Después de deleitarnos con Esclavos del deseo (2021), Dad y se os dará (2022) y Cosecharás tempestades (2023), la dama de la novela negra nos sorprende con la publicación de sus memorias. “Igual que con la mayoría de los acontecimientos de mi vida, la idea de este libro surgió por accidente. Hace unos años, en una cena que tuvo lugar en Venecia, me senté al lado de una persona con la que había trabajado en Irán y, mientras hablábamos de los amigos que habíamos conocido allí, amigos con los que aún estábamos en contacto, y rememorábamos algunas de las cosas que habíamos hecho, tuve la oportunidad de revisitarlas. Como esas vivencias habían formado parte de mi día a día, no se me había ocurrido que se tratase de historias que pudieran resultar interesantes”, narra en el prólogo la prolífica escritora.
Y es que, como tantas otras cosas en su vida, Una historia propia llega de casualidad. Al igual que su madre, a la que califica de “lunática” por su particular sentido del humor y su gusto por lo absurdo, Donna Leon ha perfeccionado el arte de no planificar nada jamás. Ella no escribe por dinero ni por éxito, pues considera que eso “arruina la vida”. Para ella, quienes reducen el éxito al hecho de ganar dinero y fama, sea para bien o para mal, no merecen conseguirlo. “Si te juegas la vida para salvar a otro, entonces sí, por supuesto que mereces ser famoso; o si inventas una cura para alguna enfermedad terrible o resuelves algún problema matemático complejo, por supuesto que mereces reconocimiento, pero por hacerte muchos liftings o por hacerte una liposucción, no sé (…) Lo que no es normal es que te admiren por nada”.
No obstante, se puede decir que, tras una vida dedicada a la literatura, Donna Leon y su mítico Comisario Brunetti pasarán a la historia de la novela negra. Tanto es así que en sus memorias confiesa que se vio obligada a escribir una carta para todos aquellos fanáticos que se acercaban hasta la mismísima questura veneciana a preguntar por sus personajes. “Estaba en una cena en casa de unas amistades, una de ellas era un questore, y me dijo que le molestaba muchísimo que vinieran personas todo el tiempo preguntando si Brunetti estaba ahí (…) Ahí redacté la carta que hemos incluido en el libro. Una carta a los fans de Guido Brunetti para recordarles que es un personaje ficticio, que no es una persona de verdad, y aún hoy en día se sigue repartiendo”. Sin embargo, admite no tener respuesta para la clave de su éxito.
Una vida de película
Donna Leon, que hoy se refugia en un pueblecito suizo de pocos cientos de habitantes, en su día vivió con el ruido de fondo de las metralletas y el estallido ocasional de alguna bomba. “En Irán, a finales de los 70, hasta que nos evacuaron, si salías de casa después de la puesta de sol te podían pegar un tiro, tanto los de un lado como los del otro, así que acabábamos organizando fiestas de pijama. Te juntabas con amigos, empezabas a tomar algo y se te echaba la hora del toque de queda encima. Entonces, tenías que quedarte allí a pasar la noche”. Lo que, para la mayoría, parece una vida de película de acción, para Leon suponía un día cotidiano. “Las personas nos acostumbramos a cualquier cosa. Cualquier cosa puede volverse normal, incluso estar en medio de esta revolución”.
Aun pudiendo llegar a sentirse asustada, admite que nunca se sintió amenazada. “En una ocasión, nuestra vecina llamó a la puerta, unas tres semanas antes de que nos evacuaran, y nos dijo que tuviéramos cuidado, porque corría el rumor de que el agua de la ciudad había sido envenenada y que, si necesitábamos beber agua, debíamos acudir a ellos, porque tenían un pozo en el jardín”. No obstante, confiesa apenada que el Irán de ahora es totalmente distinto del Irán que ella conoció. Sin embargo, aunque ahora mira al mundo con recelo, sobre todo en relación con la crisis climática, se considera una persona feliz que disfruta de una vida privilegiada. “Creo que el futuro que le vamos a dejar a nuestros hijos y nuestros nietos es terrible, pero yo me sigo despertando por las mañanas alegre (…) No podría imaginarme estar triste todo el tiempo”.
Escribir para disfrutar
Aun siendo la protagonista indudable de la novela, Donna Leon no pierde la oportunidad de reseñar, con el humor y la ironía que tanto la caracterizan, algunas anécdotas de familiares, amigos y personas que le han inspirado, entre las que destaca la de su amigo estadounidense que decide construir una góndola. “Siempre me ha interesado saber por qué la gente hace lo que hace y, por eso, me pareció fascinante que una persona que ni siquiera vivía en Venencia, sino a una hora de la ciudad, hubiera dedicado años de su vida a hacer algo así”. Para un veneciano, las góndolas son tan cotidianas como los taxis amarillos para los neoyorquinos y “aunque las veas por ahí, jamás se te ocurriría pararte a pensar en cómo podrías construir una. Por eso lo incluí en el libro”, justifica.
Sin embargo, si tanto le interesa saber por qué la gente hace lo que hace, ¿por qué, entonces, escribe ella? “Porque es divertido. Escribir es divertido, porque puedes hacer lo que quieras. Si escribes ficción puedes hacer que pase cualquier cosa. Al escribir puedo hacer que el mundo sea como yo quiero (…) Eso me produce muchísimo placer. Durante todo el proceso de redacción de esta novela, las únicas cosas para las que llamé a varios amigos fueron para las partes divertidas, no las sentimentales ni las peligrosas ni las de acción; y creo que seguiré haciéndolo”. Así que no, si alguien se lo estaba preguntando, de momento Donna Leon no piensa colgar la botas, a pesar de haberse desprendido, por primera vez en su carrera como escritora, de su leal compañero Brunetti.
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