No obstante, es enigmático cuándo Miguel llegó a ser soldado, pero basándome en los testimonios fiables y los textos literarios cervantinos pienso que Cervantes, en torno a la primavera de 1567, se enlistó en el Ejército del duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo (1507-1582), y alrededor del 17 de abril de 1567, llegó a La Ciudad Portuaria, donde el almirante Giovanni Andrea Doria (1539-1606) estuvo con 37 galeras, y allí también se embarcaron 15 banderas de Infantería española de bisoños, y 2 en Tarragona, que se había mandado levantar para instalarlos en los presidios y guarniciones de Cerdeña, Lombardía, Nápoles y Sicilia.
El 25 de junio de 1567, el «Gran duque» de Alba partió con 10.848 hombres, desde Asti a Flandes, beneficiándose por primera vez de El Camino Español, ideado por el cardenal Antonio Perrenot de Granvela (1517-1586) en 1563, un corredor militar logístico de 1.000 km con una media de 23 km a pie al día, que comenzaba en El Corazón de la Monarquía y terminaba en Bruselas. En este sentido se plantea la pregunta, ¿quién era el capitán de Miguel?
En verdad, se ignora cuándo Cervantes regresó a España, pero sin duda se enfrentó a una nueva realidad, es decir, estar en la Rebelión de las Alpujarras (1568-1571), e intervenir en «la guerra a fuego y a sangre». En efecto, es difícil imaginarse que Miguel no participó en la Revuelta Morisca, sabiendo que a su tío Andrés de Cervantes, alcalde de Cabra, le correspondió la preparación de las fuerzas de Cabra conforme al mandamiento del 22 de enero de 1569, signado por la duquesa María en Baena, dirigido a los Concejos, Justicias y Regimientos de Baena, Cabra, Rute e Iznájar, y ordenado por el III duque de Sesa, Gonzalo Fernández de Córdoba (1520-1578) que reza que «para el socorro de la Alpujarra, vaya de este Estado 50 lanzas y 300 arcabuceros y ballesteros; han de ir de esta villa 20 lanzas y 100 arcabuceros» (A. Moreno Hurtado, Los Cervantes, 61-62).
En vista de ello, surge la pregunta, ¿quién era su capitán? En realidad, resulta chocante que pese a la documentación auténtica ningún cervantista haya llevado a cabo una investigación exhaustiva sobre los amigos y superiores castrenses de Miguel, quienes lucharon en la Guerra de las Alpujarras, y cuya mayoría asistió a las mismas campañas guerreras antes y después de la batalla de Lepanto.
Avanzando en el tema, en la primavera de 1569 Cervantes tuvo una pelea con Antonio de Segura que «se produjo en unos terrenos cercanos al palacio real o Alcázar, sede de la Corte» (J. M. Cabañas, Breve historia…, 81), empero se omite su unidad militar y quién era su capitán en ese momento.
Miguel tuvo su primer servicio castrense bajo el mando de Marco Antonio Colonna (1535-1584), general en jefe de la escuadra pontificia, desde el 11 de junio de 1570 de acuerdo con Sánchez Martín, cuya escuadra formó parte de las 12 galeras, reunidas con las 16 galeras del almirante genovés Giovanni Andrea Doria (1539-1606) en La Suda, el 1 de septiembre de 1570, para organizar la expedición de socorro de Chipre y levantar el sitio de Nicosia.
Se entiende que Cervantes sirvió en una compañía de Marcantonio hasta la llegada de su hermano Rodrigo, a Nápoles, el 25 de julio de 1571, y a Génova, el 26 de julio de 1571, quien fue uno de los 2.259 soldados de la compañía del capitán Diego de Urbina, repartidos en el Tercio de Miguel de Moncada y en el de Lope de Figueroa, quienes aplastaron la rebelión alpujarreña bajo la jefatura de don Juan de Austria (1547-1578) y el III duque de Sesa.
Sin embargo, hasta el presente se oculta en qué compañía fue incorporado Miguel antes de enlistarse en la compañía de Urbina, puesto que tenía que disponer de la licencia de su capitán y de Marcantonio con arreglo al artículo de Las Ordenanzas de 1568 que informa que «ningún Capitán ni alférez pueda recibir en su compañía ningún soldado de compañía ajena, sin consentimiento expreso de su primer Capitán y licencia de sus Maestres de Campo» (Ordenanzas, 1-IX-1568).
El domingo 7 de octubre de 1571, Cervantes luchó en la única galera genovesa Marquesa, perteneciente a Juan Andrea. De resultas, el capitán de la Marquesa el veneciano Sancti Pietro le ordenó a Miguel conducir a «12 arcabuceros, en un esquife, donde recibió tres balazos de plomo de arcabuzazos, dos en el pecho y uno en la mano izquierda» lo que fue convalido por el sargento Antonio Godínez de Monsalve (K. Sliwa, Documentos…, 53-54).
No obstante, el error recurrente de algunos cervantistas es que Miguel sirvió bajo el capitán Urbina. Esa no es la verdad, ya que según las Ordenanzas de 1568, Cervantes fue dirigido por el capitán Sancti Pietro, quien decidió en qué capacidad y dónde debió servir Miguel porque «los soldados que han de residir en las galeras… han de ser tomados y escogidos por el capitán de la misma galera adonde han de servir, y gobernados por él y por sus cabos de escuadra como hasta aquí se ha hecho» (AGS, Estado, Armadas…, leg. 445). Surgen las preguntas, ¿quién era el capitán Sancti Pietro?
Tras la salida del hospital, en abril de 1572, Miguel, genial soldado, se enlista en la quinta compañía del capitán Manuel Ponce de León (1539-1622) del Tercio del maestre de campo, Lope de Figueroa y Barradas (1541/42-1585), puesto que se demuestra que desde el 24 de abril de 1572, Cervantes ya no fue propiedad del capitán Urbina. Según Sánchez Martín, el 19 de abril de 1572, Miguel figuró en el Tercio de Lope de Figueroa, que abarcaba 18 compañías, arrojando «2.665 oficiales y soldados» (J. L. Sánchez Martín, «Los capitanes…», 173-232).
Asimismo las perlas documentales inéditas del periodista Sánchez Martín corrigen los errores garrafales de la biografía del maestre de campo del rey Sebastián I de Portugal (1554-1578), Francisco de Aldana (ca. 1537-1578)-, llamado por Miguel, «El divino capitán»-, y de su familia, y legitiman a ciencia cierta que el «Divino» no era hijo del capitán de infantería y alcaide de Manfredonia, Antonio Villela de Aldana (ca. 1505-1561), natural de Alcántara, como lo divulgó erróneamente hace 68 años el presidente de honor de la Asociación Internacional de Hispanistas, Elías L. Rivers, y documentan que Francisco, llamado «doctísimo español, elegantísimo soldado, valiente y famoso soldado en muerte y en vida» por el dramaturgo Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (1580-1645), prestó sus servicios en la jornada de Túnez, el 7 de octubre de 1572.
Según el extraordinario investigador Sánchez Martín el gran poeta hispano-italiano Francisco, capitán de Infantería, quien tras haber levantado una compañía de 400 infantes en Guadalajara, fue enviado desde Cartagena a Sicilia, donde su compañía fue integrada, posiblemente en octubre de 1572, al Tercio del Maestre de campo Lope de Figueroa y Barradas para tomar parte en la expedición de Navarino, donde el Príncipie de la Cristianidad le confió al capitán Francisco, «Amabile Confuso», el empleo de sargento mayor de la Infantería española desembarcada para el asedio del castillo. Allí Cervantes, flor de ejército español, sirvió bajo las órdenes de Aldana.
A continuación, se constata que desde finales de 1573, la compañía del capitán Ponce de León fue agregada al legendario Tercio Fijo de la Isla de Sicilia o Tercio de Sicilia, del maestre del campo, Diego Enríquez de Castañeda y Manrique (1535-1601). El experto malagueño Sánchez Martín afianza que Miguel estuvo al menos 2 meses en el archipiélago maltés, «desde mediados de octubre hasta mediados de diciembre de 1573» (J. L. Sánchez Martín, «Los capitanes…», 173-232).
El 26 de septiembre de 1575, Cervantes fue capturado por los corsarios berberiscos, y llegó a ser un preso del arráez Dalí Mamí en Argel, quien estuvo a las órdenes del capitán Mamí Arnaut, «el más cruel y fiero enemigo que hoy día tienen los cristianos, como se ve cada día en sus fieras y extrañas crueldades» (D. de Haedo, Topografía…, 3:125). Se desconoce en detalle quién era el capitán Arnaut.
No se dedicó ningún estudio riguroso y pormenorizado tocante al Capitán General de las galeras de Nápoles, Sancho Martínez de Leiva y Ladrón de Guevara (1510-1579), bajo cuyo liderazgo sirvió Cervantes entre 6 y 7 se septiembre de 1575 cuando retornaba en la galera El Sol de España rumbo Barcelona. No sabemos, ¿cuándo, dónde, y en qué circunstancias se conocieron Sancho y Cervantes?
En 20 de marzo de 1578 en Madrid se acredita innegablemente que Miguel regresaba a España para llegar a ser un capitán de una compañía, «honroso cargo» (M. de. Cervantes, El Quijote, I, XXXIX).
El dato detalla que el alférez Gabriel de Castañeda «leyó las cartas que llevaba Cervantes de Don Juan de Austria, en que lo recomendaba a S. M., para que le diese una compañía de las que se formasen para Italia, por ser hombre de méritos y servicios» (K. Sliwa, Documentos…, 51-53).
Añádase a esto que Cervantes relató su estancia en Asti así: «desde allí se fue a Aste, y llegó a tiempo que otro día marchaba el Tercio a Flandes. Fue muy bien recibido de su amigo el capitán, y en su compañía y camarada pasó a Flandes» (El Licenciado Vidriera), y testimonió en Génova que «llegaron a la hermosa y bellísima ciudad de Génova, y desembarcándose en su recogido mandrache, después de haber visitado una iglesia, dio el capitán con todas sus camaradas en una hostería» (El licenciado Vidriera). Los cervantistas no identificaron a estos dos capitanes. ¿Quiénes eran?
En resumidas cuentas, le felicito a nuestro ejemplar Juan Luis Sánchez Martín, padre de la genealogía de los victoriosos Tercios españoles (1534-1704), que hicieron brillar The Royal Crown of Spain de Friedensfürst en su Imperio donde no se ponía el sol, pues Dios sˈera fatto Spagnolo, su magna labor y sus magníficas contribuciones no solo sobre la genealogía regimental española, sino también sobre los brillantes soldados de las Fuerzas Especiales de Élite de los Tercios Viejos españoles, Miguel, héroe de Lepanto, y Francisco, «Amabile Confuso», héroe de la batalla de Al-Qasr Al-Kabīr, quienes lucharon hasta la última gota de sangre. Dichas pruebas documentales de primera fila deberían estar puestas en circulación, rectificando así los grandes desaciertos en las enciclopedias, libros de enseñanza y revistas electrónicas. ¡Enhorabuena!
«Laus in Excelsis Deo»,
Krzysztof Sliwa
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