"Sepulta plenitud", de José Antonio Santano

En primer lugar, tratando de hallar la esencia cuando no el sentido de la propia lírica en momentos históricos muy concretos. Luego, la eterna necesidad de cantar a los ideales de la humanidad, la belleza y la libertad. Si Hölderlin propuso un impulso sobresaliente hacia un nuevo helenismo, Santano anticipa la armonía y la unicidad de la esfera latina, que reescribe con tanta intensidad como sugerencia con una forma poética flexible que también nos dejó el genial poeta alemán Friedrich Hölderlin, el verso libre, que supone en este caso una reconquista lingüística de lo abstracto, lo conceptual, lo mitológico y lo personal.

“He venido, Lucio Cornelio Marcus,/o todos los nombres en uno,/a ser contigo testigo,/confesor de otras vidas y muertes”. La interlocución con Lucio aparecerá “al lado justo de los dioses”, “en el silencio de esta enorme sepultura”, en la contrariedad y en la denuncia de la ignominia, la arrogancia, el egoísmo: “Maldito sea, Lucio, este tiempo sin poesía,/maldito el artificio que opera de altavoz,/malditos quienes burlan la belleza y la emoción/de vivir intensamente”.

Quizá, este responsable sentido de aunar tradición y modernidad a la vez que plantea un diálogo con personajes ficticios y reales, sea uno de los grandes aciertos de la escritura poética de José Antonio Santano.

Las aguas nocturnas de los sueños, las perturbantes distorsiones del imaginario, el recorrido casi histórico de algunas ciudades no son ni un más allá, ni un mejor, ni siquiera un deseo de medir la pérdida, sino es lo genuino del hic et nunc, la verdadera aventura del lenguaje poético. En gran medida, inunda los textos de ciencia exacta con la inserción de términos latinos que remiten a resonancias de santuarios, luces, esencias, a la tierra, al cauce, al origen , al lugar de encuentro (oppidum, sigillata, macellum, alveus).

Santano pertenece a la tradición poética y no se abstrae del mundo, mucho menos descarta reconstruirlo, pero sobre todo, quiere reinventarlo, aproximar una nueva relación que nos hace partir de una proclama negativa para llegar a la naturaleza resplandeciente: “¿Y si la decepción fuese el punto de partida para los signos más evidentes de la esperanza, no tanto como tabla salvadora sino como herramienta transformadora, en definitiva, el precepto básico del Humanismo Solidario? Con mayor precisión nos lo expresa en el magistral poema “Regreso a Ituci”, donde se busca que la “verdad aflore irrebatible” pero sobre todo:

“Ven, Lucio, apresúrate,/nos espera el aceite y el vino/para brindar por la amistad/y por la vida”.

Paralelamente, se percibe un cierto tono de nostalgia imaginativa, o si se quiere una partitura romántica que viene reforzada por la propia cita de John Keats. Y, como Neruda, entiende la poesía como un acto de paz, con la necesidad de escribir con todos los sentidos en modo alerta. Son otras muchas referencias que son sustancia capital para el poeta cordobés. En gran medida, acertadamente señalado por Francisco López Barrios, “libro de dolor y de esperanza, de amor a la vida y al mundo en el marco plural de la naturaleza. Libro hermoso, de una pureza espiritual y una sensibilidad lírica extremas” que viene enfatizado no sólo por el dominio de la técnica poética, sino por una sustantivación que conforma los presupuestos estructurales de su narrar poético. También se cita al poeta Antonio Hernández, resaltando esa memoria de la infancia y el sentido del ritmo sin olvidar que es el núcleo de su tesis doctoral. Sin olvidar, la consistencia lírica de Blas Muñoz Pizarro.

En cualquier caso, siempre el lector tiene la sensación de lo indisociable entre el poema y la reflexión sobre el poema, teniendo como misión principal entrar en comunicación con el ser, y, hacerle hablar, visibilizarlo, tratando de que el lenguaje poético no sea un lenguaje mediador sino lisa y llanamente un lenguaje exclusivo, o meditado en términología de Roland Barthes. En ese discurso encontraremos al poeta José Antonio Santano.

Puedes comprar el poemario en:

// '); // ]]>