Y no podía ser de otra manera porque Madrid es uno de los protagonistas principales de esta novela histórica que va a cambiar la forma de escribir el género. “Libelo de sangre” linda con el thriller histórico más oscuro que nos podamos imaginar porque así era Madrid por la noche en aquella época, oscuro como la boca de un lobo. “Era muy peligroso salir a la calle por la noche, todo el mundo se recogía en su casa y el que salía lo hacía acompañado y con un candil”, cuenta la escritora. Precisamente, la calle donde se ubica el hotel no existía en el siglo XVII. Había un intrincado laberinto de calles estrechas que desaparecieron con la llegada del siglo XX. El bar del hotel ha tomado prestado el nombre de una de estas calles: Clavel. Hace un par de años, Sandra Aza ya desveló que el libro tendría una segunda parte. Después de reescribir su primer libro, vuelve al proyecto de continuar con la historia. La autora trabajó durante varios años en uno de los bufetes de abogados más prestigiosos de nuestro país, hasta que decidió escribir, “me di cuenta que no era compatible. Mi horario de trabajo era incompatible con la escritura, así que decidí prepararme una oposición de la Comunidad de Madrid”, recuerda. Y no sólo sacó la plaza a la que se presentó, si no que consiguió aprobar dos veces. Ahora sí puede atender, como se merecen, ambos trabajos para satisfacción de sus lectores. Su libro, “Libelo de sangre” nos traslada a la España Imperial de los Austrias en la que no se ponía el sol y a la que llegaban flotas cargadas de oro y plata de las Indias, lo que escondía una realidad más sórdida que esa apariencia. Esto fue más palpable en el periodo de los llamados Austrias menores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) y en la capital del imperio, un Madrid que concentraba todas las contradicciones del sistema. La novela comienza en el invierno de 1621, el último año del reinado de Felipe III, cuando el esplendor del imperio está dando paso a la decadencia que caracterizó al siglo XVII. Madrid era una ciudad sucia, maloliente, en la que, junto a la opulencia de unos pocos, la miseria, el hambre y el delito constituyen el contexto de la vida cotidiana de la mayoría de sus habitantes. Esas lacras –la miseria, el hambre, el delito– están, de hecho, en las primeras páginas del libro.
“No podemos juzgar la historia con los ojos de hoy”Para escribir su novela, Sandra Aza hizo una gran labor de documentación lo que la llevó a ver esta institución con otros ojos. “En su origen, no buscaban castigos de sangre. Hicieron muchos juicios, pero pocos llegaban a la horca o a ser quemados vivos. Los castigos eran más del tipo de flagelaciones o descoyuntamientos. Lo he querido contar sin llegar al morbo. Comparada la Inquisición española con la francesa o la de los Países Bajos, la nuestra era un juego de niños. Recordemos lo que hicieron con los cátaros o con los hugonotes, eso sí fueron grandes matanzas”, evoca. Aun así, cree que “no podemos juzgar la historia con los ojos de hoy”. Estamos ante una novela coral, pero que tiene su protagonista principal en Alonso de Castro, que siendo un niño tiene que dejar a su hermano Diego en la Inclusa porque no lo puede mantener, después de que su padre, el escribano Sebastián Castro, fuese condenado por la Inquisición, ese acto tendrá consecuencias posteriores porque otro niño dejado allí hará que se suplanten dando origen a muchos equívocos. La autora va desvelando, además de una trama reciamente trabajada, muchos usos de aquella villa y corte. “Un escribano no podía llevar la capa de letrado y la garnacha, que es la actual toga que usan los letrados en los juicios, proviene de aquellos tiempos y que era usado por los abogados de la alta administración”, cuenta la autora.
Para Sandra Aza, “muchos de los usos y comportamientos de la sociedad tuvieron su origen en siglos pasados, como el XVII. Hemos evolucionado muy poco en los últimos siglos. Siguen pasando las mismas cosas. La esencia del ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor y en aquella época se acentuaba incluso más”. Hasta que no llegó Felipe V a Madrid, la ciudad no cambió. “El rey borbón quiso hacer de Madrid una ciudad más limpia y segura y construir un nuevo Versalles en la capital”, señala. “También he querido hacer un homenaje al castellano. He tenido mucho cuidado con el lenguaje; por una parte, quería mantener la esencia de esos años, pero no quería que los lectores huyesen ante formas anticuadas. Pretendí que el lenguaje nos transportase a aquella época, pero sin estridencias”, subraya Sandra Aza. No quiere terminar la autora la entrevista sin reclamar la atención de los jóvenes hacia la lectura de libros como el suyo, mitad novela histórica, mitad thriller. “La lectura de libros es algo mágico. Nos traslada a sitios lejanos, a épocas pasadas. Es como vivir otra época”, concluye la autora. Puedes comprar el libro en:
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