agarenas aplastarán al último rey visigodo Roderico, en la batalla de Guadalete o de La Janda; la causa sería la traición inexplicable de la facción nobiliaria dirigida por los hijos del rey Witiza, y con la ayuda inestimable de los hebreos hispanos o sefarditas, quienes se encargaron de abrir, motu proprio, las puertas de las ciudades a los soldados de Tarik, el liberto de Muza, que avanzaron como un auténtico paseo militar, ocupando todo la Península con una enorme facilidad. Unos días después, y mandadas las tropas por Bancho, sobrino del rey Roderico, plantaron nuevamente los visigodos cara a los mahometanos, en este caso la batalla fue en Écija/Astigi, y aunque no hubo deserciones, sí hubo una nueva derrota de los visigodos. La actual Andalucía tenía más de mil años de cultura, tradiciones e identidad antes de que los ismaelitas fijaran sus ojos y sus apetencias políticas, sociales y de conquista en ella, ubérrima como pocas regiones de Europa. Desde los crípticos turdetanos prerromanos, hasta los fenicios, cartagineses, romanos, bizantinos y visigodos o vándalos, todos estos pueblos fueron dejando su huella imperecedera, que los mahometanos utilizaron, para tratar de ser preeminentes, inclusive usando o destruyendo algunas cosas, de las que todos esos pueblos habían dejado como simiente evolutiva. Tampoco sirve el planteamiento, del profesor Sánchez-Albornoz de que el Islam hispano destruyó maravillas milenarias en Al-Andalus, ya que muchas otras civilizaciones o imperios lo han perpetrado impunemente. «Sánchez-Albornoz reúne varios artículos que reivindican la ‘integral españolía’ de las tierras andaluzas. Llama la atención del lector sobre los beneficios que supuso para Andalucía su reincorporación a la vida española. El autor declara que no le mueve ninguna hostilidad hacia el Islam, ni hacia su acción en la historia hispana, cuya influencia reconoce. El libro se completa con una selección de textos árabes que revelan algunas de las sombras de la España islámica, y sirven de apoyo a los argumentos del autor». El profesor Sánchez-Albornoz es un defensor, a ultranza, de la plenitud de la españolía, que se le supone a Andalucía, y de este modo y manera tratar de revertir las nuevas y absurdas corrientes políticas y sociales andaluzas, que tratan de defender un pasado mahometano, que no fue tan pleno como se cree. “Un historiador español que ha visitado en enero Andalucía me ha enviado una serie de ingratísimas noticias. Encontró a Córdoba llena de carteles de propaganda islámica y se sorprendió de la cesión por el alcalde, para mezquita, del antiguo convento de las Clarisas. El de Granada y varios concejales se habían negado a participar en la fiesta de la Reconquista de la ciudad, por entender que se conmemoraba el aniversario de un día triste de la historia granadina. En Sevilla se habían repartido, al parecer, octavillas protestando del culto de una ‘secta’ -la religión católica- responsable del asesinato de millones de musulmanes andaluces. Confieso mi irritación ante esas noticias”. El profesor Sánchez-Albornoz siempre fue muy crítico, y un servidor, asimismo, del concepto negacionista de la Reconquista. Sea como sea, en los últimos años se han producido una serie de textos, y acercamientos negativos a la esencia de la Reconquista y, por ende, a la batalla de Covadonga. Desde el análisis, pormenorizado, del historiador que hoy nos ocupa, está claro que refiere que esa Reconquista contra el Islam usurpador afirmó el talante nacional españolista, así con esa convicción se produjo la conquista de Las Indias o Hispanoamérica, y desliza que los hispanos fueron la espada de Dios Todopoderoso sobre el planeta Tierra que habitamos. Desde el punto de vista personal, Don Claudio Sánchez-Albornoz fue un historiador vehemente y poco tendente al diálogo. Fueron proverbiales sus violentas diatribas con Américo Castro, en las que hubo hasta amenazas físicas. Del profesor Sánchez-Albornoz se recuerdo su frase lapidaria, que no subscribo, de: “¡Malditos sean todos aquellos que quieran separar León de Castilla!”; lo cual contradice su categoría historiográfica, ya que lo que se acerca en 1230, bajo el cetro del infante leonés y Rey Fernando III “el Santo” de León y de Castilla, es nada, ya que ambas Coronas estuvieron separadas de forma prolongada y, únicamente, tenían un rey común. Además de que las Coronas de León y de Castilla abarcaban Galicia, Asturias, Extremadura, la Vasconia, Castilla La Nueva, Murcia y Andalucía, entre otros territorios de mayor o menor enjundia. “Hoy sabemos, por ejemplo, que destruyeron el fabuloso templo de Hércules en Cádiz, en busca de tesoros. Los islamitas conquistadores -unos millares de berberiscos y mucho menor número de aventureros orientales- no pudieron importar magnas novedades culturales porque no las tenían. Está probado que el arte hispanoárabe continúa viejas tradiciones andaluzas; incluso son preislámicos el arco de herradura y las bellas yeserías. Fueron los españoles conversos al islam quienes crearon la civilización hispano-árabe. Los españoles que se convirtieron despaciosamente a la nueva fe mantuvieron vivas, décadas y aun siglos, y sus viejas creencias en pugna a veces martirial con el señorío islámico”. Los cristianos, en Al-Andalus, poco a poco se van aproximando al Islam, ya que las ventajas fiscales de la conversión eran muy holgadas. “Al convertirse, se eximían del pago de la chizia y del jarach, de las contribuciones personal y territorial”. Pero, el profesor Sánchez-Albornoz también refiere el sentirse atraído por el Islam español, y otorga como categoría de dicho aserto, una serie de libros importantes sobre Al-Andalus, entre otros: ‘La España musulmana’, o ‘El Islam de España y el Occidente’, etc. Libro, el de hoy, para reflexionar y recomendar. «Benedictus dominus, adiutor meus, qui docet manus meas ad proelium et digitos meos ad bellum». Puedes compar el libro en:
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