Se publica "Mi vida con Alberti. Para algo llegaste, Altair", de María Asunción Mateo, un libro de memorias esperado, “un libro de amor”, como lo define su autora, escrito más de veinte años después de la muerte del poeta gaditano y en el que, además de repasar lo que fue su vida juntos, su primer encuentro, sus citas en el piso destartalado del escritor en Madrid, su caminar de la mano, ella siempre un paso por detrás del marinero en tierra, ajusta cuentas con quienes, escribe, orquestaron una campaña tras la muerte del autor en 1999 “que me fustigaba, que se saltaba todos los derechos que deben proteger a una ciudadana, que ponía en duda desde mi cordura, mi honor, mi valía intelectual, el amor hacia mi marido, sus sentimientos de él hacia mí y —lo más grave e indecente— su salud mental desde el momento en que se casó conmigo…” y de cuya boda se publican por primera vez las fotografías, celosamente guardadas por Mateo durante años, extraviadas en un aeropuerto y devueltas a su dueña. El destino, seguro.
“Se le atribuye a Kennedy la frase: «Podéis olvidar sus caras, pero nunca olvidéis sus apellidos». Yo tampoco olvido. Ni perdono. Aunque tantas veces me haya negado a citarlos para no ensuciar el idioma” dice la viuda de Alberti, que se refiere con nombre y dos apellidos al círculo de viudos que treparon al lado de Rafael: el hombre que subía y bajaba las ventanas, el profesor y poeta, el primo de este, secretario del escritor.
¿Por qué ahora? Una carpeta caída desde lo alto de una estantería es la respuesta a la pregunta, el motivo de que estas memorias vean la luz (“... cuando ya un poco tarde estoy cumpliendo tu deseo de que evocara lo vivido a tu lado…). Porque “para algo llegaste, Altair”. “Creo que ha llegado el momento —quizás tardío— de quitarles las máscaras a estos pinochos de pacotilla y que enseñen sus verdaderas caras, que tantos ya conocen desde siempre, pero callan. Algunos de esos eméritos viudos destronados que han tenido la suerte de conocer a una persona con la bondad, generosidad y creatividad de Rafael Alberti solo han sabido aprovechar las migajas arañadas a su legendario nombre”.
Tardes con Dámaso Alonso y Eulalia Galvarriato, los versos de Don Antonio y de Juan Ramón Jiménez, la presencia de Maruja Mallo, a quien tanto quiso, el amor a María Teresa León, su regreso del exilio a España “con la mano tendida”, los telegramas de Marcos Ana y su amistad sin fisuras, el encuentro de María Asunción con Tàpies y Teresa, La voz de Paco Ibáñez, el cariño de Antonio Gala, la “viudedad” de García Lorca, Ora Marítima, el remanso de vida, Marta y David, los hijos de María Asunción, los nietos que hablan de Rafael como si viviera, las tarjetas que el poeta enviaba a su esposa, aunque apenas mediara entre ambos la distancia de una habitación…, y una pléyade de entrañables anécdotas que ayudan a moldear la imagen del hombre, de Rafael, vitalista y rebelde, galante, honesto, comprometido. El hombre con las manos y los pinceles cargados de palomas.
Licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de Valencia, María Asunción Mateo (Valencia, 1944) ha sido durante diecisiete años presidenta de la Fundación Rafael Alberti. Ha colaborado, mediante entrevistas o artículos, en diversas publicaciones de la prensa nacional y pronunciado conferencias sobre la Generación del 27 en las universidades de El Cairo, La Habana, Buenos Aires, Turín, Roma… entre otras, así como en instituciones culturales españolas, europeas y americanas.
Entre sus numerosas publicaciones cabe citar, en Espasa Calpe: "Antología Poética. Dulce María Loynaz" (1993), "Solo la mar. Antología de textos sobre el mar de Rafael Alberti" (1994), "Rafael Alberti: de lo vivo y lejano" (1996), "Sobre el corazón un ancla. Antología para niños" (2002); en Círculo de Lectores, en Retrato de grandes contemporáneos, volúmenes dedicados a Rafael Alberti, Dámaso Alonso y Rosa Chacel, así como "Epílogo a Memoria de la Melancolía, de María Teresa León" (1987); en EDAF: "Con la luz primera. Antología de verso y prosa de Rafael Alberti (obra de 1920 a 1996)" (2002); en Anaya Muchnik, "Canción de canciones. Antología de poesía amorosa en castellano”, preparada en colaboración con Rafael Alberti (1995); en Ediciones de la Torre: "Rafael Alberti para niños (Antología)" (1984), "Gabriel Celaya para niños (Antología)" (1985), "Dámaso Alonso para niños (Antología)", (1985), "Cocorito" (1986), "Rosa Fría, patinadora de la Luna" (1990), "La Generación del 27 para niños (Antología)" (2003), "Ramón, un perro singular (2010) y "Pintar la poesía. Las 4 estaciones" (Antología de Rafael Alberti), (2007); en Dunamis Ediciones: "El mar. La mar" (Antología de Rafael Alberti) (2007).
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