Normalmente, la “pecera” del Bellas Artes está tranquila y silenciosa. Hoy estaba todo lo contrario a lo que viene siendo habitual. Allí nos encontramos para hablar de su última obra. Antonio Soler está en un gran momento creativo como demuestra esta pequeña obra de arte. “Partiendo de esos papeles, que no son un recurso literario, y que me resultaron muy impactantes, hace un par de años los volví a desempolvar para escribir esta novela, en un momento en que la violencia psicológica está muy de moda, por desgracia”, apunta Soler. Este es el diario de un joven estudiante de medicina. El eje del diario es su novia. Desde su casa, el futuro médico ve la de ella: la terraza, las ventanas por las que asoma y es saludada o ignorada según el punto en que la turbulenta relación se encuentre. Siempre vigilada. Analizada minuciosamente, en cada uno de sus gestos, en sus salidas de casa, sola o con amigas, en cada vestido que se pone, y que provoca ira, celos o complacencia en el protagonista. Algo parecido a lo que hacía Jeff Jefferies, el protagonista de la película “La ventana indiscreta”, de Alfred Hitchcock. El diario, al tiempo que recrea el entorno de su autor –la relación velada de su madre con una amiga, sus compañeros, un amigo con ínfulas de escritor y otro atrapado por la droga– va dando paso a la mente de un manipulador, al germen de un maltratador que, basándose en un proceso de falsa lógica, se atribuye derechos que según su opinión se deben a valores universales y que en realidad solo responden a su propio y obsesivo criterio. “Aunque la idea surgió al leer esas páginas del diario, me he tenido que inventar un entorno de amigos y desarrollar el personaje. Me he basado en alguna gente que he conocido, cosas que he oído en entornos de testosterona alta –como es el de la mili-. Fui componiendo el personaje, sus relaciones con los amigos”, nos anticipa el escritor y añade “en el diario el protagonista va retratándose y el lector lo irá conociendo cada vez mejor”. Si Carlos, es el sol de la trama; Yolanda, su novia, es la otra cara de la Luna, la Grace Kelly de la película de Hitchcock. “La novela, lógicamente, está escrita en primera persona, al tratarse de un diario. Los demás personajes están construidos por lo que él manifiesta. El lector, sentirá antipatía por él. Es una persona muy infeliz y a medida que va construyendo su relación, se va cargando de frustración y la va proyectando en los demás. Yolanda, quiere ser libre y autónoma y lo va consiguiendo poco a poco”, analiza el autor. “Aunque parezca mentira; encuentro, en la actualidad, pensamientos en los hombres muy parecido a los de antes. Sigue habiendo bastante machismo. La relación entre los dos protagonistas es muy cruel. Normalmente, se empiezan las relaciones con amor y, poco a poco, te vas dando cuenta de cómo es el otro, hasta que empiezas a decir que no. Ahora, ya no hay la resignación que había antes. En mi adolescencia, el mundo era completamente distinto. Recuerdo que besarse por la calle estaba mal visto, hasta te podían multar”, recuerda Antonio Soler. “Estamos en vías de que cambie el comportamiento de los hombres”El autor cree que “hay hombres y mujeres que tienen un pie en el pasado. Una amiga mía dice que: muchos hombres buscan mujeres que ya no existen y muchas mujeres buscan un hombre que todavía no existe. Muchas relaciones están ancladas en el pasado”. El deseo, la culminación y la culpa inmediata están muy presentes en este mundo. El protagonista no aplica el mismo rasero para los dos. “Siempre está atormentado por lo que estará haciendo en cada momento Yolanda. Es un controlador, un hombre que quiere mantener su posición ancestral. Afortunadamente, estamos en vías de que eso cambie”, subraya. Para Carlos, el protagonista de “Yo que fui un perro”, “los hombres disfrutan del pecado, no así las mujeres que no tienen que tener derecho al placer. La biología está ahí presente. Por eso piensa siempre si ella ¿estará haciendo ella lo mismo que él? El hombre quiere mantener esa posición, estamos en vía de que eso cambie. Antes era casi normal. El protagonista es un tipo complejo, atormentado. Sin embargo, él no desearía que nadie fuese como yo. Era consciente de su extraño comportamiento”, expone el autor con delicadeza. La novela mantiene un estilo de diario: “escrito en primera persona, con capítulos cortos que se corresponden a días o hechos determinados. Las tachaduras están en el texto porque reflexioné sobre cómo se escribe un diario. Recuerda cosas sobre sí mismo y el personaje pone por escrito lo que más adelante le gustaría leer, por eso tacha las que cree que no procede. Lo escrito tiene vocación de permanecer, por eso él se autocensura. No le gustaría que alguien pudiese leerlo”, analiza. Para Antonio Soler, “la escritura tiene un fin terapéutico. Si alguien se confiesa ante una hoja tiene mucho de catarsis” y agrega que “dependiendo de la novela que esté escribiendo, cambia la estructura. No me gusta repetirme. Me lleva mucho tiempo estructurar la novela. En este caso, tenía que ser así, hallar la mejor fórmula para contar la historia”.
Respecto a las influencias, en su novela hace referencia a “El árbol de la ciencia”, de Pio Baroja. “De joven, leía mucho a Baroja, me gustaba sobre todo porque es un gran creador de atmósferas y personajes, pero no tanto me atrae tanto su forma de escribir. Azorín está infravalorado en la actualidad, pero tenía una visión muy fina de la literatura. Me interesa el lenguaje literario, lo que estoy visualizando interiormente. Las estructuras tienen que ver con el estilo literario. Tengo novelas donde no hay ningún corte literario y otras están contadas en capítulos más cortos como en ésta”, expone el autor malagueño. Antonio Soler nació en Málaga en 1956. Es autor de quince novelas. Entre ellas, Sacramento (Galaxia Gutenberg, 2021), en la que recoge un tenebroso caso real en torno al abuso de poder, Sur (Galaxia Gutenberg, 2018), una novela deslumbrante y fascinantemente rica en la que aparecen todas las historias que hierven en una ciudad, oscilando cada día entre el infierno, la salvación o la insignificancia, Apóstoles y asesinos (Galaxia Gutenberg, 2016), Una historia violenta (Galaxia Gutenberg, 2013). Los héroes de la frontera, Las bailarinas muertas, (Galaxia Gutenberg, 2016), El nombre que ahora digo (Galaxia Gutenberg, 2020), El camino de los ingleses, llevada al cine con guion del propio Soler, El sueño del caimán (Galaxia Gutenberg, 2022). Ha publicado también un libro de relatos, Extranjeros en la noche. Sus novelas se han traducido a una docena de idiomas. Ha realizado diversos trabajos como guionista y ha sido colaborador fijo de los diarios Sur y El Mundo (Andalucía) y de la Agencia Colpisa, así como del suplemento dominical El semanal. También ha colaborado en los diarios ABC, El País El Periódico de España y en el suplemento dominical de El Periódico de Barcelona además de en diferentes revistas literarias. Ha sido Escritor en Residencia en el Dickinson College de Pensilvania en dos ocasiones. Puedes comprar su libro en:
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