La orgullosa ciudad de Roma nacerá como un pequeño poblado habitado por latinos, con un pasado mitológico de enorme riqueza y complejidad. Una vez que se asomaron fuera de la Muralla serviana, edificada por su Rey Servio Tulio, alrededor del inicio del siglo VI o IV a.C., se vieron obligados a luchar contra los pueblos que les rodeaban: sabinos, samnitas, etruscos, etc. Lo que distingue a los romanos del resto de los pueblos de la Antigüedad es esa cohesión ciudadana, por medio de la cual todos esos ciudadanos estarán unidos frente a sus enemigos; todo ello motivaba el que su idiosincrasia militar fuese muy superior al resto de las civilizaciones del momento. No solían vencer en todas las batallas, pero sí eran perseverantes hasta conseguir ganar la guerra. Estaban capacitados, psicológicamente, para metabolizar grandes pérdidas en el número de vidas humanas, hasta llegar al cenit final conducente a la victoria. Poseían en bastantes ocasiones auténticos genios militares, que los solían conducir a la victoria, con sangre, sudor y lágrimas; ejemplificaremos esos nombres en Publio Cornelio Escipión “el Africano” o Gayo Julio César, u otros de menor enjundia como Marco Antonio, Gneo Pompeyo “Magno”, Lucio Cornelio Sila o Gayo Mario; aunque asimismo tuvieron cónsules arribistas sin el más mínimo talento militar. Sea como sea, el avance de las legiones romanas siempre será imparable. Por todo ello, se les puede comparar a una hidra, ya que cuánto más cabezas se cortaban, aquello parecía que no se acababa nunca. «La imagen del ejército romano es la de una fuerza altamente organizada, rigurosamente profesional y brutalmente disciplinada, articulada alrededor de un férreo núcleo constituido por las legiones. Éstas combaten por todo el mundo conocido llevando a cabo brillantes campañas que dan poder y gloria a Roma e inmortal renombre a sus generales. Pero, la historia militar de Roma no es el apacible relato de una sucesión de continuas victorias. Los romanos a menudo ganan las guerras porque, tras perder batallas y ver aniquilados ejércitos enteros, pueden continuar la guerra hasta que su agotado enemigo cae derrotado. La duda que se nos plantea con las legendarias conquistas de las legiones romanas no es cómo son capaces de vencer a sus enemigos en batalla. Su superior organización y disciplina explica eso. Lo difícil es saber cómo son capaces de desplazarse a los confines del mundo conocido y sostener ejércitos de decenas de miles de combatientes en las situaciones más adversas y los territorios más inhóspitos. Esa es la verdadera clave de su éxito. Es su superior logística la que permita crear el imperio más extenso y duradero de la Edad Antigua. Y defender sus interminables fronteras durante siglos. El texto se centra en el período comprendido entre el inicio de la Primera Guerra Púnica, un conflicto de tal magnitud que somete a una enorme presión al sistema logístico romano, hasta el año 313 que ve quizá la última gran actuación de las legiones romanas en combate, antes de que se reduzca enormemente su tamaño y estatus». Siempre luchan las disciplinadas legiones romanas contra sus más irredentos enemigos, aniquilando a sus enemigos hasta su derrota final. Al Senado de Roma no le importaba el número de sus ciudadanos que caían, ya que los padres eran reemplazados por sus hijos. Por todo lo que antecede, en la Historia de Roma se observa como van viéndose nóminas filiales o dinásticas substituyendo a los padres o abuelos. “La duda que se nos plantea con las legendarias conquistas de las legiones romanas no es cómo son capaces de vencer a sus enemigos en batalla. Su superior organización y disciplina explica eso. Lo difícil es saber cómo son capaces de desplazarse a los confines del mundo conocido y sostener ejércitos de decenas de miles de combatientes en las situaciones más adversas y los territorios más inhóspitos. Esa es la verdadera clave de su éxito. Es su superior logística la que permite crear el imperio más extenso y duradero de la Edad Antigua. Y defender sus interminables fronteras durante siglos”. A partir del siglo III a.C., las legiones romanas se han convertido en los gendarmes necesarios sobre todas las potencias del Mediterráneo; las cuales no son débiles precisamente, tales como las múltiples poleis griegas, destacando Atenas, Corinto, Tebas o Esparta; además de la genial civilización fenicia o cartaginesa, y la monarquía seleúcida. Para poder sostener a sus milicias, Roma, creó todo un complejo aparato administrativo, que conseguía mantener la estructura militar y bélica de las legiones del SPQR o Senatus Populusque Romanus. Según Polibio, el historiador amigo y siervo del genocida Publio Cornelio Escipión Emiliano “Numantino o Segundo Africano”, escribió taxativamente que: ‘la ventaja de los romanos radica en el suministro inagotable de provisiones y hombres’. Los acendrados enemigos de Roma siempre observaban, con una gran preocupación, que a pesar de las múltiples derrotas que pudieren infligir a sus legiones, esta nunca agotaba el caudal de hombres prestos para ir a los múltiples y diversos campos de batalla. No obstante: “Las necesidades de suministro militar inspiran a menudo las decisiones de los generales romanos en la guerra. Comprender la imperiosa necesidad de alimentar a los ejércitos arroja luz sobre ciertas disposiciones de los comandantes, la ubicación de las fuerzas y sus movimientos, la limitación de los objetivos militares y el papel de algunas alianzas políticas”. El Senado de Roma y sus cónsules planificaban las batallas o las guerras con mucha antelación, ya que así era más plausible la obtención de suministros. Tras realizar toda esta evolución narrativa y analítica, estoy francamente a favor de este volumen, que, cómo casi toda la colección de HRM suele ser muy esclarecedor. Gayo Julio César sería el primer político y militar romano que cualificó a la logística de las legiones de Roma con un vocablo definitorio y que es el de la RES FRUMENTARIA. El esfuerzo indubitable de la arqueología nos ayudará siempre a los historiadores, como soporte de los textos que utilizamos los profesionales de la Historia. A pesar de lo que se estima, las batallas en la Antigüedad suelen ser muy raras, ya que sus generales prefieren no arriesgar ante lo que puede ser un resultado incierto, acompañado con la muerte de miles de hombres irreemplazables. “Solo se comprometen en una batalla campal cuando no tienen otra opción o confían en un resultado positivo tras haberse asegurado de que las circunstancias favorecen a su ejército y perjudican al enemigo”. Muchos cónsules de Roma consiguen provocar al enemigo y derrotarle, pura y simplemente cuando lo impiden el acceso a sus fuentes de abastecimiento. Existe un caso, entre muchos, en la Historia que pudo haber cambiado la evolución de la misma, pero Roma lo revirtió, lamentablemente, y es la batalla de Cannas. Con Cartago nos hubiese ido mejor. ¡Estupenda obra! «Rex tamen, atque idem egregius virtute bellica». Puedes comprar el libro en:
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