Me sorprende el aserto con el que se abre este libro; por otra parte, muy interesante, y que se refiere a que nunca las mujeres han estado en el cenit medieval. Recomiendo a Janina Ramírez, historiadora medievalista de Oxford, a que repase, de forma más rigurosa TODA la historia del Medioevo europeo; ya que existe un territorio regio, el Reino de León o Regnum Imperium Legionensis, donde las mujeres tenían, como mínimo, igual predicamento que los varones, y en el siglo XI y XII inclusive superior. Por todo ello se denomina al Reino de León como ‘SEÑORÍO DE MUJERES’, y ya desde el Fuero de León de 1017 con el Rey Alfonso V de León, con sus 48 preceptos, donde se subraya el hecho. No digamos nada con Sancha I ‘Reina propietaria del Reino de León’, o sus geniales hijas-infantas Urraca de Zamora y Elvira de Toro, su nuera Costanza de Borgoña casada con su hijo Alfonso VI de León; para llegar al desideratum con la primera REINA TITULAR DE EUROPA (Urracha Rex) que fue URRACA I de LEÓN, ‘Imperatrix Legionis et Regina tota Yspanie’. Todo quedaría bien subrayado, ad infinitum, en la Cuna del Parlamentarismo, que fueron los Precepta de las Cortes del Reino de León, del Rey Alfonso IX de León “el Legislador o el de las Cortes”, donde la Reina Berenguela I de León tiene la misma categoría que su esposo, hasta que el papado, siempre contrario al Reino de León, disuelve el matrimonio; sin mencionar que Alfonso IX de León dejó en su testamento su Corona de León para sus hijas Sancha y Dulce, y no para su hijo varón, el futuro Rey Fernando III “el Santo” de León y de Castilla, ya en el año 1230. Preámbulo que estimo justo y necesario. «Las mujeres de la Edad Media recuperan por fin su voz. La Edad Media se considera una época sanguinaria poblada por vikingos, caballeros, monjes y reyes: una sociedad patriarcal que oprimía y excluía a las mujeres. Pero, si nos fijamos un poco más, comprobamos que aquellos siglos fueron todo menos ‘oscuros’. Janina Ramírez, historiadora de Oxford especialista en la Edad Media, ha descubierto en los registros históricos una gran cantidad de nombres de mujeres tachados con la anotación ‘fémina’ junto a ellos. Nuestra visión de la historia, pues, no está completa: nos faltan ellas. Solo ahora, gracias a un minucioso examen de los objetos, escritos y posesiones que dejaron tras de sí, emergen las influyentes y polifacéticas vidas de las mujeres de aquel tiempo. ‘Fémina’ va más allá de la historia oficial para descubrir el verdadero impacto de mujeres como Jadwiga, la única mujer que gobernó como ‘rey’ en Europa; Hildegarda de Bingen, la mayor sabia y polímata del Medievo, o la guerrera vikinga de Birka, cuyo esqueleto, originalmente atribuido a un varón, contradice la creencia de que las mujeres medievales no se dedicaban a la guerra. En un vibrante viaje que recorre toda Europa, las voces que emergen en este volumen nos ofrecen una mirada a una nueva Edad Media profundamente original y emocionante». Uno de los gobernantes más conspicuos del Alto Medioevo inglés es el Rey Alfredo “el Grande”, cuya hija Ethelfleda es la señora de los mercios; siendo el Reino de Mercia uno de los reinos de la heptarquía anglosajona, cuya capital era Tamworth. Su figura está algo obscurecida por algunos de los varones que la rodeaban, pero no hasta el punto de no saberse nada sobre ella. Está claro que si obtuvo el señorío citado es, pura y simplemente, porque su padre valoraba su categoría. Alfredo “The Great” gobernó sobre todos los anglosajones hasta su muerte en el año de 899. Durante este dilatado reinado se vio obligado a resolver las más disimiles y complicadas emergencias sociales, políticas y bélicas de toda la Alta Edad Media en Inglaterra. Su trono ya le había costado, porque era el quinto hermano en la línea de sucesión; además, en los siglos anteriores el trono no había sido hereditario, sino siempre había estado en disputa entre las tres familias nobles y más poderosas y rivales del Reino de Wessex; y, aunque su abuelo Egberto creó una nueva dinastía, nunca se puede decir que estuviera consolidada. “Las fuerzas vikingas atravesaron Inglaterra y derrotaron puntualmente a cada reino. Se destituyó a los gobernantes y, en su lugar, se erigieron reyes títeres leales a los señores daneses. En Mercia, el ejército que hibernó en Repton empujó al rey Burgred al exilio. Había gobernado eficazmente del 852 al 874, y había aportado relativa estabilidad al reino, pero fue sustituido por Ceolwulf, que se convertiría en el último gobernante independiente del otrora poderoso reino de Cynethryth. Mercia pasó a pertenecer a los vikingos. En el año 875, Wessex era el único poder cuya supervivencia obstaculizaba los planes del Gran Ejército Pagano, la conquista total de Inglaterra. Cuando las tropas se dividieron en Repton, la mitad sur estaba dirigida por el gobernante danés Guthrum. Su número disminuyó, pero siguió obteniendo victorias en el sur”. Inclusive los adjetivos calificativos que se le pueden dedicar, a Alfredo, son los de: valiente, inteligente, innovador, piadoso, decidido y con visión de futuro. Pero, es obvio no olvidar a un personaje femenino, dentro de su propia familia, que vivió todo este comportamiento superlativo de su regio padre y, por consiguiente, estuvo preparada para ser reconocida como algo especialmente diferente y más que elogiable; en este caso se refieren los textos de la época a su hija Ethelfleda. Esta mujer ya tenía los genes y el fenotipo adecuados como para poder estar en el trono de Mercia. Su madre Ethelswitha nunca fue denominada como reina en Wessex. Sea como sea, Ethelfleda creció en la corte del reino de Wessex, y como hija del Rey Alfredo “el Grande” fue educada por los mejores consejeros y educadores. Parece ser que siempre tuvo in mente que su posición en el reino debería ser más que destacada. En el año 866 se casaría con el Rey Etelredo de Mercia, lo que era muy conveniente para su padre, quien había conseguido ser reconocido como el señor feudal superior. Tras la muerte de Alfredo “el Grande” (899) y el deterioro de la salud de su valetudinario esposo, ya tomaba decisiones importantes. Finalizaré este libro con otro apunte biográfico sobre esta mujer excelente, de gran personalidad y carisma, y recomiendo, sin ambages, que se lea la obra para tener un conocimiento exacto de lo que ocurrió en esa época con las mujeres inglesas. “La expulsión de los nórdicos de Dublín había dejado a un grupo de vikingos desplazados y sin lugar donde establecerse. Acudieron a Ethelfleda, a quien solicitaron permiso para fundar un asentamiento agrícola en Chester”. El resto de los hechos, que están en esta obra, deberán ser leídos pormenorizadamente, ya que muestran la categoría de esta mujer el siglo X. Junto a ella, se presentan otras múltiples mujeres de dicha época del Medioevo, de atrayentes vidas. «Confusa ebrius est non iens ut producat ex optimis in sobrii sint mulier». Puedes comprar el libro en:
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