Cuando surgió un problema, cuando llegó el momento de descubrir ese plan erótico que todos llevamos dentro o esas mentiras que sin querer se convierten en verdad… No se asusten al comenzar a leerlo, quizás choque un poco el comienzo de esta, pero que mejor que hacerlo empezando con las alegrías y las tristezas de sus hijos y ver como estos desempeñan con su edad esas mismas actividades o parecidas que han realizado sus padres. No lean solo esta obra, sino que vayan y localicen otras como ¡Esto es Calcuta…! Se pueden realizar grandes obras sin ser un académico o llevar a todas partes el título de filósofo… ¿Es posible? Un padre nunca viaja como es el caso, pero si lo hace para ver a su hija cuando ella se halla fuera de España…
Lo dicho estamos ante un trabajo cercano, increíble en ocasiones y sobre todo donde no existe ese cruce entre catalanes y vascos, sino que amplia puentes entre culturas algo que la propia autora ha vivido. “Nunca tienes que cambiar lo que ves” escribió Thaddeus Golas sino “solo la forma en que lo ves” Lo que si estamos seguros es que cuando se encuentra con la periodista Mónica Bernabé no solo hablan de sus cuchilleos como diría el periodista catalán Alberto Oliveras, sino que surgen preguntas y respuestas como ésta: “En Afganistán iba como en Barcelona: con tejanos, camisetas de manga corta e incluso algún vestido por encima de la rodilla. Muchas afganas, sobre todo, las estudiantes del instituto y de la universidad, también vestían al estilo occidental y sin pañuelo en la cabeza”. Una experiencia entre los años 1968 y 1978 que narra la escritora en su aclamado: Un invierno en Kandahar.
Desde Pere Sureda, autor del prólogo, a los padres de Ana María y el que ha sido el hombre de su vida, Toni, hasta nuestros días… Recorriendo los países que quizás estaba muy lejos de su intención conocer como Irán, La India o Estados Unidos han formado una aventura narrativa. Un lugar importante lo ocupan sus padres…. No estamos ante una biografía al uso sino ante mucho más pues como han hecho otros autores Briongos desarrolla una línea argumental muy bienvenida en estos momentos… Es un trabajo que podemos clasificar como memorias, narrativa, y un largo etcétera. Ahora lo que sí sabemos es que su historia es la de aquellas personas o personajes que se han cruzado en su camino y a lo mejor incluso sin saber ella misma que lo iban a hacer…
Desde sus noches en Calcuta o sus distintas conversaciones con el profesor José Paz hasta su encuentro con el sanscritista Óscar Pujol o con la profesora Silvia Oliver y esos encuentros en distintas ocasiones con Gonzalo López Nadal o con Juan López Nadal hasta el reencuentro con el humanista Tomás Alcoverro (no se pueden incluir a todos en un libro pues sería un diccionario y no de sánscrito precisamente) Pero si nos podemos acercar a una época que como narró Pepe Ribas o el propio Federico Jiménez Losantos a todos ellos con Ana María les ha tocado vivir… Desde ese ordenador imaginario que atraviesa el cielo inmenso viendo la camisa de cualquier jugador de fútbol seguramente a estará su madre mirándola sin haberle dicho nada y seguramente y no se equivocan los que lean este trabajo mirando como hizo cuando la acompañó hace unos años a Calcuta saboreando las enseñanzas de Rabindranath Tagore como ha hecho Ana María en estas páginas.
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