- Tengo el estómago crujido, Puri, como si me lo estuvieran apretando fuerte.
- ¡Ay, pequeño saltamontes! Si es que vives sin vivir en ti porque alta vida esperas, como diría mi paisana, la gran Teresa de Jesús. ¿Y por qué mueres?
- Es desasosiego. Terete diría que ando mayormente con la perseguidora, o sea, con el simparar en ningún sitio, que no aciguo, que tengo azogue.
- Como pollo sin cabeza, tía, que dirían otros. Creo que es un mal que aqueja hoy en día a la mayoría de la humanidad, independientemente de los años que tengan y el sexo registral que figure en su DNI. Y es que arrastramos angustia vital en esa mochila que portamos a la espalda como si de piedras se tratara.
- Joder, pero a mí me duele el estómago, no la chepa.
- Qué burra eres, Vani. El cuerpo expresa a través de molestias físicas la angustia emocional no liberada que nos acogota sin darnos tregua.
- ¿Estás queriendo decirme que en vez de gastroenteritis tengo un conflicto psicológico no resuelto? No te pases, tía, que yo soy feliz como una perdiz. Tengo trabajo, familia y amigos que me quieren y soy una mujer liberada de prejuicios y ataduras ancestrales. ¿Qué más quiero?
- ¡Pues eso es lo que me gustaría a mí saber! ¿Por qué somos individuos tan insatisfechos? ¿Es una llamada para cambiar algo de nuestra vida? Porque si no nos sentimos bien es porque querríamos tener otra…Tal vez esa emoción, que en principio sentimos negativa, sea una alerta o sirva de acicate para dar una voltereta con tirabuzones.
- Pero ¿y si lo que me insatisface depende de otra persona, y no de mí?
- Pues date por jodida, Vani, ahí se tienen que acabar tus preocupaciones. O tragas o haces un ghosting y te alejas del objeto de tu desasosiego -léase también situación-, de tus quebrantos, un suponer.
- Es que todo me crea hype -léase estar nerviosa ante cualquier acontecimiento-, sea inesperado o no.
- ¡LMAO! -«Laughing My Ass Off», es decir, me parto el culo-. ¡Tía, que no eres una adolescente y tienes las posaderas peladas del humo de cien batallas! A estas alturas de la película tienes que aprender a disfrutar de lo cotidiano, de lo que tienes ¿o crees que, por ser tan guay, mereces más?
- Joder, ¡vaya forma de animar! Me hundes en la miseria más absoluta ¿Tú no quieres siempre más?
- ¡Por supuesto, criatura! Como todo hijo de vecino, pero la vida te da con una mano y te quita con la otra. Y no hay que dramar o darle tantas vueltas. Si las expectativas son muy altas, el batacazo suele ser muy grande, y si quieres tenerlo todo controlado, te esnafras contra la pared, porque la mayoría de las cosas se escapan a nuestra inquisición. Céntrate sólo en aquello que depende de ti, lo demás escapa como agua entre los dedos y te llevará a la infelicidad.
- Ya empezamos con eso que decía el sabio: la respuesta está en ti mismo. ¡Y una mierda! es una manera de culpabilizarte siempre, y me niego en redondo a admitir que yo soy responsable de todo lo que me pasa. Por lo menos, al cien por cien. Así la concurrencia se va de rositas, y no Mola, Carmen. Nos atribuimos mucha más responsabilidad sobre las cosas de la que tenemos en realidad, según Miguel Real… Lo de sobreimplicarse en los problemas de los demás es un drama de los superhéroes…
- Acepto tu disquisición, Vani, lo que no quita que, si depositamos nuestra felicidad en manos de otros, nos equivoquemos. Es como perseguir el horizonte. Nunca vas a llegar…
- ¿También lo dice Miguel? ¿Quiere eso decir que nunca seremos capaces de alcanzarla?
- Mismamente, tía. Y ¿qué es la felicidad? Según los psicólogos, es un estado emocional positivo que los individuos alcanzan cuando se han satisfecho sus deseos y cumplido sus objetivos.
- Una entelequia absoluta -léase: cosa, persona o situación perfecta e ideal que solo existe en la imaginación-, porque lo mismo, no hace feliz a dos personas distintas o similares. Cuando has conseguido algo, eso deja de hacerte feliz porque el placer desaparece con el tiempo… hasta alcanzar lo siguiente. Esta situación hedónica y tan volátil y efímera, no da tiempo a saborearla al completo. ¡Se va! Y otra vez quieres más, chica insatisfecha. Ya hablaremos un día de las motivaciones, que mucho tienen que ver.
- Te enrollas como siempre sin dar soluciones. Yo quiero que se vaya esta desazón de una puta vez, porque esto es un sinvivir y no creo que llegue nunca a la autorrealización. ¡Y soy una tía positiva con el vaso siempre a rebosar!
- ¡Joder, Vani! ¡Positiva pero maestra en torear en vez de coger al toro por los cuernos y afrontar tus inseguridades! ¡Posiciónate de una puta vez y ve a por todas! No se puede nadar y guardar la ropa. Ni sí, ni no, ni, todo lo contrario. Ya te dije una vez que hay que apuntar a las estrellas, y tú sigues en Torrelodones. El que no se moja el culo no coge peces, bonita. ¿De qué tienes miedo? ¿De fracasar? Yo también, tía. Y todos los mortales, pero la vida está hecha de pequeños triunfos y grandes fracasos. Deja de remover la mierda. Céntrate en ti y deja a un lado lo demás… ¡Y que se jodan los feos! Los problemas están fuera y cada cual tendrá que solucionar los suyos. No reprimas tus emociones, porque duelen más, pero tampoco te pases, huracán.
- Ahora me duele la cabeza. Estoy entrando en bucle y pierdo el control.
- Acepta la situación que estás viviendo y expresa tus emociones. Lo que no sale, se enquista. Con la ansiedad se vive, te acostumbras al compañero de viaje, pero no dejes que te controle. Tú eres más fuerte y a la mierda los consejos de los gurús, que parece que soy uno de ellos. ¿Hace un buen vinito?
- Hace, don Camilo, pero me han dicho que me aleje de el alcohol…
- Jamás te fíes de alguien a quien no le gusta el vino. ¿Te enteras? ¡Jamás!
- Sé cómo me dices, pero hoy no ha venido… Define vino…
- ¡Ahí me has dao, tia! ¡Ahí me has dao!