Tengo cuatro cazadoras negras de cuero, bueno de falso cuero, ya sabes que no utilizo pellejos de animales. Una chupa biker, una bomber, una tipo aviador y la otra de su padre y de su madre, pero estilosa, eso sí. Son demasiadas, ojalá pudiera llevar una encima de otra.
Pierdo mucho tiempo decidiendo cuál me pongo y para qué. El para qué es muy importante. De lo cuantitativo a lo cualitativo, recuerda, antes muerta que sencilla. Vanitas vanitatis. Fruslerías y chorraditas del primer mundo para que Amancio Ortega siga siendo el más rico de la tribu a nuestra costa. Pero si esto me pasa a mí, imagínate cómo se jamarán el tarro las celebrities seleccionando modelazos en sus vestidores tamaño campo de fútbol.
Georgina, la de Cristiano Ronaldo, dice que lo pasa fatal y que necesita dos estilistas para cada evento. Su problema no son las chupas, sino las joyas. También ella quiere ponerse todos los diamantes a la vez, y claro, al final parece un árbol de navidad. Ahora está preocupada pensando qué le va a regalar a su churri por su cumpleaños. Lo último fue un Rolls Royce de 350.000 pavos. El que puede, puede. También te digo que mejor gastarse la pasta en cosas tangibles, fungibles y semovientes. Y no como Puigdemont que se ha fundido 70.000 millones en utopías, distopías y entelequias. Demasiado anacronismo trasnochado, tío. Lo que necesita el independentismo catalán son más asesores de imagen y menos ideólogos fanáticos.
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