La novela discurre en el Virreinato del Perú, 1623. La antigua Birú, como la llamaban sus habitantes cuando los conquistadores españoles preguntaron por su nombre. En una noche negra, en el convento de Santa Clara, una novicia da a luz a un extraño niño deforme. El nacimiento del engendro coincide con la aparición en la capital de una mujer de nombre Rosa, quien, se dice, es capaz de hablar con Dios y con el Diablo. Bruja o santa, pronto se convierte en objetivo de Alonso Morales, un novato alguacil del Santo Oficio que no tardará en descubrir lo difícil que es distinguir el camino correcto en una ciudad manchada por el crimen y la corrupción. “El año en que nació el demonio” es un thriller histórico que, en la tradición de novelas como “El nombre de la rosa”, recrea magistralmente una época marcada por la superstición, las intrigas políticas y la doble moral. Santiago Roncagliolo sigue ahondando en uno de los grandes temas universales, el conflicto entre el bien y el mal, en esta novela que lo confirma como un autor de una “versatilidad sin parangón para desplegar las especies novelísticas más variadas”. La novela está escrita en primera persona, siendo el narrador el joven alguacil de la Inquisición Alonso Morales que cuenta en un informe todo lo que tiene que investigar sobre dicho acontecimiento y otros que van surgiendo. “No me ha costado nada meterme en la mente de ese alguacil que no recibía remuneración por su trabajo. La documentación con la que he trabajado me ha facilitado mucho introducirme en su papel. Además, yo fui empleado público y conozco como son estos personajes. Lo más difícil fue hacer a mis personajes con el lenguaje de la época, pero teniendo en cuenta que los tenían que entender los lectores del siglo XXI”, expone Santiago Roncagliolo. La novela tiene como leit motiv la Inquisición en Perú. “Esta institución era como el departamento de Asuntos Internos de la Policía, pero de la Iglesia Católica. Sus casos estaban centrados en distinguir a las brujas de las santas, un ligero matiz podría cambiar la percepción sobre estas mujeres. En este caso, era Santa Rosa de Lima la que andaba en el alambre, como lo podía haber sido Santa Teresa de Jesús en la península Ibérica”, señala el escritor nacido en Lima y añade “era el Inquisidor el que tenía la última palabra sobre estos casos. La teología era lo que se tenía más en cuenta”. Todo caso que se salía de los cauces normales era sospechoso de ir contra Dios. Si una novicia tenía un hijo deforme era por “un castigo de Dios”. “He sido fiel a todos los datos históricos a los que he podido acceder. Los hechos tal y como fueron, lo que ha quedado registrado, pero lo que no viene en los archivos son las relaciones entre los personajes, eso es lo que he tenido que ficcionar: cómo se comportaban, qué sentían”, expone el escritor. Le ha quedado a Santiago Roncagliolo una novela negra con tintes de realismo mágico gótico. “Casi una novela de terror”, afirmó. “Los amores prohibidos entre Jerónima y Alonso ocupan buena parte de la novela, es la parta más humana, más terrenal en contraposición a la parte religiosa de los protagonistas. Lo que la religión no puede entender es lo que utiliza la Inquisición. Para dicha institución, lo que no viene de Dios, viene del demonio”, sostiene. Lo que no es blanco es negro, en aquellos tiempos no sabían nada sobra la escala de grises. “Muchos de los males venían de la mujer, de la concupiscencia. El papel de la mujer era tener hijos varones para trabajar. Sin embargo, la tierra tiene un elemento muy femenino, es de la fecundidad”, analiza Santiago. “La forma de desenvolverse de la Inquisición es parecida a la cultura de la cancelación”Para el autor peruano, “la forma de desenvolverse de la Inquisición es parecida a la cultura de la cancelación. Ahora te humillan en Internet y en el siglo XVII te humillaban en público. De ahí, las laceraciones, los castigos e incluso quemar en público a las supuestas brujas”. Muchas actitudes de entonces son reproducidas en la actualidad, “cuando llegaba un virrey a América traía un séquito enorme que ocupaba todos los puestos importantes. Ahora a eso, lo llamamos corrupción. Se repiten los mismos comportamientos una y otra vez”, subraya el autor.
Parte de la novela se desarrolla en el convento donde la novicia tuvo ese hijo monstruoso. “Había muchos conventos en Perú; del que hablo está inspirado en uno que hay en Arequipa. Unos dependían del obispo de turno, otros estaban bajo el control de las diversas órdenes de monjas, como las clarisas u otras. Éstas últimas vivían con más libertad que las demás. Eran islas de libertad que tenían mucha más independencia. Eran más liberales”, analiza. Como escritor, a Santiago Roncagliolo le gusta que sus historias sean perturbadoras. “Son las que más me interesan. Lo que se sale de lo normal. También me gusta contar historias de mujeres. Se conocen mucho menos que las de los hombres, pero son tanto o más interesantes”. Para finalizar, recuerda lo que decía su abuela hace años sobre temas inquisitoriales: “Dios perdona el pecado, pero no el escándalo”. Santiago Roncagliolo nació en Lima, Perú, en 1975. En su carrera como escritor ha explorado todos los géneros para contar historias. Sus seis novelas estudian el mal: el daño que nos hacemos las personas. Su obra se ha publicado en todo el mundo hispano, ha sido traducida a más de veinte idiomas y ha recibido distinciones tan importantes como el Independent Prize of Foreign Fiction (2011) o el Premio Alfaguara (2006). Como periodista ha escrito una trilogía de historias reales sobre el siglo XX hispanoamericano: La cuarta espada (2007), Memorias de una dama (2009) y El amante uruguayo (2012). Como creador y guionista, ha desarrollado películas y series para productoras de España, Estados Unidos, Brasil, México y Perú. Sus libros infantiles, llenos de humor negro, han recibido los galardones White Raven (2007) y Barco de Vapor (2013). Puedes comprar el libro en:
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