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Margarita de Navarra
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Margarita de Navarra

“LA REINA DEL HEPTAMERÓN"

Por Álvaro Bermejo
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beralvatelefonicanet/7/7/18
viernes 06 de octubre de 2023, 22:21h

Pelo trenzado y recogido, como cuadra a las casadas. Sombrero terciado a la valona. La mirada firme, profunda, inteligente y seductora. En el retrato que le pinta Clouet tiene treinta y nueve años. No lo aparenta. Todo lo dice con el lorito amazónico que sostiene sobre su índice. ¿Dónde apunta? A esos otros nuevos mundos que abren las nuevas ideas. El pensamiento de Erasmo, la mística de Hildegard von Bingen, la ironía de Rabelais.

Para mi lección de ingreso como socio de número en la Delegación en Corte de la Bascongada elegí la figura de Margarita de Navarra. No tanto por su extraordinaria relevancia en su tiempo, sino por todo cuanto su olvido deja en evidencia acerca del nuestro. “De las reinas la incomparable”, dirá de ella Ronsard. ¿Por qué lo dice? Por su manera de gestionar alta política y alta literatura. Y, dentro de ésta, por la amplitud de esa mirada, capaz de entrelazar meditaciones espirituales inspiradas en una idea de tolerancia inédita en su tiempo, y un libro de cuentos aparentemente banal, su ‘Heptamerón’, que cambiaría para siempre el ethos de la mujer, no sólo en Navarra, sino en media Europa.

Antes de que se inventara el término, el feminismo moderno nace con ella. Lo certifica Simone de Beauvoir, lo corrobora Samuel Putnam. ¿Quién lo recuerda? Una princesa que llega al trono de Navarra por matrimonio hace de sus condados bearneses el epicentro de la cultura europea del XVI. Levanta una escuela de humanistas donde florecerán los poemas de Bernat Detxepare y de la que beberá Montaigne. Protege a Leonardo. Sienta en la misma mesa a Calvino y a Rabelais, quien sólo por su mediación conseguirá publicar su ‘Gargantúa’.

Cuando Shakespeare vaticina que Navarra será la maravilla del mundo, no tiene otro referente. Escribe esa frase en una comedia que parece resumir su vida, ‘Trabajos de amor perdidos’. Así hubieran sido los de Margarita de no mediar el hallazgo de su ‘Heptamerón’. Más que un homenaje, una respuesta a Boccaccio desde la perspectiva de una mujer que reclama para su sexo las mismas licencias y los mismos derechos.

La muerte le sorprende en su villa de Odos, en Bigorre, la obra queda inconclusa. Ese final abierto parece cifrar una interpelación al lector. Acaba tú mi último cuento, parece decirnos. Es decir, atrévete a conocerte, alcanza tu máxima dimensión, defiende tu criterio -sea en la corte o en la aldea-.

"Non inferiora secutus” -No seguiré lo inferior-, fue su divisa. Atrévete, en suma, a hacerla tuya.

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