Cuando Ana pidió ayuda a Daniel para cargar con la muñeca hasta el hoyo, no intuía ni por asomo que, junto con el juguete, arrojaría también en aquel húmedo abismo su infancia y las vidas de cuantos le rodeaban. Un cuarto de siglo después —en un pueblo costero del sur peninsular y bajo el disfraz del desarrollo urbanístico—, el azar desenterrará varios cuerpos en el antiguo vertedero municipal y removerá así un ponzoñoso pasado que solo esperaba el momento para salir de su letargo y cobrarse una deuda… En ese lugar en que los muertos reclaman sus nombres y los vivos juegan a olvidarlos, una inspectora en horas bajas intentará redimir sus errores y desenmarañar veinticinco años de oscuridad. “La muñeca” es su primera novela. ¿Decidió hacerse escritor navegando en su velero? Ja, ja. No, la vela es otra de mis pasiones, como la literatura (nadie dijo nunca que hubiera que elegir solo una), y casi he tardado lo mismo el conseguir lo uno y lo otro. Escribo desde que era adolescente, y de igual manera, alrededor de los veinte años descubrí el mar y la vela casualmente, cuando me invitaron un día a navegar en un pequeño velero. Bajé de ese barco corriendo para sacarme la titulación requerida para navegar, y lo hice hace muchos años, pero no ha sido hasta hace poco que conseguí cumplir el sueño de adquirir un velero y navegar en mi propio mundo. Los sueños están para cumplirlos, pero hay que saber esperar. He sido simplemente paciente, como en la literatura. ¿Cuándo surge la idea de escribir la novela? ¿Cómo fue su germen? Para ser sincero, esta novela surgió sola, pues no nació siendo una novela. Empecé a escribir pensado en un relato. Un buen día eché la vista atrás y me di cuenta de que había dejado atrás el relato hacía unos miles de palabras y decidí continuar con la curiosidad de ver hasta dónde me llevaban la historia y los personajes. ¿Una parte importante de nuestra infancia se queda colgada en los juguetes que abandonamos al llegar a la adolescencia? Un poco de nuestra infancia se escapa cada día, a medida que crecemos, lo que no quita que sigamos siendo niños. En la novela incluyo una frase que leí en algún sitio (no recuerdo dónde), y que a falta de poder referenciar pongo en boca de uno de los personajes. Es ese personaje el que la suelta, diciendo a su vez que la escuchó o leyó en algún sitio. Son solo cuatro palabras, con cierto fondo a poco que uno se para a pensar: «Los adultos son mentira». No somos más que niños que han crecido y asumido responsabilidades, pero niños, al fin y al cabo. Los juguetes… podría decirse que cada uno tiene su momento en nuestra vida. Haciendo referencia a la primera pregunta, el mío ahora es un velero. Y nuestra personalidad, creencias y valores, se forjan en los primeros años de nuestra vida y determinan nuestro comportamiento posterior, ¿están ligados solo a personas o también a objetos que tuvieron que ver con nuestro desarrollo? Supongo que hay personas y profesionales mucho más indicados que yo para acertar respondiendo a esta pregunta, pero sí, creo que asumiendo que existe una parte importante de nosotros que viene de serie por genética, el resto en blanco que nos queda lo rellenamos en los primeros años de nuestra vida, y tanto las personas como los objetos influyen. Eso que llaman el entorno. A veces, un objeto, como una muñeca, un balón, un telescopio para un futuro astronauta o astrónomo, o un libro (sería un ejemplo perfecto) pueden tener una influencia decisiva en nuestro camino. ¿El pasado siempre vuelve cuando desenterramos nuestros recuerdos? ¿Nos ide cuentas cuando no hemos sido capaces de cerrar correctamente las heridas? El pasado nunca se va. Se puede esconder, tapar, o incluso enterrar, pero siempre estará ahí, esperando el momento oportuno para asomar. Puedes incluso ignorarlo si te molesta demasiado asumirlo, o arrojarlo a la cuneta, pero ya habrá alguien que se encargue de recuperarlo por ti y dejártelo en la puerta. ¿Novela policiaca, novela de terror, novela psicológica? ¿Es más fácil escribir cuando confluyen varios géneros? Es una pregunta difícil. Al menos yo, igual que cuando leo, cuando escribo, no me paro a pensar en el género. Escribo lo que me apetece, o mejor dicho, a propósito de lo anterior, lo que el pasado me dicta. Serían imposible que me pusiera a escribir de fantasía o romántica, cuando no leo esos géneros. Se escribe con lo aprendido antes. ¿Por qué una muñeca como objeto desencadenante del pasado? He de reconocer, que los ojos tan conseguidos, a veces, de las muñecas siempre me daban miedo de pequeño, porque dan la impresión de que te observan desde cualquier ángulo… Esta es una pregunta fácil. Decía antes que cuando empecé la novela pensaba en un relato. Cuando me senté a escribir lo que debía ser un relato me paré a pensar sobré que lo escribiría. Viendo que la mayoría de los relatos que guardo tienen un tinte oscuro (influencias de Poe) busqué una referencia que me inquietara, y la encontré en una muñeca. Cuando era un niño, pongamos ocho años, aún dormía en una habitación con mi hermana. Ella tenía una muñeca de esas grandes (debía medir alrededor de un metro) que, por circunstancias de espacio, tenía su sitio junto a mi cama, como un soldado de guardia a la puerta de un castillo, cuando me acostaba para dormir. Por lo que fuera, el día me traía sin cuidado, pero por las noches yo entonces pensaba que la muñeca me miraba cuando se apagaba la luz, y que algún día le daría por moverse y echarme los brazos al cuello. Mi solución, la solución definitiva al problema en la mente un niño de siete u ocho años, era volver la muñeca de cara a la pared todas las noches antes de apagar la luz. Con ese recuerdo en la cabeza comencé a escribir La muñeca: una niña adolescente recorre una calle con una muñeca de la que se quiere deshacer, cargándola a cuestas para tirarla a un vertedero, cuando se encuentra con un compañero de colegio y le pide ayuda para repartir el peso que se acentúa con los metros… Y hasta aquí voy a contar. “Los niños, como su propia mente, lo admiten todo”La novela está escrita en dos tiempos, adolescencia y edad adulta. ¿Cuál ha sido más difícil construir? Creo que me resulta más fácil construir el mundo de la adolescencia y la niñez. Te ofrece muchos recursos y situaciones que en el mundo adulto serían inconcebibles o chirriantes. Los niños, como su propia mente, lo admiten todo. ¿Con qué personaje se identifica más? ¿Hay algo de verdad en todo lo que narra? Supongo que como escritor he debido dejar parte de mí en cada uno de los personajes, sin definirme en ninguno concreto; sería imposible no hacerlo. "La muñeca" es una historia de ficción, y excepto las localizaciones, donde quitando alguna alterada o inventada por exigencias o comodidad para la historia, son verdaderas, el resto, aun siendo inventado, encierra lamentablemente demasiada verdad. Lo vemos a diario en las noticias: la realidad siempre acaba superando a la ficción.
¿Cuáles son los autores que le inspiran además de Stephen King? Podría empezar y no parar. El mayor protagonismo lo tienen, con seguridad, Poe y Bécquer, supongo que por simple orden de llegada. Lo hemos comentado antes: en la juventud las cosas se graban con más profundidad. El resto tienen más o menos importancia según la época. Soy aficionado a la literatura de viajes, he leído mucha Aventura, donde siempre prefiero a los clásicos, Terror, Novela Negra, Ficción, Histórica antes más, ahora menos, leo casi de todo, más de lo uno o de lo otro según suba o baje la marea. Hay escritores de los que puedes extraer más para ti mismo como influencias, y otros que te lo permiten menos. Eso ya depende, a mi juicio, del grado de compatibilidad de la escritura entre escritores, y me explicaré con un ejemplo: disfruto muchísimo leyendo a Zafón, pero a la vez pienso «esto nunca podría escribirlo yo, aunque me gustaría». Puedo leer a John Connolly, por otro lado, y salvando las distancias decir a veces «esto podría escribirlo yo», y al menos, extraer algo —aprender, suelen llamarlo —y adaptarlo a mi escritura. Solo hay una cosa que cada vez aguanto menos: las persecuciones, la simple narración de la acción en sí, el basar el núcleo de la novela en llevar al protagonista asfixiado de un lado a otro. Cuando digo acción quiero decir Acción, entendiéndola en la misma acepción que en el Cine de Acción. ¿Qué papel juegan las emociones en su novela? Positivos y negativos. Las emociones definen nuestro día a día, y como tales, se reflejan, o deberían reflejarse, en una novela. Cuando lees, te estás aislando del mundo que te rodea y te sumerges en otro; anulas casi todos tus sentidos (incluso la vista más allá de las páginas del libro). Si la novela no es capaz de aportar con las palabras lo que has dejado atrás en el mundo real, si no es capaz de aportar esas emociones, algo falla en el encuentro entre el lector y lo escrito. Al contrario, cuando la novela aporta esas emociones, cuantas más, mejor, se logra esa especial comunión entre ambos —novela y lector —que cualquier escritor aspira conseguir cuando escribe. Se me ocurre un ejemplo muy socorrido relacionado con la cocina: hay veces que solo se come, y uno se alimenta; hay otras en que uno come y además le gusta lo que come; hay otras, sin embargo, en que la comida trae algún buen recuerdo, aromas de otros tiempos, quizás, por alguna razón concreta que solo nosotros sabemos, y es cuando entran en juego las emociones. Sin ser quizá el mejor plato, no habrá otro que lo supere. “La Muñeca” es un thriller adictivo, ¿Cuál es la fórmula para conseguir que el lector no pueda abandonar la lectura de la novela? Si la encuentras me la das, jaja. Yo no escribo pensando en el lector, no sé cómo se hace eso, ni conozco a cada uno de ellos que me pueda leer, pero sí escribo intentando no aburrir. Escribo lo que me gustaría leer, con la sola premisa de intentar no aburrir, que no quiere decir no entretenerse en los detalles y avanzar en la historia con más o menos prisa. Cualquiera puede contar una historia, todos los días lo hacemos todos, con historias más o menos grandes. Hay sin embargo personas que te la cuentan y te aburren, estás deseando que acaben, y hay otras a las que escucharías recitar la misma historia una y otra vez. Ahí reside la dificultad al escribir, a mi juicio. La historia es secundaria. Cuando se juntan una buena historia y una buena manera de contarla, damos una novela de las buenas. La mayoría de los autores actuales de este tipo de obras, sitúan la acción en tierras españolas, ciudades y pueblos maravillosos, ¿ya no hay que acudir a los bajos fondos para hablar de asesinatos horribles? ¿Pueden suceder en cualquier lugar sin que nos demos cuenta? La violencia, como el sexo, ha dejado de ser tabú. Los asesinatos de los bajos fondos se han vuelto clásicos, en el buen sentido de la palabra. Es violencia que comprendemos, escondida en esos bajos fondos y mundos subterráneos y a la vez comprensible en el sentido en que sabemos por qué se mata, si es el caso. Son motivos «clásicos». Dinero la mayor de las veces, poder… Ahora existe una tendencia a situar la violencia a nuestros pies, y mostrarla a la vez como inexplicable, enferma, a sacar a la luz las peores perversiones del ser humano, porque buscamos, sin decirlo, otra vuelta de tuerca, un salto más difícil, sorprender más y mejor. A la vez, efectivamente, hay una tendencia a situar los escenarios de las novelas en nuestra tierra, dándole un valor a lo nuestro por una vez, aunque sea a base de crímenes. Si en algo nos parecemos los españoles es en la mala costumbre de ensalzar lo exterior y denostar lo que tenemos cerca. Con esta tendencia, por una vez, nos contradecimos con gusto a nosotros mismos. ¿Para cuándo su próxima novela? Después de "La Muñeca", los lectores estarán ávidos de nuevas emociones… Eso no está solo en mi mano. Lo que sí lo está es el escribirla, y escrita está ya, a oscuras esperando su momento sin prisas. "La muñeca" acaba de echar a andar… Puedes comprar el libro en:
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